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lunes 21 de abril de 2014 - 13:34 CEST
MGM era el «Tiffany’s de Hollywood». Se vanagloriaba, no sin razón, de contar con «más estrellas que en el cielo». Louis B. Mayer, el jefe del estudio, veló para que sus actores y actrices estuvieran radiantes a todas horas y fueran filmadas en espacios refinados. Aunque no todas sus películas fueron superproducciones, el sello de MGM era inconfundible. Incluso sus productos de serie B tenían un acabado más suntuoso que los filmes de serie A de sus competidores.
Ideológicamente conservadora y volcada en la producción de un cine familiar, respetuoso con los genuinos valores americanos, el estudio modeló una imagen corporativa amable, bonachona y sin aristas. De todos los grandes estudios de Hollywood fue Metro Goldwyn Mayer la compañía que más celo puso en defender su imagen entre sus espectadores. Su departamento de publicidad, controlado por Howard Dietz, fue un instrumento eficaz al servicio de este objetivo. Desde allí se supervisaban las campañas de identificación y promoción de sus películas en todo el planeta. Por esta razón y, salvo casos muy puntuales en los años veinte y parte de los treinta, los trabajos se imprimían sin la rúbrica y se eliminó cualquier rastro distintivo del estilo personal de sus artistas. En España ocurrió lo mismo. Desde Barcelona, la sucursal de su Departamento de Publicidad unificó las campañas de lanzamiento de las películas de la MGM en nuestro país. Se tiene constancia de la colaboración de algunos diseñadores como José María, Antoni Clavé, Mac y el grupo MCP, y aunque gozaron de cierta libertad creativa, ninguno de ellos vio estampada su firma en los diseños que concibieron para esta casa. El anonimato era el tributo que debían pagar por tener el inmenso honor de trabajar para la más grande de las compañías americanas.
El diseño de los programas de mano Metro Goldwyn Mayer vivió en nuestro país una primera etapa de exuberancia y prodigalidad de modelos, impregnada de la más brillante originalidad y riqueza artística. (…) A partir de 1937, en gran parte debido a la Guerra Civil, se asistió a una homogeneización de formatos, al recorte presupuestario que hizo que el programa sencillo dominara sobre el doble, a la pujante llegada del color y a la instauración del margen o recuadro blanco, un elemento que cambiaría para siempre el concepto de programa de mano. (James F. Willis)
«El departamento de publicidad de MGM se labró la fama de mimar a sus actores y salvarles la papeleta cuando se comportaban de un modo poco respetable. Al público se les mostraba cómo las estrellas vivían en sus hogares, cómo comían, cómo vestían, sus animales de compañía, sus barcos, sus coches, pero todo ello bajo circunstancias ideales. Eran fotografiados para que quedaran bien, y todo se disponía para que pareciera que llevaban vidas ejemplares, aunque en realidad tuvieran que enfrentarse a tragedias.»
(Ronald l. Davis)
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