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Las poblaciones del México prehispánico vivieron un cambio climático, según un estudio en el que colabora la ULL

miércoles 17 de mayo de 2023 - 07:53 GMT+0000

Imagen de archivo de Rosa Fregel, investigadora de la Universidad de La Laguna que ha participado en este estudio liderado por la Universidad Nacional Autónoma de México.

La revista Science acaba de publicar la investigación “Historia demográfica y estructura genética en el México central prehispánico”, en el cual se han analizado restos de ADN antiguo que demuestran que la población del país centroamericano soportó un severo cambio climático ocurrido hace un milenio, caracterizado por graves sequías. El estudio ha sido liderado por Viridiana Villa Islas y María Ávila Arcos, de la Universidad Nacional Autónoma de México, y ha contado con la participación de la profesora e investigadora Rosa Fregel, del Departamento de Bioquímica, Microbiología, Biología Celular y Genética de la Universidad de La Laguna, junto a investigadores de otras instituciones de México, Dinamarca, Suecia, Estados Unidos, Alemania, Francia y España.

El estudio señala que entre 1.100 y 900 años en el pasado hubo un episodio de calentamiento global que afectó a numerosas civilizaciones, que en América propició graves sequías que reconfiguraron la demografía de las civilizaciones prehispánicas, así como el paisaje ecológico. El estudio ha utilizado datos genómicos antiguos de doce individuos prehispánicos de antes y después de este episodio de cambio climático para investigar la dinámica poblacional en el límite entre las dos regiones bioculturales de Aridoamérica en el norte y Mesoamérica en el centro y sur de México.

Las evidencias arqueológicas indican que las sequías desplazaron la frontera hacia el sur entre la desértica Aridoamérica y la verde y culturalmente rica Mesoamérica, que fue el hogar de grandes civilizaciones como los aztecas y los mayas. Este cambio climático supuestamente provocó una sustitución de la población en la frontera norte de Mesoamérica por cazadores-recolectores seminómadas procedentes de Aridoamérica.

Sin embargo, esta hipótesis se basa únicamente en datos arqueológicos, por lo que los investigadores de este proyecto han generado datos genómicos y de ADN mitocondrial antiguos para ponerla a prueba. Además, se han aprovechado estos datos para describir la antigua estructura poblacional de México e investigar la contribución de linajes genéticos no muestreados a los genomas antiguos.

La estructura poblacional prehispánica se asemeja mucho a la observada en el México actual, que diferencia claramente a las poblaciones indígenas del norte y del centro. Esto refleja una conservación general de la estructura genética de las poblaciones que habitan el territorio mexicano durante al menos 1.400 años (que es la fecha del individuo más antiguo del estudio).

El equipo investigador ha hallado continuidad genética en los individuos antiguos de antes y después del episodio de cambio climático, lo cual contradice la hipótesis del reemplazo poblacional por grupos aridoamericanos en esta región y sugiere que la población local permaneció en su territorio a pesar de las prolongadas sequías. Esta continuidad puede explicarse por la favorable ubicación en la alta y húmeda Sierra Gorda y por el hecho de que la minería de cinabrio era la principal actividad económica, no la agricultura.

También se ha identificado la contribución de dos “poblaciones fantasma” en las poblaciones prehispánicas del norte y centro de México, respectivamente. Se denominan así a aquellos ancestros genéticos que aún no se han caracterizado desde un punto de vista molecular (no se dispone de información directa de su ADN), pero cuya contribución puede detectarse mediante métodos estadísticos. Un resultado interesante ha sido que, mientras que la ascendencia genética no muestreada que contribuye al genoma del norte coincide con una identificada previamente en una población actual del sur de México, la segunda procede de una población fantasma desconocida hasta ahora.

De este modo, los genomas antiguos revelaron una conservación de la estructura genética en México en los últimos 1.400 años y una continuidad de la población en la frontera norte de Mesoamérica a pesar de las graves sequías de hace 1.100 años. Es probable que la economía basada en la minería permitiera a la población subsistir en su tierra natal durante este periodo de cambio climático en el que la frontera entre Aridoamérica y Mesoamérica se desplazó hacia el sur.

La identificación de una nueva ascendencia genética fantasma, junto con la observada en la antigua Sierra Tarahumara y la actual Mixe, revela una compleja historia poblacional en el Pleistoceno tardío de América. La recuperación y el estudio de genomas antiguos de México, realizados de manera ética, pueden ayudar a llenar importantes lagunas en nuestra comprensión de la historia poblacional profunda de las Américas.


Archivado en: Bioquímica, Microbiología, Biología Celular y Genética, Destacado, Investigación, Portada ULL

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