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Javier Corzo: «Los transgénicos están aquí y están para quedarse»

viernes 30 de abril de 2004 - 00:00 GMT+0000

Los vegetales transgénicos han despertado en Europa una alarma injustificada, que no obedece a rigor científico alguno y que, sin ser la panacea, resultan totalmente viables para mejorar la alimentación. Tanto es así, que el cultivo de estos productos va a seguir aumentando, sobre todo en países en vías de desarrollo. Para Javier Corzo, profesor de la Universidad de La Laguna que ayer jueves 29 de abril participó en el ciclo La ciencia ante el público, «los transgénicos están aquí y están para quedarse», aseguró.

El docente del departamento de Bioquímica y Biología Molecular comentó que los riesgos para la salud ante el consumo de productos mutados genéticamente es, hasta ahora, inexistente. «No se han descubierto transgénicos tóxicos, los problemas que podría causar la resistencia de algunos de ellos a los antibióticos se están eliminando y la posible aparición de compuestos venenosos en plantas como resultado de la manipulación genética es pura ciencia ficción». Sólo el riesgo de alergia podría ser cierto, por el uso de alguna de las proteínas codificadas por el transgénico. Agregó, sin embargo, que sólo ha habido un problema médico en los diez años de existencia de estos organismos. Se trataba de una alergia producida por una soja para alimentación animal, debido al uso de una proteína de una nuez, que fue inmediatamente retirada del mercado.

Los beneficios para la agricultura, sin embargo, son más que evidentes: disminuye el uso de insecticidas al aminorarse la pérdidas de cosechas por plagas y los gastos en la explotación son también menores, se obtienen plantas con propiedades nutritivas mejoradas y también se consigue que éstas sean más resistentes al estrés medioambiental, relató el ponente, perteneciente al Aula Cultural de Divulgación Científica de la universidad que ha promovido este curso. Corzo quiso aclarar que no existen seres humanos transgénicos, aunque sí se han modificado células destinadas a la terapia génica, todavía en fase muy experimental, añadió.

Plantas y animales transgénicos

Los organismos transgénicos se utilizan para la investigación, la fabricación de medicamentos y para obtener plantas y animales con propiedades que no se consiguen por técnicas tradicionales de modificación del patrimonio genético. En el primero de los casos, Corzo puso un ejemplo de la propia Universidad de La Laguna: dos profesores de su departamento, Nélida Brito y Celedonio González, manipularon un hongo patógeno para vegetales comola uva y el tomate para estudiar los mecanismos que emplea el hongo a la hora de atacar a las plantas.En el caso de los medicamentos, la producción de insulina humana, fue otro ejemplo utilizado por el investigador.

Si bien la selección y la hibridación han dado enormes resultados en la modificación genética tradicional, tienen límites muy claros que sólo las técnicas de biología molecular son capaces de superar. En el caso de los animales, empero, resulta enormemente complicado conseguir seres transgénicos. Hasta ahora sólo se ha logrado con peces fluorescentes para acuarios, en Taiwan, donde han resultado ser un éxito de ventas.

En cuanto al mundo vegetal, Javier Corzo citó el caso de las plantas BT: algunas larvas de mariposa se alimentan desde dentro de la planta, por lo que el uso de insecticidas apenas les hace daño y pueden llegar a convertirse en plagas importantes. Mediante la transferenciade un gen a la bacteria, se puede conseguir que la propia planta se convierta en venenosa para la larva. Así, se ha logrado que el millo produzca la toxina BT y que las larvas que se acerquen a él mueran. «Se obtiene así un cultivo autoprotegido en aquello que queramos», explicó Corzo. La soja, el algodón y el millo son los principales cultivos transgénicos, sobre todo en Estados Unidos, China, Argentina y Hawai, en el caso de la papaya.

El profesor universitario agregó que está en contra de la práctica de algunas empresas que se han dedicado a patentar la transformación genética de alguna planta, como ha sucedido con los claveles azules y violetas, gracias a insertargenes de la petunia. «Esto es un uso incorrecto de la investigación», dijo, «no comparto que se patenten genes naturales». Javier Corzo explicó que no le parece bien que las empresas se apropien de toda esa tecnología, fruto de una gran cantidad de investigación libre, aseveró. «Es un expolio inadmisible».


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