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Los suelos volcánicos canarios son muy sensibles a sufrir grandes escorrentías y erosión tras incendios forestales

viernes 20 de octubre de 2023 - 14:00 GMT+0000

Imagen de archivo de un área del Parque Nacional de El Teide tras un incendio forestal.

Los suelos volcánicos de Canarias son especialmente susceptibles a la ocurrencia de eventos de escorrentía y erosión de gran magnitud tras incendios forestales. Así lo revelan diversos estudios desarrollados desde 2015 por el Área de Edafología y Química Agrícola de la Universidad de La Laguna, en colaboración con los cabildos de Tenerife y Gran Canaria, el Gobierno de Canarias y otras instituciones de investigación como el Centro para la Investigación de los Incendios Forestales de la Universidad de Swansea (Reino Unido), el Servicio Forestal de EE.UU y la Universidad de Melbourne (Australia).

Esta serie de estudios ha abordado el efecto de los incendios forestales sobre la escorrentía, la erosión y la ocurrencia de riadas y movimientos de tierra en todo tipo de terrenos y, en particular, en suelos volcánicos. Los trabajos de campo, financiados por la UE y el Ministerio de Medio Ambiente del Reino Unido, han sido desarrollados en EE.UU, Reino Unido, Australia y Canarias tras los incendios de 2015 y 2018 en Tenerife (Altos de Arafo y de Vilaflor y Madre del Agua) y en Gran Canaria (Artenara 2019).

Esta proclividad a las escorrentías y la erosión es especialmente cierta en zonas del norte de las islas donde las condiciones climatológicas permiten el desarrollo de suelos de gran profundidad que, en muchas ocasiones, se encuentran en áreas de elevada pendiente. El impacto del fuego en estas zonas suele ser severo, lo que incrementa el riesgo de avenidas y acarreos. Por poner un ejemplo, tras el incendio de Artenara en 2019, se cuantificaron hasta 6 toneladas de acarreos (suelos y piedras) en las zonas más húmedas afectadas por el fuego.

Uno de los investigadores de la Universidad de La Laguna responsable de estos estudios, Jonay Neris Tomé, explica que, si bien el efecto más notorio de los incendios es su impacto directo en la vegetación, existen otros que se aprecian incluso años después y, en algunos casos, en zonas que no han sido afectadas por el incendio. Es el caso del incremento de los citados procesos de escorrentía y erosión y las subsecuentes riadas y acarreos en los que se transporta gran cantidad de suelo.

Eventos recientes en zonas afectadas por incendios forestales han mostrado que estos eventos, en conjunción con lluvias extremas, pueden tener consecuencias severas sobre las infraestructuras y la población que se sitúa aguas abajo de una zona afectada por incendios forestales en los años siguientes al incendio.

Esto es especialmente cierto en zonas volcánicas, donde las características de la geología (rocas volcánicas) unidas a las condiciones climáticas y la vegetación de la zona permiten el desarrollo de suelos de gran profundidad incluso en zonas de alta pendiente, como son los suelos de los montes canarios. Estos suelos, si bien son muy fértiles y estables en condiciones naturales, son muy inestables tras verse afectados por el fuego tanto por sus condiciones de profundidad como por su ubicación en zonas de elevada inclinación.

El experto cita, por ejemplo, que tras el gran incendio de La Palma en 2009 y durante las lluvias torrenciales en diciembre de ese año, hubo grandes movimientos de tierra desde las laderas afectadas por el fuego que produjeron cortes e incluso derrumbamiento de carreteras y afectaron varias viviendas y zonas de cultivo en la costa cuando el incendio se produjo a unos 800 metros sobre el nivel del mar. Eventos similares ya habían sido descritos en la isla en 1973, 1979 y 1990. En 2020, tras un incendio de reducida superficie en Tenerife, se produjeron desprendimientos sobre la autopista TF-5 que obligaron al cierre de una vía con una intensidad de tráfico de 40.000 vehículos al día.

Los costes directos e indirectos derivados de estas avenidas y acarreos, tanto para la restitución de infraestructuras como aplicación de medidas para reducir riesgos de escorrentía y erosión, suelen ser cuantiosos: el presupuesto para restitución de infraestructuras tras el incendio de 2009 en La Palma y la posterior riada ascendió a 8 millones de euros. Tras el gran incendio de Tenerife de 2007, el presupuesto para la aplicación de medidas para la reducción de riesgos ascendió a 7 millones. Y en el caso del incendio de Tenerife en 2023, que aún no se ha declarado extinto y afecta ya a 14.000 hectáreas, se estima que ascenderá a 30 millones en tres años, incluyendo los trabajos silvícolas en la zona afectada por el incendio.

La gestión post-incendio incluye la aplicación de medidas para el control de la escorrentía y la erosión en las pendientes afectadas por el fuego para reducir el riesgo de avenidas y acarreos. En esta línea, la Universidad de La Laguna, junto con los cabildos de Tenerife y Gran Canaria y el Gobierno de Canarias, ha realizado estudios sobre la eficacia de diferentes métodos para su control tras incendios.

Estos estudios han aportado información sobre la eficacia de los métodos de control actualmente utilizados (principalmente fajinas) y han permitido proponer el uso de métodos alternativos de alta eficacia en la reducción de la escorrentía y la erosión, como el uso de astillas obtenidas a partir del material vegetal quemado, o pinocha como cobertura del suelo para mejorar la infiltración y reducir la escorrentía y el transporte de suelos, recomendable en ciertos escenarios.

Los resultados obtenidos han permitido también la adaptación del modelo de predicción de la escorrentía y la erosión WEPPcloud, desarrollado por el Servicio Forestal de EE.UU, para Tenerife y, próximamente, el resto de islas. Dicho modelo, de libre acceso y diseñado para gestores forestales, permite predecir la probabilidad de ocurrencia y magnitud de fenómenos de escorrentía y erosión en cuencas afectadas por incendios forestales.

En la actualidad, el Área de Edafología y Química Agrícola de la institución académica colabora con técnicos del Cabildo de Tenerife para diseñar las medidas de control de la escorrentía y la erosión en las zonas afectadas por el reciente incendio de Arafo de 2023, utilizando los resultados de este modelo.


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