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La clonación no es solo ciencia ficción, es una realidad con aplicaciones sorprendentes. A medida que la ciencia avanza, también aumentan las preguntas sobre hasta dónde deberíamos llegar. A todos nos entusiasma la idea de clonar células madre para curar enfermedades, pero ¿estamos listos para afrontar sus desafíos éticos?
El término clonación describe una variedad de procesos que pueden usarse para producir copias genéticamente idénticas de un ser vivo. Puede parecer la trama de una película futurista como “Blade Runner” o “Womb”, pero es una técnica científica que ya se aplica en laboratorios del mundo entero. Desde que en 1996 los científicos escoceses Ian Wilmut y Keith Campbell, del Instituto Roslin de Edimburgo (Escocia) lograron clonar a la oveja Dolly a partir de una célula adulta, no se ha cesado en el desarrollo e investigación de la clonación.
IMAGEN 1- La oveja Dolly, el primer ejemplo de clonación en mamíferos, se puede visitar en el Museo Nacional de Escocia.
Existen tres tipos de clonación artificial, cada uno de ellos incluye procesos propios y se usan con diferentes objetivos. La clonación reproductiva trata de crear una copia genética de un organismo completo, como un animal. En este caso, el objetivo es obtener un ser vivo genéticamente idéntico al original. Sin embargo, en la clonación terapéutica se busca crear células madre que se pueden usar para tratar enfermedades o regenerar tejidos dañados. Es como si se usara la clonación para fabricar piezas de repuesto para el cuerpo humano, con la idea de curar problemas como lesiones o enfermedades degenerativas. Por último, la clonación genética o de ADN se centra en copiar pequeños fragmentos de ADN, es decir, lo que se clona o copia son las instrucciones que tiene nuestro cuerpo para saber qué debe hacer para funcionar correctamente.
Aunque parezca complejo, los avances tecnológicos han hecho posible que la clonación sea cada vez más eficiente. En 2018, científicos chinos clonaron por primera vez dos monos, marcando un hito en la posibilidad de clonar primates. En 2020, el mismo equipo, liderado por Falong Lu y Qiang Sun, afirmaron que un macaco había sobrevivido sano durante más de dos años. El equipo de investigación chino bautizó al mono clonado como Retro.
IMAGEN 2- Retro, el mono ‘rhesus’, clonado.
La clonación es desarrollada por centros de investigación en biotecnología y genética principalmente en países como China, Corea del Sur, Estados Unidos y Alemania. El proceso suele implicar la transferencia nuclear. Se toma una célula adulta, se extrae su núcleo (donde está el ADN) y se inserta en un óvulo al que previamente se le ha quitado su núcleo. Luego se estimula esa célula para que se divida como un embrión normal.
Esto es más habitual de lo que pensamos, ya que la clonación de animales ya ha comenzado a llevarse a cabo, sobre todo la clonación de animales de ganadería y de caballos de competición. Con los animales de compañía también es posible, sin ir más lejos se puede realizar en Málaga, en el primer y único laboratorio de España. El método cuesta unos 55.000 euros. También es cierto que clonar animales plantea dilemas sobre el bienestar animal y el riesgo de disminuir la diversidad genética.
Por otro lado el avance científico de la clonación humana es un tema más complejo tanto en su vertiente científica, como en la legal y la ética. En el caso de que se diera el paso definitivo y la ingeniería genética hiciera posible un clon humano, su creación nos llevaría a plantearnos multitud de cuestiones éticas y morales.
Este, entre otros motivos son los causantes de que la clonación humana sólo alcance el 10 % de éxito, afirmó Diego Claudio Cortez Quezada, investigador del Centro de Ciencias Genómicas (CCG), campus Morelos de la UNAM.
Desde el punto de vista de la bioética, la clonación puede abordarse desde distintos puntos de vista. El conservador dice que no debemos hacer clonación terapéutica porque desde la primera célula hay un ser humano, sin embargo, el liberal expone que el ser es desarrollado en el tiempo, por lo tanto, lo que se hace en un plato de laboratorio no es humano, sino un conjunto de células con información humana.
La doctora Lizbeth Sagols, titular de ética y bioética de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM opinó: «Un clon será una persona sin una identidad individual, no es solo la identidad biológica, sino el significado sobre el que construimos nuestra identidad. Al final, el clon se preguntará ¿quién soy en realidad?».
FOTO 4- Lizbeth Margarita Sagols Sales, licenciada, maestra y doctora en Filosofía.
Aunque en menor medida, la clonación terapéutica también despierta dudas. Si bien podría curar enfermedades como el Parkinson, la diabetes o lesiones medulares, algunas religiones y corrientes filosóficas cuestionan el uso de embriones humanos en laboratorios. Sin embargo, una de las mayores esperanzas en el futuro está en la medicina regenerativa. Los investigadores trabajan para clonar células madre compatibles con los pacientes, lo que permitiría, por ejemplo, fabricar un corazón idéntico al del paciente, sin riesgo de rechazo.
En cuanto a la legalidad en clonaciones, es muy distinta dependiendo del lugar y el tipo de clonación que al que se refiera. La clonación humana está prohibida en la mayoría de los países, pero no hay consenso global. En algunos países, como Corea del Sur, se permite la clonación terapéutica. Por otro lado, en varios países de Europa, cualquier forma de clonación está restringida o prohibida.
A medida que se avanza en el campo de la clonación, cada vez cobran más importancia las consideraciones éticas y jurídicas, hay cuestiones como la propiedad y las patentes de organismos clonados que deberán estudiarse con detenimiento y regularse. Clonar es posible, decidir hasta dónde, es lo difícil.
Autora: Ana Pérez Gamero I.E.S. SANTA ANA
Archivado en: Revista HipótesisEtiquetas: Artículo, Hipótesis, Universidad de La Laguna