Desde 1989, el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), centro de excelencia “Severo Ochoa”, organiza todos los años y durante dos semanas una Escuela de Invierno internacional de Astrofísica. En esta vigesimosexta edición, que se celebra en colaboración con la Universidad de La Laguna del 3 al 14 de noviembre en la sede central del IAC, se han matriculado unos cuarenta astrofísicos estudiantes de doctorado y doctores recientes en Astrofísica de diez países del mundo (Italia, México, Polonia, Venezuela, Eslovenia, Finlandia, Sudáfrica, Alemania, Irán y España). El curso será impartido por siete profesores expertos en Estadística aplicada a la Astrofísica.
Durante el desarrollo de estas escuelas, los estudiantes tienen la oportunidad de lograr una puesta al día en profundidad sobre temas actuales de interés astronómico, compartir conocimientos con los mejores especialistas en Astrofísica y visitar los observatorios de Canarias. En esta ocasión, visitarán el del Teide el miércoles 12 de noviembre.
El director del IAC, Rafael Rebolo, dio la bienvenida la mañana del 3 de noviembre a alumnado y profesorado. Habló de la labor que se realiza en el instituto y en sus observatorios y de las áreas en las que se organiza: Investigación, Enseñanza, Instrumentación y Administración. Mencionó igualmente las distintas líneas de investigación en las que se trabaja, así como los proyectos de diseño y construcción de instrumentos para telescopios. Y recordó que el IAC fue pionero en el uso de las técnicas de inferencia bayesiana ya en los años noventa del siglo pasado, en relación con los estudios de la radiación de fondo cósmico de microondas que desde entonces se llevan a cabo con distintas instalaciones telescópicas en el Observatorio del Teide.
Como en ediciones anteriores, el material de las clases impartidas en esta escuela de invierno será publicado como libro por la editorial científica Cambridge University Press.
Labor de detective
Pese a ser una ciencia observacional, es obvio que la Astrofísica no puede estudiar los objetos de manera directa: “Toda la información de la que disponemos”, subraya Íñigo Arregui, investigador del IAC y co-organizador de esta escuela, “es indirecta, basada en la observación del comportamiento de la luz; lo que provoca que siempre haya cierta incertidumbre en los datos. Con la inferencia bayesiana es posible combinar todos los datos disponibles sobre un objeto o fenómeno, de modo que al final obtengamos una idea más acertada”. Es decir, que para obtener un retrato fidedigno de la realidad deben combinarse todos los datos disponibles y de manera que se posible seguir actualizando el retrato si hay nueva información.
“Lo podemos comparar”, añade este astrofísico, “con la labor de un detective que va recabando datos durante una investigación. A medida que va obteniendo más información, va construyendo un modelo en la cabeza sobre cómo se podrían haber desarrollado los hechos; modelo que va actualizando cada vez que hace nuevas averiguaciones. Si el detective tiene varios sospechosos, irá actualizando la probabilidad que tiene cada cual de ser el asesino en función de ese modelo mental. Aplicado a la Astrofísica –concluye-, los sospechosos serían hipótesis y los datos la información recogida por los instrumentos y telescopios.”
Lo que distingue a la inferencia bayesiana de la convencional es, por tanto, su capacidad para trabajar con una gran cantidad de datos; de hecho, todos los disponibles. Por ejemplo, usando estadística convencional es posible conocer la probabilidad de accidente para un varón de más de cincuenta años y un coche de 100 caballos. Pero cuando la compañía aseguradora tiene que decidir la prima de ese varón hipotético, no sólo tiene en cuenta su sexo y edad sino su historial de accidentes, el de aquellos con sus mismas características, la peligrosidad de las carreteras en su zona y un sinfín de cosas más que, además, irá actualizando conforme disponga de nuevos datos. Esto se hace con inferencia bayesiana.
(Nota y foto cedidas por el IAC)

