Elena Mª Rodríguez Rodríguez,
María Encarnación Velázquez Barrera

Los árboles frutales fueron introducidos en Canarias desde el continente europeo, muy probablemente, durante los primeros años de la Conquista. Estas especies se adaptaron a las condiciones edafoclimáticas de las medianías de las islas, sobre todo en aquellas con mayor altitud y diversidad de climas, como ocurrió con los manzanos, castaños y perales. Sin embargo, la higuera es una excepción, ya que se conoce que estaba presente en el archipiélago durante el periodo prehispánico.

Tradicionalmente, los frutales se han cultivado principalmente en los bordes de las huertas, desempeñando un importante papel en la agricultura de subsistencia.  Además de proveer alimento, ofrecían sombra durante las labores de labranza, servían de alimento para el ganado y, en algunos casos, se aprovechaba la madera. Viera y Clavijo (1866) describe el poco esmero de su cultivo:

“se puede asegurar que casi todos nuestros frutales son silvestres, y que no se conoce aquel arte con que en Francia y otros países se hacen las siembras, los plantíos, los ingertos [sic], las podas, las cavas, y los demás medios de mejorar las especies de duraznos, y de otras frutas”.

La higuera se puede localizar a lo largo de toda la geografía insular, en costas o en altura. Hay higueras de varios tipos: higueras gomeras o mulatas, blancas, de a libra, brigasote, bicariñas, breveras, etc. Con el fin de alargar su conservación, ha sido una práctica común secar los higos al sol.

Los perales se cultivan en las medianías de todas las islas y es otro de los frutales con mucha variedad: sanjuanera, de agua, pardas, rabudas o calabazate, de bodega, de manteca, etc., Presentan una amplia gama de formas, colores, texturas y sabores. Además de consumirse frescas, las peras se han utilizado secas, en pucheros o potajes, en almíbar, en repostería… Los manzanos o manzaneros incluyen variedades locales de las islas, como la pajarita, encarnada, agria, el pero, entre otras. De igual manera, los durazneros cuentan con variedades únicas, como el durazno ramblero o el negro, por mencionar algunas.

Los castaños se plantaron principalmente en zonas cercanas al monte, aprovechando no solo su fruto sino también otras partes de la planta. La madera se utilizaba para elaborar muebles,entre otros productos, mientras que las hojas servían como alimento o cama para el ganado. Esta especie también cuenta con variedades únicas, como la redonda, castagrande, arafera, mollar, mansa, etc. Las castañas se consumen tostadas, fritas, guisadas, en guisos de carne o pescado, etc.

En el pasado, el cultivo del almendro ocupó amplias extensiones de la geografía insular, teniendo un papel destacado en la economía de las de medianías de Gran Canaria, en las zonas altas del oeste de Tenerife o en Puntagorda, La Palma. Tal fue su importancia que incluso, a finales del siglo XIX y principios del XX, se llegó a exportar almendra a América y Europa, fundamentalmente al Reino Unido. Se utiliza en una gran variedad de postres tradicionales: mazapán de Tejeda (Gran Canaria), el bienmesabe (originario de La Palma), garapiñada, frangollo (con millo y almendras), queso de almendras (de La Palma), etc. Incluso hay un mojo rojo preparado con almendras.

Hoy en día, muchas de estas especies se encuentran en riesgo de desaparecer debido, entre otros factores, al abandono de la agricultura y de las zonas de medianías.

Bibliografía

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