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¿El psicópata nace o se hace?

     

5 de julio de 2025

 

Cuando escuchamos la palabra “psicópata”, lo primero que se nos viene a la mente es la imagen de un asesino en serie, como Jeffrey Dahmer o Ted Bundy. Sin embargo, la psicopatía no se reduce a matar. Es un trastorno complejo que puede desarrollarse desde la infancia y está enlazado a factores biológicos, neurológicos y sociales.

Ascensión Ángeles Fumero Hernández, profesora de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Laguna (ULL), destaca que no todos los psicópatas son criminales. Muchos viven entre nosotros, camuflados (un ejemplo es Patrick Bateman, de American Psycho, quien lleva una vida exitosa ocultando su verdadera personalidad). El problema es que carecen de empatía, remordimiento y emociones reales.

Antes de adentrarnos en la “mente asesina”, es fundamental entender qué es la neurociencia. Esta disciplina estudia el cerebro, la médula espinal y las neuronas. Gracias a ella, podemos entender cómo el cerebro controla emociones, pensamientos y comportamientos, pero ¿qué ocurre en la mente de una persona cuando se vuelve psicopática? Cuando vemos películas de terror, nos suelen generar curiosidad sobre por qué actúan así, incluso a veces nos sentimos atraídos por personajes ficticios con esta personalidad, como Hannibal Lecter de la saga iniciada por El silencio de los corderos (Jonathan Demme,1991).

Es común pensar que un psicópata disfruta matando, pero esto es un error. Eso es un asesino. Un verdadero psicópata padece de un trastorno antisocial de la personalidad (TAP), es decir, una condición mental que implica un patrón duradero de manipulación, explotación y violación de los derechos ajentos sin remordimiento ni culpa. Aunque algunos asesinos lo son, no todos los psicópatas cometen asesinatos. La psicopatía es un trastorno de la personalidad caracterizado por conductas antisociales constantes, falta de empatía y manipulación para su propio beneficio. Ser psicópatas no siempre lleva a cometer homicidios. Cuando lo hacen, es por no poder sentir culpa o por buscar gratificación personal sin considerar consecuencias. 

Muchas personas creen que los psicópatas son “enfermos mentales». Sin embargo, los científicos afirman que la psicopatía no es una enfermedad, sino un patrón que se desarrolla en la infancia. Por ejemplo, un niño que sufre violencia o malos tratos puede llegar a entender que las personas son malas y que no debe mostrar afecto a nadie. Así, va perdiendo su empatía y no siente culpa ni vergüenza, buscando satisfacción haciendo sentir inferiores a otros. 

Los medios de comunicación a menudo asocian esta condición con la violencia, pero la realidad es más compleja. No todos los psicópatas son asesinos ni violentos. Películas como Scream o La Matanza de Texas (en esta el personaje de Leatherface está inspirado en Ed Gein, este usó de posavasos los cráneos de sus víctimas), nos hacen preguntarnos cómo alguien puede llegar a ser así, pero no es que se le “crucen los cables”. El neurocientífico Adrian Raine fue pionero en usar escáneres cerebrales para estudiar asesinos violentos. En 1997, utilizó exploraciones PET, que permite tomar imágenes del cerebro y observar áreas relacionadas con las emociones y comportamiento. 

Los psicópatas, al no poder mostrar empatía, piensan en sí mismos y en su satisfacción, sin importar lo que hagan para conseguirlo. Por ejemplo, Jeffrey Dahmer no tuvo una infancia tan traumática como otros asesinos seriales, pero desde pequeño mostró interés en diseccionar insectos. Entre 1978 y 1991 violó, asesinó y desmembró a diecisiete hombres y adolescentes. Ted Bundy, fue un asesino en serie que confesó matar a treinta mujeres, usando el engaño para atraerlas y luego secuestrarlas, golpearlas y violarlas.

Los psicópatas sí tienen sentimientos. Sin embargo, están centrados únicamente en ellos. Y, a veces, no saben lo que son, e incluso tú podrías serlo. Diversos estudios de neurociencia sugieren que alteraciones en áreas prefrontales del cerebro están relacionadas con rasgos psicopáticos. Estas son asociadas con la conciencia del trastorno y la capacidad para entender los propios pensamientos y emociones. 

Hoy muchas noticias nos informan de personas “normales” que han sido condenadas por asesinatos brutales. Los psicópatas pueden cambiar de un día para otro. Casos reales como los que inspiraron Mindhunter o Zodiac, dirigidas por David Fincher, muestran cómo pueden pasar desapercibidos durante años. Hay algunos rasgos comunes para poder detectarlos: no se plantean metas a largo plazo, mentiras patológicas, irresponsabilidad, manipulación y ausencia de miedo. 

Detectar a un psicópata no es fácil, ya que suelen aparentar ser agradables, encantadores y serviciales. Puede estar en tu familia o ser tu jefe. Existen diferentes tipos: el estafador, el manipulador que asciende pisoteando a otros, el violador, el asesino… Pero todos tienen un rasgo en común: buscar el poder. 

Los estudios de neuroimagen muestran diferencias significativas en la estructura y función cerebral del psicópata en comparación con las personas que no presentan estos rasgos. Anomalías en la amígdala y la corteza prefrontal ventromedial, son áreas involucradas a la hora de procesar las emociones, toma de decisiones y control de impulsos. Un dato curioso es que una persona puede volverse psicópata tras una lesión cerebral, especialmente si se dañan áreas como la corteza prefrontal ventromedial. Cambios en esta zona pueden producir comportamientos impulsivos y antisociales. 

En estudios con animales agresivos, se ha demostrado que ciertas áreas cerebrales están activas en comportamientos violentos, pero interpretar estos resultados es complicado debido a que los animales actúan por instinto, no por placer ni por trastorno psicológico. Aunque hay casos de “intraspecific killing” (matanza entre miembros de la misma especie) en animales, estos comportamientos suelen tener razones evolutivas, como competir por recursos o controlar jerarquías. Según una noticia de El País, se observó que monos capuchinos secuestraban a crías de monos aulladores panameños por aburrimiento. Las crías morían por falta de leche materna, y si intentaban huir, eran perseguidas, mordidas o amenazadas por los capuchinos.

Otro término que suele confundirse con la psicopatía es la sociopatía. La psicopatía suele tener un origen biológico, mientras que la sociopatía se ve influenciada por factores ambientales y de aprendizaje. Ambos términos no son diagnósticos oficiales, sino que forman parte del TAP.

En definitiva, la psicopatía es un tema que aún guarda muchos secretos. Aunque la ciencia ha logrado avanzar en el estudio del cerebro, ¿podemos prevenir el daño antes de que suceda? ¿Hasta qué punto nacen o se hacen los psicópatas? Entender esto desde un punto de vista neurocientífico no solo ayuda a protegernos, sino también a cuestionar nuestra forma de ver el bien y el mal. Tal vez, si entendemos mejor estos trastornos, podamos comprendernos mejor a nosotros mismos como sociedad y como seres humanos. 

Autores: Nayeli Yelitza García Martín y María Aimón Pérez Estévez. IES Marina Cebrian 


Archivado en: Revista Hipótesis
Etiquetas: Artículo, Hipótesis, Universidad de La Laguna