LA RECUPERACIÓN DE LA MEMORIA HISTÓRICA

miércoles 15 de enero de 2020 - 14:11 CET

La necesidad de conocer el paradero de los represaliados durante la dictadura franquista ha impulsado el movimiento de Recuperación de la Memoria Histórica y la promulgación de la Ley 52/2007, de 26 de diciembre, conocida como Ley de la Memoria Histórica.

En Canarias el movimiento de Recuperación de la Memoria Histórica cristaliza en el trabajo de las distintas asociaciones existentes en Gran Canaria, Tenerife, La Palma y Lanzarote. Pero este movimiento, más allá de la legítima naturaleza sentimental que posee, quedaría incompleto si no se le dotara de un carácter científico e histórico. Por ello, en los últimos años también las Universidades se han sumado a este movimiento a través de varios proyectos de investigación promovidos por estas asociaciones, cuyos resultados han aportado información inédita sobre las identidades de los desaparecidos. En el caso de Tenerife, mediante el trabajo de archivo y entrevistas, se ha obtenido la primera cuantificación rigurosa sobre los mismos.

Junto a la investigación documental y oral, la arqueología ha sido la disciplina que ha generado un mayor impacto social con las exhumaciones de los restos de los desaparecidos de la guerra civil. En la isla de La Palma se han llevado a cabo cinco intervenciones arqueológicas desarrolladas entre los años 1994 y 2009, tanto en la zona del Pinar de Fuencaliente como en Barranco Hondo, en Puntallana. En estas campañas se localizaron un total de trece personas en distintas fosas colectivas.

En Gran Canaria se intervino en el llamado Pozo del Llano de las Brujas, en Montaña Blanca (Arucas), entre los años 2008 y 2009, donde se localizaron un total de veinticuatro individuos, ejecutados y arrojados al interior del pozo en torno al mes de marzo de 1937.

En Tenerife en el año 2011 se llevó a cabo la excavación del cementerio de San Juan, en La Laguna, señalado tradicionalmente como el lugar donde se encontraban varios desaparecidos de este municipio. El proyecto culminó sin poder encontrar a los individuos investigados, pero abriendo nuevas hipótesis acerca de sus desapariciones. Ese mismo año se realizaron diferentes intervenciones en el Parque Nacional de las Cañadas del Teide, incluyendo prospecciones arqueológicas que han permitido descartar algunas ubicaciones señaladas por las fuentes orales como lugar de las desapariciones.


Gracias a las investigaciones realizadas en Canarias ha sido posible que muchas personas hayan recuperado los restos de sus familiares desaparecidos, pero también que la sociedad haya podido conocer las circunstancias que rodearon estas muertes. Los informes de estas excavaciones señalan que todos los individuos encontrados, varones cuya edad oscilaba entre los veinte y los cuarenta años, murieron por impacto de proyectiles. Se apreciaron en los huesos fracturas previas al momento de la muerte, marcas de tortura y violencia antes del asesinato, y restos de ataduras. Asimismo, junto a los cuerpos se encontraron objetos personales de las víctimas como zapatos, botones, hebillas de cintos, pipas de fumar, etc. El trabajo de los genetistas ha permitido que diez de los desaparecidos encontrados hayan podido ser identificados a partir del ADN de sus familiares.