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Comienza un congreso que reivindicará el papel de Canarias en la literatura de viajes

miércoles 02 de marzo de 2005 - 00:00 GMT+0000

El Encuentro Internacional Escrituras y Reescrituras del Viaje, en el que se reflexionará sobre la literatura surgida a raíz de travesías y exploraciones, fue inaugurado hoy, miércoles 2 de marzo en la biblioteca del campus de Guajara. En el acto de apertura el coordinador de la iniciativa, el filólogo de la Universidad de La Laguna José M. Oliver Frade, señaló que con este curso se pretende, entre otras cosas, reivindicar el papel de las Islas Canarias en la literatura de viajes pues, a su juicio, en los estudios sobre este género literario hay un «injusto olvido» acerca de las obras que citan el archipiélago.

El rector de la Universidad de La Laguna, ángel Gutiérrez, incidió en esa argumentación señalando lo «idóneo de que este encuentro se celebre en Canarias», aludiendo al bagaje mítico de las islas y la importancia de los viajeros europeos del siglo XIX. Destacó la labor del grupo de investigación Fran Can, en el que participa el profesor Frade, e invitó a los asientes a conocer La Laguna, por ser una ciudad «cuyos muros invitan a la reflexión».

La conferencia inaugural del encuentro, que se prolongará hasta el próximo sábado 5 de marzo, corrió a cargo del prestigioso investigador francés Franois Moureau, docente de la Universidad de París IV- La Sorbona y miembro de un centro de investigación especializado en el estudio de la literatura de viajes. En su intervención recorrió brevemente las principales características de este género en las obras aparecidas entre el siglo XV y XIX.

El ponente señaló que en el periodo hay dos vertientes diferenciadas: una que llega hasta el siglo XVIII, considerado el periodo clásico, y otra posterior, coincidente con el periodo cultural romántico. En la primera etapa, los relatos de viajes procuraban resaltar lo diferente y extraño como medio para refirmar la supuesta grandeza de la cultura de los viajeros en comparación a la alteridad de los lugares visitados. Por el contrario, los viajeros posteriores intentaban confundirse en la sociedad de acogida, aunque según el experto, más como pose que con genuino interés.

En la primera época, el viajero no importaba, pues se tenía al relato como fuente informativa objetiva. Con la llegada del Romanticismo, cobra más protagonismo la figura del narrador y sus vivencias subjetivas. La mayoría de estos relatos no estaban destinados a ser publicados, sino que se trataban de diarios personales o, a lo sumo, familiares. «Las bibliotecas de Europa están repletas de relatos que nunca han visto la luz», dijo el ponente.

Un fenómeno curioso en alguno de estos libros es que en muchas ocasiones el autor del texto no era el propio viajero, sino otra persona que se basaba en lo que le contaban. Ello producía obras inexactas e incluso exageradas. De hecho, el experto certificó que en el género existen muchos ejemplos de dudosa calidad porque no son fruto de un conocimiento directo del lugar descrito, sino que se han redactado refundiendo narraciones ajenas y guías de viaje.

El género permitía un estilo más directo, lo cual fomentaba que en ocasiones se hicieran afirmaciones anticlericales o contra el gobierno que, escritas en otro tipo de obra, podrían conducir a la cárcel, y que en cambio se permitían en los libros de viajes.

Los destinos más visitados variaban según la época, creando auténticas modas. En general, se optaba por el viaje a lugares lejanos, en busca de lo exótico, aunque también tuvieron éxito determinados destinos europeos en los que se resaltaba lo pintoresco. El viaje por Europa, en todo caso, llegó a ser una parte muy importante de la educación de los jóvenes aristócratas del siglo XVIII, si bien en ese periplo rara vez se incluía a España, un país algo marginado en este género literario.

El ponente recordó un subgénero de la literatura de viajes, los libros en los que se relataba el cautiverio de europeos en manos de turcos o berberiscos del norte de áfrica. El objetivo de esas obras era fomentar la piedad de los lectores y así facilitar la liberación de esos rehenes mediante el pago de rescates.


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