Desde la dieta aborigen —basada en el gofio, en los productos obtenidos del ganado, sobre todo de las cabras, en los frutos como dátiles e higos y en algunos mariscos— hasta su transformación tras la conquista en el siglo XV, la alimentación en Canarias es el reflejo de la influencia de múltiples factores históricos y culturales.
A partir de la colonización, las islas se convirtieron en un punto estratégico entre Europa y América, facilitando el intercambio de productos: desde América llegaron papas, millo, tomates y chocolate, mientras de las islas salía trigo, caña de azúcar, cerdos, etc.
Este flujo comercial y cultural enriqueció la cocina isleña. Los viajeros extranjeros que llegaron a Canarias no solo describieron nuestras costumbres, también introdujeron otras como el té y horarios ingleses en las comidas. Asimismo, los recetarios familiares son una documentación clave para entender esta evolución.
De la cocina a los libros: alimentos que cuentan nuestra historia pretende mostrar cómo las formas de preparación de la comida varían según el momento histórico, dando lugar a una dieta y hábitos alimenticios distintos que a su vez condicionan nuestra salud.










