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Tres razones para amar el aprendizaje-servicio

martes 10 de diciembre de 2019 - 08:51 GMT+0000

Pilar Aramaburuzabala

Un grupo de chicos y chicas de la localidad turística de Arguineguín (Gran Canaria) aparcó los partidos de fútbol, las fotos ‘instagrameables’ y el surfeo en las doradas playas de Mogán para pasar largos ratos con personas mayores en un centro de día de su municipio. Con ellos, entre otras muchas cosas, recuperaron recetas tradicionales canarias, hicieron zumba y aprendieron varias pautas para prevenir el alzheimer.

Puede parecer una bonita manera de hacer voluntariado pero no lo es. En realidad, los chicos y chicas son alumnos del IES Arguineguín. Su acción, un proyecto denominado ‘Estimulación cognitiva y acompañamiento a mayores’ (realizado como parte de su asignatura de psicología en secundaria) que resultó galardonado con el premio inclusión en la cuarta edición de los Premios Aprendizaje-Servicio 2018, convocados por la Red Española de Aprendizaje-Servicio, la ONG Educo y la Editorial Edebé.

Este es solo uno de los muchos proyectos que se desarrollan en el ámbito del aprendizaje-servicio (ApS) en España. Para los que no sepan qué es, en palabras de Pilar Aramburuzabala, el aprendizaje-servicio es una herramienta educativa tan poderosa que responde a una manera de entender el mundo, el desarrollo sostenible, la justicia social y la educación”. Una herramienta capaz de transformar la realidad que, sin duda, tiene en esta coordinadora del Programa de Aprendizaje-Servicio en la Facultad de Formación de Profesorado y Educación de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) a su mejor embajadora.

El hecho de que esta metodología activa, a través del servicio a la comunidad, permita al estudiantado salir del aula, empaparse de realidad, aprender, actuar y experimentar para mejorar el entorno en el que vive fue el mensaje que la presidenta de la Asociación Red Universitaria de Aprendizaje-Servicio y directora del Observatorio Europeo de Aprendizaje-Servicio en Educación Superior transmitió durante la jornada ‘La educación con compromiso’, desarrollada hace unos días en la Facultad de Educación de la Universidad de La Laguna (ULL).

La reciprocidad

Aquí no solo salen ganando los que reciben el servicio. La reciprocidad es primordial: “Damos lo que tenemos, los conocimientos, pero la comunidad nos está dando oportunidades que no se tienen si no se sale del aula. Los problemas reales son interdisciplinares y la oportunidad de trabajarlos es esta”. Una oportunidad única que no se ciñe a los ámbitos de la educación formal (infantil, primaria, secundaria o universitaria) sino que se extiende a otros muchos entornos. Lo usan los scouts, la Cruz Roja, las ONG, los centros sociales…

¿Los proyectos? Variados. Desde el trabajo en pequeños huertos urbanos, campañas de donación, centros de mayores, en organizaciones sin ánimo de lucro y en la preservación de especies, a la entrega de verduras ecológicas. Siempre sin perder de vista una premisa: el objetivo de justicia social. Los proyectos no nacen porque sí. Se estudia la realidad del entorno y se planifican y ejecutan en función de las necesidades que tengan los colectivos más desfavorecidos.

Si se analiza, es un método muy simple. Se trata de aprender dando un servicio a la comunidad, con el poder de contribuir a formar “ciudadanos competentes capaces de transformar la sociedad y mejorar el entorno”, y teniendo en cuenta los objetivos de la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible trazados por la ONU. No en vano, P. Aramburuzabala asegura que este método lo tiene todo. “Esta metodología es buena, bonita y barata, sin olvidar que también es motivadora. A los alumnos les motiva salir del aula, hacer una actividad que implica un compromiso social y trabajar para otros”.

La metodología educativa que nació en EEUU, el país de las oportunidades, donde el Born in the USA de Bruce Springsteen es casi un himno patrio, llegó a España hace ya varios años, se afianzó en comunidades autónomas como Madrid, País Vasco o Cataluña, y ahora despunta con fuerza en toda España y especialmente en Extremadura, Asturias y Canarias. Indudablemente, posee una serie de elementos que apetecen por igual a alumnos y profesores. Por eso ha llegado para quedarse y por eso, también, quien la descubre y conoce sus ventajas se rinde ante ella sin contemplaciones.

  1. El aprendizaje

Si alguien se pregunta por qué funciona el ApS, una de las razones fundamentales es que los objetivos de aprendizaje deben estar expresamente definidos y ajustados para dar respuesta a las necesidades que se detectan. Como las que definen el proyecto en el que trabajan actualmente en la Universidad Autónoma de Madrid, enmarcado en el ámbito europeo. España participa, junto a media docena de países, en iniciativas de aprendizaje-servicio desarrolladas en zonas rurales.

Concretamente, en la sierra norte de Madrid, “donde estamos trabajando con un Grupo de Acción Local (GAL) en un proyecto que me está aportando una perspectiva nueva porque se sale del mundo urbano y se adentra en el rural, con grandes necesidades”, comenta Aramburuzabala. Las dos iniciativas elegidas tienen que ver con la educación y el emprendimiento.

“Lo que pretendemos es promover el desarrollo rural a través de proyectos emprendedores. Para ello trabajamos en colaboración con la Fundación de la Universidad Autónoma de Madrid (FUAM), y con estudiantes que pueden colaborar con pequeños comercios y empresarios en estrategias de marketing, contabilidad o diseños de páginas web”. Los beneficiarios pueden ser el panadero, el ganadero o el granjero que quiere aumentar su producción de huevos.

Múltiples perfiles repartidos en los 42 pequeños pueblos que han sido objeto de estudio, y en los que la falta de recursos o de formación, unidas a la despoblación, al aislamiento y a las largas distancias entre núcleos habitados los convierten en “un entorno con tanta necesidad como para que el aprendizaje- servicio se centre y se desarrolle”.

La forma de aprender conocimientos fuera del aula difiere mucho de la que se practica puertas adentro, propias de un sistema educativo reglado. El ApS prima la práctica sobre la teoría, y los proyectos pueden estar vinculados a una o varias asignaturas, al prácticum, a un Trabajo de Fin de Grado (TFG) o de máster (TFM). “No conozco ninguna metodología que desarrolle tantas competencias transversales y genéricas como esta”.

  1. El servicio

En los estudiantes que comienzan un proyecto de este tipo hay un antes y un después. No solo cambian su forma de aprender los conceptos y de ver el mundo. Cambia también la manera en que se relacionan con la sociedad y el valor que dan al compromiso social. “Es mucho más probable que un estudiante que ha participado en proyectos de ApS se implique más en actividades solidarias o de voluntariado a lo largo de su vida que otro que no lo haya hecho”.

Aunque una parte del estudiantado está sensibilizada con los problemas sociales actuales, “muchos van con prejuicios”, comenta Aramburuzabala. Es momento, entonces, de hacer una reflexión sobre las expectativas, motivaciones y dificultades que se van a encontrar. Ya no están en el aula. Les toca enfrentarse a los problemas reales, averiguar si realmente tienen vocación o no, si saben resolver conflictos, o si poseen las habilidades necesarias para desarrollar su profesión. Es, al final del proyecto, cuando los estudiantes “tienen plena conciencia de lo que han hecho y aprendido”.

Razones de peso por las que uno de los objetivos que se persigue en la asociación europea es que “todas las universidades europeas ofrezcan a sus estudiantes, al menos una vez a lo largo de la carrera, la oportunidad de participar en un proyecto”, comenta su presidenta. Fue algo que tuvo claro a raíz del Europe Engage, un proyecto de tres años de duración que “dio lugar a cosas increíbles, además de abrirse más y más”, hasta originar una red y la asociación actual.

Paradójicamente, Europa, el continente con algunos de los mejores sistemas educativos del mundo (como el finlandés o el suizo) ha sido la última región del mundo en descubrir esta herramienta educativa revolucionaria. “En 2014 me pregunté qué estaba pasando en Europa. No había nada de información de ApS, por eso pensé que lo mejor era solicitar un proyecto a la Unión Europea (UE) para hacer un mapeo y ver qué profesores y universidades estaban interesados”.

A partir de ese momento, el avance ha sido meteórico. En España hay dos redes de ApS, la general y la universitaria, y se está impulsando “fuertemente” la asociación europea. En Europa, prácticamente la mitad de los países ha incorporado a sus sistemas educativos el aprendizaje-servicio, que no solo conquista a los alumnos, sino también a los profesores. “Si preguntas a los docentes, una de las respuestas que más se repite es “qué maravilla haber colaborado con otros profesores, habernos coordinado”.

  1. La colaboración

Aprender sirviendo no es posible si no se va de la mano de entidades colaboradoras, como las ONG, organismos gubernamentales, entidades financieras, fundaciones o asociaciones de vecinos. Es absolutamente necesaria la participación activa de terceros en cualquier proyecto, y nunca ha de obviarse “con quién más se puede colaborar”. Es innegable que la voz del estudiante es esencial, pero las decisiones que se tomen en todo el proceso deben de ser “consensuadas” siempre. Esta connotación de la participación se fragua en una serie de requisitos, como las actividades de reflexión y difusión, o la sostenibilidad y reciprocidad del proyecto.

El aprendizaje-servicio tiende a transformar los centros educativos. Así lo siente Pilar y así lo vieron también en el Ayuntamiento de Madrid, que suscribió hace dos años un convenio con ocho universidades para desarrollar proyectos, en un proceso que no es que sea mágico, pero sí fascinador. Ese trasvase del conocimiento desde el aula a la sociedad fue lo que atrapó a esta profesora cuando trabajaba en Estados Unidos como pedagoga.

Convencida de que estaba ante todo un descubrimiento y de que sería una metodología de éxito, como así es, regresó a España con la firme intención de aplicarla. “Cuando llegué, en 1997, empecé a dar clases en la universidad y a utilizarlo con los estudiantes. Buscaba y no conseguía resultados en internet, hasta que descubrí que había pequeños grupos de personas que estaban trabajando en el ApS y se iban a reunir en Portugalete (Vizcaya). Y así, de un día para otro, me fui a conocerlas”.

En esos años el aprendizaje-servicio comenzaba en Madrid, Cataluña y País Vasco, las comunidades pioneras. Desde entonces, esta profesora ‒que trabajaba en la IE University de Segovia hasta hace nueve años‒ ha estado siempre comprometida con la difusión e institucionalización de esta metodología. “Hemos organizado dos congresos de la red universitaria en Madrid, y uno de la general”.

Fenómeno imparable

Hace tres meses que se fundó la asociación europea de ApS que preside, y que compagina con la dirección del observatorio europeo. “Hemos creado un comité, un grupo de trabajo que conecta la asociación con el observatorio”. Un paso más en la implantación de esta manera de aprender, que desde 2010 hasta hoy se ha convertido en un fenómeno imparable.

Ahora, todos quieren tener un proyecto de aprendizaje-servicio en su centro. En Canarias, en seis años, se han dado pasos de gigante en los distintos ámbitos educativos. La Universidad de La Laguna apuesta desde hace un cuatrienio por esta herramienta educativa, convencida de que mediante ella debe potenciarse el cambio social. Y es que, además de su capacidad transformadora, “necesitamos metodologías experienciales para que los estudiantes no solo aprendan mecánicamente”, porque “aprender por aprender no va a ningún lado”.

Y motivos para llegar a esta conclusión no faltan, a la vista del último informe PISA, que evidencia que los alumnos (de 15 años) españoles se sitúan por debajo de la media de la OCDE en matemáticas y ciencia. Uno de los peores resultados en años. Un batacazo que no hace más que corroborar las palabras que Pilar pronunciaba hace días en esta entrevista: “El sistema educativo que tenemos no logra hacer el cambio que tiene que hacer. Hace infelices a muchos niños y genera altas tasas de fracaso escolar. En general, no lo estamos haciendo bien, pero tampoco hemos encontrado el camino para iniciar el cambio”.

Para hacerlo “hay que cambiar todo el concepto de lo que es enseñar y aprender”, algo que solo es posible con el apoyo de todos. “Necesitamos el apoyo de los padres para que todo el mundo colabore y se pueda producir ese cambio tan deseado. No hay que entender la evaluación como un examen continuo, hemos pervertido el concepto. Es transformar el concepto de evaluación para que sea formativa y formadora”.

A este reto suma otro: el cambio que tienen que hacer también profesores y maestros, un cambio “por dentro del que realmente estemos convencidos”, tanto como la dirección que hay que tomar. Un proceso de transformación, “primero como personas y luego como profesionales”, que cree que pronto llegará. Porque Pilar está ahora en un bendito “camino sin retorno”, o como dicen los americanos, en un road withouth return al que la ha llevado el aprendizaje-servicio. “Una vez que lo conoces ya no lo quieres dejar, genera cambios excepcionales en tu docencia y en todo lo que la envuelve”. Y eso es bueno. Tremendamente bueno.

Gabinete de Comunicación


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