La Facultad de Farmacia acogió ayer 6 de junio la celebración del X aniversario del Instituto de Enfermedades Tropicales y Salud Pública de Canarias, adscrito a la Universidad de La Laguna y dirigido por el profesor Basilio Valladares. El concurrido acto contó con la presencia de varios vicerrectores, autoridades políticas y numeroso alumnado deseoso de escuchar la ponencia que el investigador colombiano Manuel Patarroyo pronunció acerca de las nuevas vacunas.
La ceremonia estuvo presidida por la vicerrectora de Investigación, y Transferencia del Conocimiento, Catalina Ruiz, en ausencia del rector al encontrarse fuera de la isla. Ruiz destacó los principales objetivos de este centro de investigación, al que calificó como clave en el conocimiento y tratamiento de las enfermedades tropicales y agradeció en nombre de la Universidad de La Laguna la dedicación y el tesón científico de todos sus componentes, “quienes ponen en valor la ciencia que se hace en Canarias”.
Fue su director el encargado de glosar la historia del instituto y sus principales hitos. Así, Valladares señaló que su creación supuso la culminación de un proceso iniciado en 1992, cuando el departamento de Parasitología, Ecología y Genética de la ULL comenzó a investigar sobre enfermedades tropicales. Tras muchas negociaciones con centros públicos y privados, entre 1994 y 1999 se firmaron 18 convenios y proyectos que permitieron dotar al laboratorio del grupo de una infraestructura moderna y adecuada para los trabajos de inmunología y biología molecular.
“Manuel Carlos López y Manuel Patarroyo han sido nuestros dos pilares científicos”, apuntó el director en el transcurso del relato, quien también añadió que la cooperativa farmacéutica Cofarte les ha prestado siempre su apoyo. El siguiente paso fue la creación del instituto en sí, en marzo de 2001. A continuación vendría la construcción de la sede que lo acogería, que culminó en 2006.
El centro cuenta en la actualidad con unos 40 investigadores, de los que 13 son también profesores de la Universidad de La Laguna. Entre los hitos más destacados Basilio Valladares mencionó la elaboración de un plan estratégico en 2008, la acreditación como centro diagnóstico en 2009, mismo año en que obtuvieron evaluación positiva de la ACECAU. La creación de una asociación sin ánimo de lucro para permitir mayor autonomía financiera fue también resaltada por el director, así como la firma en 2010 del convenio para la creación de un laboratorio de seguridad biológica P3, inaugurado en marzo de 2011 por la ministra de Sanidad Leire Pajín.
Este centro forma parte sustancial del Campus de Excelencia Internacional de las dos universidades canarias y, dentro de este proyecto, se creó hace escasos meses la plataforma para la prevención de enfermedades tropicales (PACIET), a la que ya se han adscrito una veintena de centros de investigación españoles, portugueses y latinoamericanos y que fue calificada por Patarroyo como “una excelente iniciativa”.
El acto de celebración contó ayer con un capítulo de distinciones a las instituciones y personas que han apoyado directamente la creación del instituto. Así, fueron galardonados el que fuera rector de la ULL en el año de creación de esta infraestructura, José Gómez Soliño; en representación del mundo de la política la diputada Ana Oramas y el presidente del Cabildo de Tenerife, Ricardo Melchior; Cofarte; y los investigadores Manuel Carlos López (CSIC) y el propio Manuel Patarroyo.
Enfermedades tropicales
El acto se cerró con la intervención del Premio Príncipe de Asturias de Investigación y, próximamente, Premio Príncipe Viana a la Solidaridad, Manuel Elkin Patarroyo. El investigador colombiano resaltó la rapidez con la que se ha creado el instituto y lo mucho que ha crecido desde entonces, situándose en los primeros puestos de los índices de impacto en su área.
Patarroyo destacó que enfermedades infecciosas que en la primera mitad del siglo XX eran letales y muy generalizadas, y que luego retrocedieron, han vuelto a aparecer en el mundo desarrollado. “Hoy las enfermedades no tienen fronteras, y nuestro credo debe ser el trabajo por el bienestar de toda la sociedad”, apuntó.
El investigador aventuró que “vienen tiempos difíciles para la salud, porque la resistencia de los microbios a los antibióticos es rampante”. De hecho, señaló que para las 517 enfermedades infecciosas sólo hay 15 vacunas, es decir, que para el 97% de las patologías más comunes en este ámbito no hay protección.
El trabajo de Patarroyo consiste en la búsqueda de una metodología lógica y racional para hallar vacunas a través de la síntesis química de los productos. Investiga sobre la malaria no como único propósito, sino como una enfermedad prototipo ya que reúne varias características que le hacen servir de modelo: es aguda, de fácil diagnóstico y es curable con tratamiento. Además, tiene un modelo experimental con un tipo de mono que es el único ser vivo que puede desarrollar la malaria humana. De esta enfermedad se producen 500 millones de casos al año, de los que tres millones acaban en muerte.
Recordó cómo en 1988 publicó en Nature el descubrimiento de la primera vacuna contra esta enfermedad, que fue mejorada con varios estudios de ensayo-error y que llegó a proteger al 40% de los vacunados y al 70% en el caso de los niños en algunas zonas. El investigador reconoció que estos porcentajes de protección descendían al año y medio.
También rememoró cómo autorizó que Estados Unidos sintetizara la vacuna para su ejército, sin prestar mucha atención a este proceso, dijo. El resultado fue que sólo protegió al 8%. Otras empresas hicieron lo propio con resultados peores que los suyos, y dejó entrever que al ser empresas norteamericanas tuvieron mayor aceptación en el mercado. En cualquier caso, Patarroyo y su equipo dejó de investigar en esa vacuna que no protegía al 50% de la población vacunada y era por tanto incompleta.
Nueva vacuna
Hace escasamente dos meses ha publicado en Chemical Reviews su nueva vacuna contra la malaria, denominada Colfavac (Colombian falciparum vaccine). Patarroyo ha logrado esta nueva vacuna sintética tras averiguar la estructura primaria de las proteínas de adhesión entre el parásito y el glóbulo rojo, sintetizando miles de moléculas en fragmentos de 20 aminoácidos, y deteniéndose en esta ocasión, a diferencia de la vacuna anterior, en seleccionar aquellos fragmentos que el parásito utiliza para invadir los hematíes.
“Hemos quebrado el silencio inmunológico”, explicó orgulloso el investigador, quien aprovechó para dar las gracias a todo su equipo de trabajo, “y ahora tenemos las reglas físicas y químicas para desarrollar la vacuna”, es decir, los principios que podrían utilizarse en investigación de vacunas para cualquier enfermedad infecciosa.
Se trata de una metodología con la que seguirán trabajando el resto del año para perfeccionarla aún más y probarla en humanos previsiblemente en 2012. La vacuna estará financiada por la Fundación para la Investigación Solidaria de Navarra, la Agencia Española de Cooperación Internacional y la Universidad de Rosario (Bogotá).

