El escritor fecundo que fue Pedro García Cabrera hizo en 1930 una aproximación al teatro con la pieza Proyecciones, adscrita a las tendencias de vanguardia de la época pero que nunca ha sido representada. Hasta la fecha, el texto conocido es el recogido en las obras completas del autor recopiladas en 1981. Recientemente, David García, licenciado en Filología por la Universidad de La Laguna, descubrió entre las páginas del manuscrito original una página hasta ahora inédita.
García presentó su ponencia junto con José Antonio Ramos Arteaga, profesor de literatura de la Universidad de La Laguna, quien contextualizó la obra teatral de García Cabrera antes de dar paso a la exposición de su compañero. Arteaga valoró Pasajes por su «carácter anecdótico», al ser el único acercamiento que realizó su autor al mundo de la escena.
De la pieza existía una versión manuscrita en la década de los 30, y una mecanografiada años después, que fue la empleada como base para las obras completas. Fue en esa copia la que se traspapeló, según García, y ello impidió que una página del original llegara a imprenta.
El trabajo de crítica textual del filólogo le permite especular con la posibilidad de que Proyecciones fuera pensada como una pieza de nueve cuadros, que García Cabrera dejó inacabada terminar el octavo. Al parecer, el manuscrito se abre con el epígrafe «Obra en nueve cuadros», pero no llega a haber un fragmento noveno.
García especula que este cuadro puede haber sido destruido, ya que la última página existente del manuscrito está muy deteriorada. Pero el ponente aportó otra hipótesis: la obra es muy autobiográfica y supone un severo análisis que se hace el poeta a sí mismo; es posible que en el último momento el pudor le aconsejara no seguir adelante con el proyecto. De ahí que permaneciera inédita hasta la edición de las obras completas de 1981.
En una ponencia previa, Rafael Fernández Hernández, también de la ULL, se refirió a la obra teatral de García Carera, a la cual consideró uno de los vértices del teatro de vanguardia canario, junto a La casa de tócame Roque, de Agustín Espinosa, y Tic-Tac, de Claudio de la Torre.
Para el ponente, la obra de De la Torre es la de mayor entidad, y la única que cumple todo el ciclo creativo del teatro, ya que llegó a ser representada. Sobre la pieza de García Cabrera, apuntó que entronca con obras suyas de otros géneros, como la prosa lírica de Senos de tinta.
