El escritor José Luis Sampedro aseguró el viernes 5 de noviembre que «vivimos en la tecnobarbarie», un término con el que él define la situación catastrófica que padece el mundo, con políticas unilaterales, sin respeto a los derechos humanos, pero apoyados en medios técnicos que dimensionan más si cabe las desigualdades que sufre la humanidad.
Sampedro, que impartió la conferencia de clausura del XI Congreso de la Asociación Española de Semiótica celebrado en la Universidad de La Laguna, afirmó previamente, en rueda de prensa, sentirse «indignado» por la globalización «que sólo afecta a las cuestiones económicas», pero no a la educación, la justicia o la sanidad, asuntos que siguen siendo un privilegio de unos pocos.
El novelista tildó de «desgracia» la reelección de George Bush como presidente de los Estados Unidos. «Se ha avalado la política de un gobierno que a lo largo de año y medio ha cometido enormes desafueros con los que no puedo estar de acuerdo», dijo. La vulneración de los principios básicos de la Organización de Naciones Unidas, el secuestro y enjaulamiento de 600 personas en Guantánamo y la proclamación de la existencia de unas armas de destrucción masiva que nunca aparecieron fueron algunos de los argumentos esgrimidos por Sampedro para denostar al mandatario recién electo.
El autor de novelas tan conocidas como La sonrisa etrusca o El amante lesbiano añadió que el gobierno estadounidense pide ahora la solidaridad de sus aliados, «cuando resulta que ellos no la prestan nunca», aseveró. Buena muestra de su actitud, recalcó, es que no son solidarios con el Tribunal Penal Internacional, ya que no quiere que juzguen a sus soldados, o con el medio ambiente, puesto que no están dispuestos a firmar el protocolo de Kioto sobre reducción de gases contaminantes.
Sobre la actuación del gobierno socialista en España, José Luis Sampedro sostuvo que lo prefiere «setenta veces» al anterior, y que «han hecho bastantes cosas aceptables, aunque con algún error», todo ello pese a un partido en la oposición «cuyo objetivo básico es denigrar al gobierno», matizó. El escritor criticó la actitud del ex presidente José María Aznar, «que se dedica a ir al extranjero a hablar mal de su país», lo que tachó como «un acto de felonía, algo que en otros tiempos se consideraba un delito de alta traición».
Preguntado por la actitud del gobierno francés, que impone el laicismo en el aula, el ponente dijo no entenderlo: «La enseñanza tiene que ser laica, pero no las personas. No comprendo en qué molesta que haya mujeres que quieran llevar el velo. Si nos ponemos así, las monjas tendrán que dejar el hábito para dar clase».
Preocupado por la situación mundial y lo que calificó como «poder sin control», Sampedro concluyó diciendo que no sabe si va a volver a la literatura de ficción, «porque los próximos cuatro años van a dar mucho de sí. La ignorancia y el miedo son el soporte de la barbarie», finalizó.
