LA GUERRA CIVIL EN CANARIAS: RETAGUARDIA Y RESISTENCIA

miércoles 15 de enero de 2020 - 13:33 CET

Embarque de soldados para el frente de guerra peninsular en Santa Cruz. (L’Illustration, París, 1937)

Francisco Franco fue nombrado Capitán General de Canarias por Decreto de 21 de febrero de 1936. Cinco meses más tarde, sería uno de los generales participantes en el golpe de Estado que supuso el comienzo de la Guerra Civil y, posteriormente, se convertiría en el Generalísimo, dando nombre a la nueva etapa histórica: el franquismo.

En virtud del artículo 5º del Bando de Guerra de 18 de julio de 1936 se produjo la destitución de las autoridades republicanas que habían sido elegidas en las elecciones de febrero de 1936. Las instituciones fueron ocupadas por los militares y los cargos políticos pronto recuperados por los miembros de la burguesía, los terratenientes insulares y los grupos conservadores que se adhirieron al nuevo régimen. Además, se procedió a la pacificación de las islas, de forma violenta y con detenciones desde la misma mañana del golpe. La represión respondía, de esta manera, a una acción planificada con el objetivo de desarticular la posible respuesta de las fuerzas políticas y sociales próximas a la República.

El golpe triunfó en Canarias porque, entre otras cosas, no hubo una resistencia capaz de detener su impacto inicial. En la isla de Gran Canaria, la resistencia se centró en la zona norte, como también ocurrió en Tenerife, donde además hubo enfrentamientos en la capital. En La Gomera se produjo el Fogueo de Vallehermoso y en Santa Cruz de La Palma tuvo lugar la Semana Roja. Ambos intentos de resistencia fueron duramente reprimidos.

En Canarias no hubo combates ni batallas, pero el archipiélago sí fue retaguardia desde la que se nutrió de hombres y materiales al frente de guerra peninsular. Se puso en marcha un proceso de reclutamiento en todos los pueblos canarios que llevó a alrededor de sesenta mil jóvenes a luchar del lado de los sublevados. Mientras, en sus municipios, se construía y se consolidaba la retaguardia, especialmente con la recaudación de fondos para financiar el esfuerzo de guerra. Esta zona pacificada, como se pensaba entonces, debía servir de apoyo a quienes ponían en peligro sus vidas por recuperar España de las fuerzas republicanas y de la influencia extranjera.

En el frente de guerra también hubo intentos de organizar la resistencia por parte de algunos canarios que se encontraban en la península en el momento del golpe, otros que habían huido o se habían evadido de Canarias y también por aquellos que habían sido canjeados por presos franquistas. Junto a militantes de base de las organizaciones de izquierdas y republicanas, destacaron figuras políticas como las del diputado comunista Florencio Sosa Acevedo o el Comandante del Batallón Canarias, Guillermo Ascanio Moreno. Sin embargo, no tuvieron éxito en su lucha. El exilio, los campos de concentración y las cárceles fueron el destino de muchos de aquellos que habían intentado frenar el avance del fascismo en España, triunfante el 1 de abril de 1939.