En cada manuscrito, en cada libro, cuidadosamente conservado, late la memoria de generaciones. La genealogía no es una mera sucesión de nombres, es una red tejida de relaciones, contextos sociales, movimientos, alianzas y afectos. Y es en los fondos documentales de las familias donde esta historia adquiere una dimensión reveladora de vidas.
En los Fondos de la familia Lercaro, de Dacio V. Darias Padrón, de Francisco P. Montes de Oca y García o Rosendo García-Ramos y Bretillard atesoramos fechas y nombres, que es lo primero que busca un genealogista, pero también vidas, recuerdos y vínculos que nos conectan con los que estuvieron antes.
Estos fondos familiares que tienen aquí constituyen una fuente insustituible para el estudio de la historia local, de la evolución de nuestra Comunidad autónoma y de las dinámicas familiares que han dado forma a nuestro presente. Son también un testimonio de la vida cotidiana: testamentos, cartas, árboles genealógicos, contratos, diarios…
Cada pieza es un fragmento de nuestra identidad compartida. Por eso, esta exposición no es solo una muestra de patrimonio bibliográfico, es, sobre todo, un acto de reconocimiento a todos, a quienes los han conservado y a quienes los conservan, a quienes los estudiamos y a quienes comprenden que sin memoria no hay futuro.
Se siguen buscando fórmulas para visibilizar estos fondos, sacarlos del olvido, digitalizarlos, protegerlos y, sobre todo, compartirlos. Solo así podemos garantizar que la historia familiar se incorpore con plenitud a la historia general, es decir, enriqueciendo nuestra comprensión del pasado desde lo más cercano: la vida de las personas.



