Skip to main content

La Universidad de La Laguna celebra el 75 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos

lunes 11 de diciembre de 2023 - 11:52 GMT+0000

Tal día como ayer 10 de diciembre se cumplieron los 75 años de la aprobación por la Asamblea General de Naciones Unidas de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. El Decanato de la Facultad de Derecho de la Universidad de La Laguna quiere aprovechar esta efeméride para señalar su enorme importancia en la sociedad de hoy, y cómo es vital en una comunidad científica y educativa conocer y hacer valer su legado. El Texto íntegro reza así:

“Aún queda lejos alcanzar sus objetivos, pero el cambio que ha marcado en nuestro mundo es trascendental, y la profundización en los mismos, así como su efectivo respeto global son importantes para orientar nuestro futuro. Conocer los retos que tenemos por delante como sociedad justa, reconocer dónde estamos, no resta importancia a su significación en estos 75 años. Su texto sigue representando los valores de nuestra sociedad, y su papel de guía y referente es innegable, para alejarse de la barbarie que supuso la Segunda Guerra Mundial, de la que el texto es producto, el caro aprendizaje que no debemos olvidar.

En España, además, nuestra Constitución, de la que acabamos de celebrar su 45 cumpleaños, remite a la Declaración como regla interpretativa de los derechos y libertades que la Constitución reconoce (artículo 10.2 CE), lo que otorga a la Declaración Universal una especial relevancia entre nosotros.

La Declaración no se limita a reconocer los derechos humanos clásicos, como ocurriera con la Declaración francesa de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, de 1789, sino que se extiende a derechos de carácter social y económico, posteriormente desarrollados en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, de 1966. Nuestra Constitución, al incorporarlos, se sitúa entre las más avanzadas del planeta.

Fuente: Naciones Unidas.

Ambos textos, Declaración y Constitución, se asientan en el respeto al individuo, así los artículos 9.2 y singularmente 10.1 CE (este último establece que «la dignidad de la persona, los derechos inviolables que le son inherentes, el libre desarrollo de la personalidad […] son fundamento del orden político y de la paz social»), encuentran su paralelismo en el primer párrafo del preámbulo de la Declaración («la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana»), idea que consagra en su artículo primero, «sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición” (artículo 2).

La Declaración fija los mínimos de los derechos políticos (libertad, vida digna, prohibición de la tortura, la esclavitud y los tratos degradantes, derecho a la personalidad jurídica, a la igualdad, al acceso a la justicia, a la presunción de inocencia, a la privacidad del domicilio y las comunicaciones, al respeto a su honor, la libertad de circulación y residencia, el derecho de asilo, el matrimonio voluntario y libre, la propiedad individual y colectiva y no ser privado de ella. la libertad de pensamiento y opinión, de reunión y asociación, la de participación política) y se adentra también en los económicos y sociales (derecho al trabajo, la seguridad social, remuneración equitativa, sindicación, descanso y vacaciones pagadas, salud, alimentación, vivienda, cuidados asistenciales de la maternidad y la infancia, igualdad de los hijos); al servicio de unos y otros y como una necesidad para su consecución está la educación y la ciencia.

La educación en la Declaración (y también en la Constitución) tiene por objeto «el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales; favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos, y promoverá el desarrollo de las actividades de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz». A esa educación tiene derecho «toda persona», «debe ser gratuita, al menos en lo concerniente a la instrucción elemental y fundamental», y la «elemental será obligatoria»; y la superior, «técnica y profesional», «habrá de ser generalizada» e «igual para todos, en función de los méritos respectivos» (artículo 26).

Finalmente, proclama que «toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad, a gozar de las artes y a participar en el progreso científico y en los beneficios que de él resulten» (artículo 27). Como se ve, la ciencia debe estar al servicio de todos, todos y cada uno de nosotros podemos disfrutar del progreso científico. Sin la Declaración y sin el papel de la educación y la ciencia, el mundo posterior a la Segunda Guerra Mundial habría sido muy distinto.

Todos y todas debemos de ser conscientes de que nuestra formación, además de ser una herramienta para ganarnos la vida, tiene un importante efecto en un mundo más justo. Todos debemos comprometernos con este propósito universal. Sólo así podremos profundizar en su efectiva realización.

Por ese motivo invitamos a todos a reflexionar sobre ello, y a participar en el acto de conmemoración que celebramos hoy a las 12:30 horas en la Facultad de Derecho”.


Archivado en: Destacado, Facultad de Derecho, Institución, Portada ULL

Etiquetas: