Experto Universitario en Terapias Contextuales de Tercera Generación

Justificación del título

En los últimos doce años un nuevo grupo de terapias ha emergido desde la tradición conductual. En palabras de Hayes (2004a, b), la tercera generación de terapias de conducta ha sido definida del siguiente modo:

«Fundamentada en una aproximación empírica y enfocada en los principios del aprendizaje, la tercera ola de terapias cognitivas y conductuales es particularmente sensible al contexto y a las funciones de los fenómenos psicológicos, y no sólo a la forma, enfatizando el uso de estrategias de cambio basadas en la experiencia y en el contexto, además de otras más directas y didácticas.

Estos tratamientos tienden a buscar la construcción de repertorios amplios, flexibles y efectivos en lugar de tender a la eliminación de los problemas claramente definidos, resaltando cuestiones que son relevantes tanto para el clínico como para el cliente. La tercera ola reformula y sintetiza las generaciones previas de las terapia cognitivas y conductuales y las conduce hacia cuestiones, asuntos y dominios anteriormente dirigidos por otras tradiciones, a la espera de mejorar tanto la comprensión como los resultados».

Según esta definición, las terapias de tercera generación provienen de la tradición de la terapia del comportamiento, pero estas nuevas terapias se diferencian con respecto a las anteriores generaciones de terapias de conducta en: (I) Abandonan el compromiso de utilizar exclusivamente cambios de primer-orden; (II) adoptan asunciones de corte más contextualista; (III) utilizan estrategias de cambio más experimentales por la persona en lugar de emplear exclusivamente estrategias de cambio de primer-orden o directas y, (IV) amplían y modifican de forma considerable el objetivo a tratar o cambiar (Hayes, 2004b).

Este último punto resulta especialmente interesante. Estas nuevas terapias no se centran en la eliminación, cambio o alteración de los eventos privados (especialmente la cognición o pensamiento) con el objetivo de alterar o modificar la conducta de la persona. En lugar de esto, se focalizan en la alteración de la función psicológica del evento en particular a través de la alteración de los contextos verbales en los cuales los eventos cognitivos resultan problemáticos (e.g., Hayes et al., 1999; Luciano et al., 2004). Quizás por ello, en algunas ocasiones, podría resultar un poco contra-intuitivo o contra-cultural el trabajar con este tipo de terapias, donde se le hace ver a la persona (a través de metáforas, paradojas, ejercicios experienciales, entre otras técnicas) que los intentos de control que mantiene sobre sus eventos privados, lo que cree que ha de hacerse -lo que socialmente está considerado como correcto-, no es la solución de su problema sino que, y paradójicamente, dichos intentos de control forman parte intrínseca del problema mismo.

Otra de las diferencias con respecto a las terapias de la primera y segunda generación es la filosofía en la cual estas nuevas terapias están basadas: Son contextualistas en lugar de mecanicistas. Esta filosofía contextualista está basada en una variedad de pragmatismo conocida como el Contextualismo Funcional (e.g., Biglan y Hayes, 1996; Hayes, Hayes y Reese, 1988; Pepper, 1942). Las asunciones básicas de esta filosofía son: Focalizarse en un evento de forma holística, es decir, como un todo; ser sensible al papel del contexto para la comprensión y análisis de la naturaleza y función de un evento; enfatizar el criterio de verdad pragmático; y especificar las metas u objetivos científicos los cuales son aplicados bajo dicho criterio de verdad pragmática (véase por ejemplo Hayes, 1993). En psicología, el Contextualismo Funcional ha sido desarrollado explícitamente como una filosofía de la ciencia (e.g., Gifford y Hayes, 1999; Hayes, 1993).

El grupo de terapias que conforman la tercera generación de terapias de conducta lo constituyen: La Terapia de Aceptación y Compromiso (Acceptance and Commitment Therapy o ACT; Hayes et al., 1999; Hayes, Luoma, Bond, Masuda y Lillis, 2006; Hayes y Strosahl, 2004; Hayes y Wilson, 1994; Luciano, 1999; Luciano, 2001; Luciano y Valdivia, 2006; Wilson y Luciano, 2002), la Psicoterapia Analítica Funcional (Functional Analytic Psychotherapy o FAP; Kohlenberg y Tsai, 1991; Kohlenberg et al., 2005; Luciano, 1999), la Terapia de Conducta Dialéctica (Dialectical Behavior Therapy o DBT; Aramburu, 1996; Linehan, 1993a y b), la Terapia Integral de Pareja (Integrative Behavioral Couples Therapy o IBCT; Jacobson y Christensen, 1996; Jacobson, Christensen, Prince, Cordova y Eldridge, 2000) y la Terapia Cognitiva Basada en Mindfulness para la depresión (Mindfulness-Based Cognitive Therapy o MBCT; Scherer-Dickson, 2004; Segal, Teasdale y Williams, 2004; Segal, Williams, y Teasdale, 2002).

En cuanto a la evidencia empírica sobre la efectividad de esta terapia, a través de ensayos clínicos controlados, se ha demostrado que la ACT es más efectiva, por ejemplo, comparándola con tratamientos o terapias cognitivas validadas empíricamente, con condiciones placebo y listas de espera (véase diferentes revisiones en Hayes, 2004b; Hayes, Masuda, Bissett, Luoma y Guerrero, 2004; Hayes y Strosahl, 2004).

En conjunto, con excepciones señaladas, la revisión empírica arroja unos resultados muy prometedores para las técnicas de aceptación y mindfulness de cara al manejo de los pensamientos y la respuesta emocional asociada a éstos.

Los resultados indican que ACT es más eficaz que la terapia cognitivo conductual a largo plazo.

No obstante, si se atiende al interés que los métodos basados en la aceptación o el mindfulness está despertando en los clínicos de todo el mundo, es fácil que la balanza empiece a inclinarse a favor de la incorporación del enfoque de tercera generación.

QUÉ DESARROLLOS Y APLICACIONES TIENEN LAS TERAPIAS CONTEXTUALES

Estas terapias contextuales han sido aplicadas a una gran variedad de problemas psicológicos. Tomemos como ejemplo a la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT en sus siglas en inglés), debido al hecho de ser la más completa de las terapias de tercera generación y por ser la única que está íntimamente relacionada con una moderna teoría que aborda el estudio del lenguaje y la cognición humana.

Esta teoría es conocida como la Teoría del Marco Relacional (Relational Frame Theory o RFT: Hayes, Barnes-Holmes y Roche, 2001). La ACT ha sido aplicada con eficacia en problemas tan diversos como: Ansiedad, alcoholismo, trastornos alimentarios, dolor crónico, trastornos obsesivos compulsivos, fobia social, consumo de drogas, en problemas psico-oncológicos, depresión, esquizofrenia y brotes psicóticos, trastornos de la personalidad, estrés laboral, esclerosis múltiple, diabetes, problemas de hiper-sexualidad, en tricotilomanía, en epilepsia, en casos de burnout, en violencia de pareja, en estados post-operatorios o, por ejemplo, para la mejora del rendimiento ajedrecístico o de actividades deportivas, entre otros.

CÓMO MEJORARÁ EL CURRÍCULUM DE QUIENES RECIBAN ESTA FORMACIÓN

Los conocimientos que se imparten en el marco de las terapias de tercera generación están intrínsecamente comprometidos con el rigor científico y con el desarrollo de una tecnología basada en los principios o leyes del aprendizaje validados de forma empírica. Por tanto, son conocimientos basados en la evidencia.

Los profesionales con experiencia y los licenciados o graduados pueden tener en esta formación una vía de proyección laboral de interés en el ámbito de la salud mental.

Las personas que podrían beneficiarse de este título serían aquellas relacionadas y con competencias en el abordaje de los problemas psicológicos, conductuales y de calidad de vida que suelen tener elevada repercusión clínica y por lo tanto social. En concreto, profesionales de la Psicología, la Medicina, la Psiquiatría y la Psicopedagogía.

Actualmente existe una creciente demanda social en todo lo relacionado con los servicios sociales, las situaciones de dependencia, la discapacidad, etc., relacionadas antes o después con la salud mental. Esto implica, en un contexto de crisis, enfrentarse a un incremento inevitable de la demanda de recursos, personal y servicios para estas personas y responder a las mismas buscando un equilibrio entre el coste y la eficacia de la intervención. Las instituciones sanitarias (públicas, concertadas o privadas), socio-sanitarias, educativas y comunitarias se beneficiarán de contar con profesionales capaces de desempeñar su actividad laboral contando con las herramientas que les proporcionará este título.

Sin duda las personas con una formación sólida en Terapias de Tercera Generación mejoran las posibilidades de acceder a un puesto de trabajo por tener lo que actualmente se considera una cualificación singular, exclusiva y vanguardista.

Con esta acción académica se pretende no sólo mejorar de manera relevante la formación y competencia de muchos profesionales diferentes, sino apostar, con ello, por una forma de “hacer las cosas”, tanto en ámbitos clínicos como comunitarios, que mejora sensiblemente la calidad de vida individual y colectiva.