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En un mundo donde la interacción entre animales, humanos y el medio ambiente es cada vez más estrecha, las enfermedades zoonóticas ocupan un lugar central en los desafíos de la salud pública. Pero, ¿qué es exactamente la zoonosis? ¿Cómo se originan? ¿Y qué podemos hacer para evitarla?
Una zoonosis es una enfermedad infecciosa que se transmite de animales a seres humanos. Esta transmisión puede ocurrir a través del contacto directo, mediante el consumo de alimentos contaminados, a través de vectores como los mosquitos, o por exposición a ambientes infectados. Los agentes responsables de la zoonosis suelen ser diversos; pueden ser bacterias, virus, hongos, parásitos e incluso priones, agentes infecciosos anómalos responsables, por ejemplo, de la encefalopatía espongiforme bovina, que también es conocida popularmente como “mal de las vacas locas”, en humanos se conoce como enfermedad de Creutzfeldt-Jakob “. Un ejemplo clásico de zoonosis es la rabia, pero no es el único. Enfermedades como la tuberculosis bovina, el ébola, y más recientemente, el COVID-19 (probablemente de origen zoonótico), también son parte de este grupo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más del 60 % de las enfermedades infecciosas humanas tienen origen animal. Esto resalta la importancia de entender y controlar las zoonosis en un mundo cada vez más globalizado.
El término “zoonosis” fue dado en el siglo XIX por el médico alemán Rudolf Virchow, considerado uno de los padres de la medicina moderna. Virchow postuló la célebre idea de “un solo mundo, una sola salud”, anticipando que la salud humana, animal y ambiental están conectadas. Este enfoque, más relevante que nunca, es apoyado por numerosos expertos como el Dr. Fernando Valladares, biólogo e investigador del CSIC, quien señala que «un equilibrio en los ecosistemas minimiza el riesgo de enfermedades». Este concepto se ha vuelto crucial en la lucha contra las zoonosis, resaltando la interdependencia entre la salud humana, animal y ambiental.
Otro nombre fundamental en la historia de las zoonosis es el de Louis Pasteur, que en 1885 desarrolló la primera vacuna eficaz contra la rabia. Su intervención salvó la vida de un niño mordido por un perro infectado, y abrió las puertas al desarrollo de la vacunación preventiva frente a enfermedades zoonóticas.En honor a estos avances, cada 6 de julio se celebra el Día Mundial de la Zoonosis.
El diagnóstico de una zoonosis puede ser un reto, por ello existen dos grandes grupos de técnicas para diagnosticar las zoonosis. Por un lado, están los métodos serológicos, que detectan la presencia de anticuerpos o antígenos específicos en la sangre. Son útiles, pero pueden dar falsos positivos o negativos debido a reacciones cruzadas. Por otro lado, los métodos moleculares, como la reacción en cadena de la polimerasa (PCR), permiten detectar material genético de los patógenos de forma rápida y precisa, y actualmente son el método de elección para muchas zoonosis virales. Una vez diagnosticadas, las zoonosis bacterianas suelen tratarse con antibióticos, mientras que las virales carecen en su mayoría de tratamientos específicos, enfocándose en el control de los síntomas.
¿Están nuestras mascotas en peligro? La respuesta breve es sí, pero con una serie de ligeros matices. Las mascotas que se encuentran bien cuidadas, vacunadas y controladas con regularidad por un veterinario, tienen un riesgo mínimo de transmisión de enfermedades zoonóticas. Sin embargo, los perros, gatos, aves y roedores domésticos pueden contraer infecciones si entran en contacto con animales silvestres o ambientes contaminados. De ahí la importancia de la vacunación (especialmente contra enfermedades como la rabia y la leptospirosis) y del control de parásitos internos y externos. Algunas zoonosis relacionadas con mascotas incluyen: toxoplasmosis, transmitida por gatos infectados; campilobacteriosis, bacterias transmitidas por contacto con heces de animales; y leptospirosis, bacterias presentes en aguas contaminadas.
Los mosquitos no solo son una molestia, sino que también son vectores biológicos capaces de transmitir enfermedades graves como la leishmaniasis, causada por parásitos protozoarios transmitidos por mosquitos flebótomos (Phlebotominae). En España, la leishmaniasis visceral es la forma más frecuente, y su tratamiento suele incluir medicamentos a base de antimonio. Otra enfermedad es el chikungunya, virus transmitido por mosquitos Aedes, que genera fiebre y fuertes dolores articulares que pueden persistir por meses. No existe tratamiento antiviral específico. La fiebre amarilla es otra zoonosis transmitida por mosquitos; se trata de una enfermedad hemorrágica viral aguda, presente principalmente en África y Sudamérica. Existe una vacuna eficaz que proporciona inmunidad de por vida. Además de los mosquitos, otros vectores como las garrapatas también transmiten enfermedades zoonóticas, como la enfermedad de Lyme o la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo.
La rabia es una de las zoonosis más temidas debido a su altísima tasa de mortalidad una vez que aparecen los síntomas. Transmitida por la mordedura de un animal infectado, ataca el sistema nervioso central, provocando parálisis, delirios y, finalmente, la muerte. La rabia es común en mamíferos como murciélagos (depósitos naturales), mapaches, zorros y mofetas en zonas rurales, así como perros y gatos domésticos sin vacunación adecuada. Es importante recordar que los reptiles, anfibios, aves, peces e insectos no son portadores de rabia. En Canarias no existe ningún animal que sea reservorio de la enfermedad, sin embargo, nuestra proximidad al continente africano hace que debamos mantener una vigilancia activa para detectar el riesgo de presentación de casos.
Las zoonosis pueden transmitirse de varias maneras: a través del contacto directo, como mordeduras, arañazos o exposición a fluidos corporales; por contacto indirecto, como superficies contaminadas o ambientes rurales o agrícolas; mediante el consumo de alimentos contaminados; por transmisión vectorial, a través de mosquitos o garrapatas; e incluso por inhalación de polvo contaminado con heces de animales, como el caso de la fiebre Q.
La frecuencia de brotes zoonóticos ha dado lugar al enfoque One Health, que reconoce que la salud humana, animal y del medio ambiente están interrelacionados. Este enfoque implica vigilar la salud animal para anticipar brotes humanos, preservar los ecosistemas para reducir el riesgo de contacto con patógenos desconocidos, y promover prácticas agrícolas sostenibles junto con un control sanitario riguroso en los alimentos. La pandemia de COVID-19 puso de manifiesto de manera dramática la importancia de este enfoque. Se sospecha que el SARS-CoV-2 tiene un origen zoonótico, reforzando la necesidad de integrar las ciencias veterinarias, médicas y ambientales para prevenir futuras pandemias.
El cambio climático, la urbanización y las alteraciones en los ecosistemas locales pueden facilitar la aparición de enfermedades zoonóticas en esta región. Es necesario tomar medidas para preservar ecosistemas naturales y fomentar prácticas sostenibles que protejan tanto la salud humana como la ambiental.
Autores: Kiliam Hernández Díaz, Moisés Daniel Aragoneses Ríos, Frank Arley Rodríguez Viamonte. IES Marina Cebrián
Archivado en: Revista HipótesisEtiquetas: Artículo, Hipótesis, Universidad de La Laguna