La profesora Enesco es una de las investigadoras pioneras en España en la formación y desarrollo del prejuicio étnico en los niños, y participó esta semana con una conferencia en la Facultad de Psicología de la Universidad de La Laguna, dentro de los actos previstos de celebración del patrón del centro.
La charla comenzó con un resumen de los trabajos realizados en Estados Unidos, en la década de los años 40, sobre la formación del prejuicio infantil blancos versus negros. Los resultados del matrimonio Clark mostraron cómo los niños negros de 5 a 8 años tenían una baja autoestima racial, una identificación difusa (en muchos casos se veían como blancos) y una baja valoración de todas las características de la población negra. Lo contrario de lo que ocurría con los niños blancos de las mismas edades. Este tipo de resultados tuvieron una influencia directa en las decisiones políticas que permitieron abolir la segregación racial en las escuelas americanas.
En España, desde el año 1990 la profesora Enesco ha investigado dos momentos evolutivos cruciales: la aparición de la conciencia racial y cómo ésta varía con el tiempo. Además, cuándo comienzan los niños con preferencias y rechazos afectivos hacia los grupos y cuál es su conocimiento implícito y explícito del prejuicio.
Sus resultados muestran un patrón de evolución del prejuicio que comienza a aparecer en torno a los 5 años con un momento álgido a los 7 y que se estabiliza a los 9 años. A partir de esta edad surgen lo que la autora calificó como contrasesgos, es decir, atribuciones positivas al exogrupo y negativas al endogrupo. "No por ser ecuatoriano se es mala persona o por ser español se es bueno", explicó la experta.
Un dato interesante es que existen diferencias significativas en la evolución del prejuicio en función del grupo al que pertenece el niño. Si el niño forma parte del grupo minoritario, en este caso grupo latinoamericano, las niñas especialmente mostraron un mayor sesgo a favor de las características españolas y una valoración peor sobre el propio grupo. Esto no ocurría en el caso de los niños y niñas españolas.
Para terminar, la conferenciante apuntó un dato preocupante para las autoridades españolas: a diferencia de lo que ocurre en otros países, el contacto intergrupal no ha facilitado los cambios en los prejuicios étnicos y, de hecho, no sólo no disminuye sino que aumenta, por lo que la profesora Enesco insistió en estudiar seriamente los proyectos de intervención en las escuelas para conseguir los cambios deseados y observados en otros países donde si han tenido éxito.
