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Aprender a ser padres

viernes 07 de julio de 2017 - 14:02 GMT+0000

Siempre se ha dicho que los niños llegan al mundo sin un manual de instrucciones. Por eso los padres y madres cometen tantos errores a la hora de educarlos, y también tantos aciertos, que todo hay que decirlo. La proyección de valores y comportamientos familiares, los roles aprendidos desde pequeños y la necesidad de buscar nuevas fórmulas de educación ante modelos familiares inéditos en el pasado hacen que el foco esté puesto en la llamada parentalidad positiva.

La parentalidad positiva se refiere al comportamiento de los padres fundamentado en el interés superior del niño, de manera que desarrolla sus capacidades, no es violento y ofrece reconocimiento y orientación, con la inclusión de límites que permitan el pleno desarrollo del niño.

Se trata de un modelo educativo basado en el afecto, en estructurar normas, acompañar al niño y ser consecuentes y mesurados con las formas de corrección. “Sin la demostración afectiva y de confianza, que es la base de todo, nada funciona. Luego está la estructuración en normas y valores, a través de una vida ordenada en la que no puede haber incoherencia de directrices. También tiene que darse una corrección adecuada cuando no se hacen bien las cosas, sin tener que caer en el castigo físico”.

La que así habla es María José Rodrigo, catedrática de Piscología de la Universidad de La Laguna y una de las pioneras en la introducción de este modelo educativo en nuestro país. Es la responsable del programa de apoyo parental online ‘Educar en Positivo’ (http://educarenpositivo.es) elaborado en 2013 por su equipo de investigación, en colaboración de profesores de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, y el apoyo financiero del Ministerio de Economía y Competitividad. Se trata de una herramienta multimedia que pretende fomentar el ejercicio positivo del rol parental basado en entornos virtuales de aprendizaje.

El programa pretende por tanto producir un cambio en las creencias y el comportamiento educativo de los padres y madres y enseñar otras formas de reaccionar y educar ante episodios cotidianos, al tiempo que crea la necesidad de compartir conocimientos y experiencias con otros padres. Consta de cinco módulos, a los que se accede de forma voluntaria en la idea de hacer uno, dos o todos. Son: Internet un recurso para la familia; Mejoramos la relación en familia; Comprender y guiar el comportamiento infantil; Nuestro hijo es diferente; y Alimentación y salud: un reto para la familia. Está compuesto por 140 actividades multimedia que engloban juegos interactivos, vídeos de elaboración propia de representación cotidiana, viñetas animadas, cómic de representación de la vida cotidiana, videos YouTube embebidos en el programa y cuestionarios online, entre otros. Lleva incorporado un sistema de evaluación de su efectividad gracias a las respuestas de los padres en los cuestionarios, comentarios en los foros y en el diario y valoración de las actividades que contiene.

Desde 2013, el programa ha recibido más de 15.000 visitas, cifra en la que se incluye a los que han conocido la herramienta a través de las redes sociales, con 1.474 seguidores en Facebook (www.facebook.com/educarpositivo) y (@EducarPositivo), especialmente de padres y madres de habla hispana. Por ahora, han completado los módulos 450 padres y madres que han recibido un certificado final por su participación.

Primero fue un proyecto Trace, de Plan Nacional, dirigido por María José Rodrigo, luego se continuó con otro proyecto del PN en este caso a cargo de la también docente de la ULL Beatriz Triana, quien ha elaborado recursos online dirigidos a familias reconstituidas y adoptivas. Por otra parte, el equipo de Rodrigo ha añadido recientemente un nuevo módulo denominado Familia y Deporte, financiado por el Gobierno de Canarias a través de la Consejería, de Turismo, Cultura y Deporte.

“Nos hemos quedado asombrados al comprobar que con participaciones en el programa de tan solo mes y medio se han producido importantes cambios en el modo en que ejercen la tarea parental. Los padres y madres están más satisfechos y se sienten más capacitados para ejercer su función”.

Ser capaz

Y eso es precisamente lo que más cuesta a los progenitores: tener la sensación de sentirse más capacitados. “Vemos mucho desánimo y ganas de tirar la toalla a la hora de implicarse en las tareas o en los retos de los hijos”. En ello influye la falta de tiempo de los padres, el escaso dominio que tienen ante situaciones en las que se sienten desbordados y el propio agobio que ejercen los expertos. “No les damos sosiego para que reflexionen sobre lo que hacen y los motivos que tienen”. Por eso este programa, asegura la catedrática, les permite pensar acerca de su rol, y no solo seguir las instrucciones de unos y otros. “Se trata de que cada uno busque su traje a medida; cómo quiero vivir yo la parentalidad y de qué forma puedo mejorar”.

Hoy parece que no se puede frustrar al niño o a la niña, prosigue la experta. “Opino lo contrario, porque la frustración es uno de los principios educativos más importantes. Desde el momento en que el niño agarra un objeto, lo quiere tirar al suelo y le decimos que no lo haga ya lo estamos frustrando. Ahora bien, la frustración tiene que ir adaptada a cada edad y acompañada de elementos de refuerzo positivo, pero siempre tiene que haber normas y límites”.

La psicóloga dice que últimamente están observando mucha rigidez en algunas familias y mucha permisividad, en otras. ¿Cómo sabe uno si las normas que impone son las adecuadas? “Primero, mirando la cara del niño. En todo lo que tiene que ver con intereses y aficiones personales hay que dejarles espacio y autonomía; luego hay elementos de rutinas, hábitos y normas que deben estructurarse sobre la comida, el sueño, los deberes o las tareas de casa que no se pueden dejar al criterio del niño, eso tiene que estar reglado”.

En opinión de Rodrigo, existe una confusión muy grande, sobre todo en parejas jóvenes, acerca de su rol de padres. “Hay muchas madres a las que les han hecho creer que para favorecer la vinculación afectiva del niño (el apego seguro) es imprescindible una maternidad prolongada lo más posible, por ejemplo dando de mamar hasta los cinco años y, además, dormir con el niño. Nada de esto está comprobado científicamente”, asegura. “Que la lactancia sea artificial o natural no tiene nada que ver con posibilitar el apego seguro del niño”, añade. ¿Qué papel jugarían los padres entonces?, se pregunta la profesora. “Es una vuelta atrás el darle ese carácter tan prioritario y único a la madre, sin darle espacio y relevancia al rol paterno”.

Ayuda a los profesionales

El equipo de la catedrática de la ULL también ha trabajado con otras siete universidades, el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad y la Federación Española de Municipios y Provincias para crear otra web, www.familiasenpositivo.es, donde se encuentra abundante documentación sobre el enfoque de la parentalidad positiva, además de materiales para los padres y madres.

Consta de una intranet para los profesionales, donde pueden acceder a programas, instrumentos y materiales de su interés. Han creado además un sello de calidad avalado por el ministerio para los servicios de apoyo a las familias que cumplan con un protocolo de buenas prácticas para la parentalidad positiva. “Se trata pues de apoyar a los padres, pero también a los profesionales y a los servicios, para que estén a punto y bien pertrechados para atender las necesidades que surjan”.

Lo más difícil de la parentalidad hoy en día, según la experta, es saber adaptarse a las nuevas formas de familia: monoparentales, reconstituidas, homoparentales, interculturales, adoptivas, etc. Esta gran diversidad ha supuesto que su ejercicio sea hoy mucho más complejo. Se ha pasado de la estructura biparental, en la que el padre traía el pan a casa, a fórmulas muy diversas. “Los servicios antes atendían a las familias vulnerables o las que estaban en riesgo psicosocial; pero ahora hay todo un continuo de situaciones familiares que también necesitan apoyo. Esto hace que los propios servicios tengan que cambiar su lógica de funcionamiento, ampliando su atención a diveras modalidades de intervención”.

De trabajar con familias crónicas y muy problemáticas se ha pasado a hacerlo en prevención, con una variedad más amplia de casos, y donde lo comunitario está cobrando peso. “La parentalidad no soy solamente yo como padre o madre, sino el entorno en el que me muevo, en qué barrio vivo, a qué colegios puedo enviar a mis hijos, a qué recursos accedo, si hay ludoteca, zonas deportivas o parques. Por tanto, la calidad de los barrios influye en la tarea parental”, explica la experta.

Rodrigo añade que la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias es pionera en la introducción de programas de educación parental en los colegios, porque los docentes han visto que reforzar la relación familia-escuela conlleva muchos aspectos positivos. “No puede ser que a las malas familias solo se las llame para darles disgustos, mientras que a los padres de los niños que van bien no se les convoque porque no hay problemas. En medio hay mucho espacio de colaboración familia-escuela”.

Desarrollo cerebral

Los psicólogos cada vez valoran más el ocio familiar, porque es un momento muy importante de socialización de valores, en un contexto más lúdico en el que todos disfrutan y los niños especialmente. “Aprenden cosas, se comunican más, se ganan experiencias, se tienen recuerdos conjuntos”. Esto hace que cuando llegue la adolescencia no haya esa ruptura tan grande.

Con todo, los padres se suelen descolocar tanto en la primera infancia como en la adolescencia. “Al principio, con los niños pequeños, porque la crianza es muy dura y muy cansada y los niños cuando llegan a los dos años se vuelven muy rebeldes. Lo mismo pasa en la adolescencia donde se incrementan las muestras de rebeldía. En ambas etapas el cambio cerebral es muy grande y eso conlleva ciertas alteraciones en la personalidad y en el comportamiento. Las rabietas de los niños pequeños y los ataques de ira de los adolescentes son indicadores de momentos de desarrollo cerebral muy intensos que suelen conllevar cierta descompensación en el ritmo evolutivo de unas regiones y de otras”.

En estas edades, especialmente en la adolescencia, es muy fácil que los padres se sientan desconcertados y desbordados. Cuando los padres empiezan a ver en los hijos adolescentes los portazos y las malas miradas y lo interpretan como un desafío a su autoridad se están equivocando, explica Rodrigo. Se produce entonces una escalada de reacciones negativas que no lleva a ningún sitio, arguye.

Los hijos pasan a convertirse en personas mal encaradas, con sueño todo el día, tirados en el sofá… Muchos de esos cambios tienen un origen biológico, desciende la dopamina y los niños entran en un estado de somnolencia permanente, abúlicos, nada les interesa. “Esa bajada hormonal se compensa con búsquedas de híper activación en las salidas nocturnas, sin medida alguna, hasta el agotamiento”. Si en esas manifestaciones los padres no son capaces de ver cambios hormonales y biológicos sino que se quedan en el reto permanente y la contestación continuada, empieza la mala relación.

Por eso en el programa ‘Educar en positivo’ la mayoría de los padres y madres que acuden tienen niños pequeños o adolescentes, porque las etapas intermedias son más suaves, los niños son más dóciles y se comportan siguiendo la pauta. Se trata por lo general de padres con cierta cultura digital y nivel educativo medio-alto, que consideran que el intercambio de experiencias entre ellos resulta muy productivo.

“Lo que está claro es que el que se equivoca continuamente y llega incluso a maltratar a sus hijos nunca ha hecho una evaluación ni corrección de sus errores, porque nunca le ha mirado a la cara del niño ni ha reflexionado sobre su actitud”. En cambio, el que ha cometido errores pero entra en un proceso de reflexión a través de este programa formativo acabará mejorando y superándose, asegura la experta, porque se trata de adquirir nuevas habilidades que van poniendo en práctica poco a poco.

Modelos familiares

Muchos padres o madres no han digerido la educación dominante que tuvieron y transmiten directamente esos comportamientos a sus hijos. “Si no estableces una relación crítica con la educación que has recibido lo vas a volcar inmediatamente en tus hijos”. En las personas que han experimentado relaciones parentales frías, hostiles, en las que la intimidad en las relaciones (confianza, comunicación) era un perpetuo sofoco y disgusto, hay que hacer mucho trabajo terapéutico para que no proyecten esa forma de concebir las relaciones hacia los hijos. Es más, añade, primero se proyecta en la pareja y luego en los hijos.

Un cachete muy de vez en cuando no llega a ser maltrato físico, pero es un castigo corporal que puede derivar en éste y ante el cual la sociedad todavía se muestra comprensiva. Sin embargo, esa forma de castigo no es educativa, añade al catedrática. “Es un fracaso en el proceso de socialización por parte del adulto, porque es una clara expresión de su incapacidad de responder adecuadamente y la consiguiente pérdida de control”.

La retirada de un privilegio puede funcionar, pero lo más efectivo, prosigue, es la argumentación. Hablar con ellos y ponerlos en la situación del otro, de cómo se ha sentido. “Y lo más importante: hay que atender más las veces que está haciendo bien las cosas, y normalmente ahí pasan desapercibidos”. Hay mucha gente que es híper reactiva a lo malo y no tiene ni el más mínimo gesto de refuerzo cuando el niño lo hace bien. “Este desequilibrio hace que los niños tengan una imagen demasiado mala de sí mismos, y que no tengan una pauta correcta de lo que está bien, sino que de lo que no puede hacer”.

Una situación típica de la infancia expuesta por la profesora en la que casi siempre todo acaba mal tiene que ver con la regulación del cansancio. “Hay niños a los que el cansancio los desarticula, y los padres se empeñan en ponerlos al límite, bien por exceso de actividades o por pretender tenerlos inmóviles sin que molesten. “Hay que llevar una estructura mesurada de las actividades y respetar sus tiempos” y en ese sentido muchas situaciones incómodas que derivan en conflicto pueden prevenirse.

En suma, educar es una tarea difícil pero el paso por el programa ayuda a los padres a no sentirse solos y a contar con nuevas formas de pensar y de actuar en la vida cotidiana. En la era del Internet, http://www.educarenpositivo.es es un recurso que está disponible a nuestro alcance y puede acompañar en este proceso.

Gabinete de Comunicación


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