El Premio Nacional de Ensayo y filósofo José Antonio Marina mantuvo ayer la tesis de que «cuando los problemas no tienen soluciones claras, políticas, religiosas o económicas, hay que optar por un nivel superior de racionalización, que es la ética, para mejorar la felicidad de las personas y la dignidad de las comunidades». El ponente ofreció esta idea en la conferencia El mercado de trabajo en el Mediterráneo como fuente de flujos migratorios: una reflexión desde la ética, que tuvo lugar ayer, 26 de octubre, durante el desarrollo del Curso Extraordinario El Mediterráneo, que se está celebrando en el IES La Laboral desde el 25 al 28 de octubre, y que cuenta con la colaboración de la Universidad de La Laguna.
Este autor ha elaborado una teoría de la inteligencia que abarca desde la neurología y hasta la ética, para llegar a la conclusión de que «la ética es una creación de la inteligencia», con lo que quiso decir que la creatividad es una facultad necesaria para resolver problemas urgentes.
Asimismo, el filósofo abogó por la implantación de soluciones éticas a los problemas que tienen los países en vías de desarrollo, como la falta de recursos financieros o las carencias en el ámbito educativo, entre otros. Por otro lado, destacó la necesidad que tienen las naciones occidentales de tomar decisiones rápidas y eficaces desde un punto de vista racional para resolver el problema del flujo migratorio.
Marina, autor de obras como Los sueños de la razón: Ensayos o Elogio y refutación del ingenio, también propuso una ley ética de las naciones según la cual «cuando cualquier cultura se libera de la pobreza extrema, la ignorancia, el miedo, el dogmatismo y el odio al vecino, entonces todas evolucionarán hacia la misma dirección». Es decir, que cuando se superen estos obstáculos se reconocerán los derechos individuales, las garantías jurídicas y un sistema de participación en partidos políticos, etc.
El conferenciante también mostró algunas ideas acerca de cómo la economía de cada estado puede ayudar a los países subdesarrollados, mediante el cobro de una tasa, lo que repercutirá, añadió, en el freno del flujo migratorio que actualmente están padeciendo. Teniendo en cuenta el obstáculo que supone la religión, Marina propuso que cada nación mantenga las peculiaridades de sus creencias, pero siempre dentro de un cuadro ético común.
En definitiva, el ponente sostuvo que las soluciones son económicas y técnicas, pero no se llegará a ellas hasta que se consiga acuerdos consensuados para resolverlos a corto plazo aplicando principios éticos generales.

