El Instituto Universitario de Estudios Medievales y Renacentistas de la Universidad de La Laguna ha organizado un seminario acerca del mecenazgo en la Edad Media, que se celebrará hoy jueves 7 y mañana 8 de abril en el Aula Elías Serra Ràfols de la Facultad de Geografía e Historia y el sábado 9 en el Convento de San Francisco de Icod de los Vinos.
Tal y como explican los investigadores de este instituto, el mecenazgo estuvo inicialmente restringido a la monarquía y a la alta aristocracia, especialmente eclesiástica. Posteriormente se fue abriendo a otros nobles, a los gobiernos municipales y, al final del período, a burgueses enriquecidos. “El reconocimiento de los poderosos hacia la cultura no sólo se manifestaba en el mecenazgo, pues muchos de ellos fueron también autores o árbitros en tales cuestiones”, argumenta Roberto González Zalacaín, investigador del instituto.
En estas jornadas que se abrieron esta mañana participan expertos de las universidades de Lille, Ginebra, Santiago de Compostela, Sevilla, Rovira i Virgili, Autónomas de Madrid y la propia Universidad de La Laguna. En ellas se analizarán aspectos como ‘Mecenazgo regio en la Corona de Castilla a fines de la Edad Media’, ‘El mecenazgo literario en la Europa del Románico’, ‘Catedrales y mecenazgo: la elaboración de la memoria en el Occidente peninsular’, ‘El ámbito moral del mecenazgo’ o ‘El mecenazgo en Canarias’, entre otras ponencias.
Zalacaín explica que en las sociedades medievales, “raros han sido los poderes, religiosos o laicos, que no hayan sentido la necesidad de acompañar su acción de un cierto esfuerzo de legitimación y justificación ideológica”. Cualquier tipo de medios podía ser puesto al servicio de la ideología y de la propaganda: el arte en todas sus formas, la literatura oral o escrita, la historia o el derecho. “Para los hombres de la época, esos monumentos, esos objetos, esas imágenes eran ante todo funcionales. Servían para algo”.
El investigador continúa advirtiendo que “en una sociedad muy jerarquizada, que atribuía a lo invisible la misma realidad que a lo visible, y una fuerza aún mayor, y que no concebía que la muerte pusiera fin al destino individual, desempeñaban dos funciones principales. Eran, por una parte, presentes que se ofrecían a Dios en alabanza y acción de gracias, esperando obtener como contrapartida su indulgencia y favores. Y eran, también, afirmación de la autoridad. Celebraban el poder de Dios, de sus servidores, de los caudillos militares, el de los ricos. Por eso, los poderosos de este mundo dedicaban a su gloria personal lo que no sacrificaban a la gloria de Dios. Querían erigir en torno a su persona un decorado que los distinguiera de la gente ordinaria”.
Encargaban objetos bellos que distribuían con magnificencia a su alrededor como signo de su opulencia y para atraerse lealtades. “Por eso, la creación intelectual y artística se desarrolló en los lugares donde se concentraba el poder y los beneficios del poder”.
Desde esta perspectiva, el seminario de la Universidad de La Laguna debatirá sobre la personalidad de los mecenas, sus objetivos, sus medios de acción y sus relaciones con los patrocinados.

