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El secreto está en la microbiota

8 de mayo de 2025

 

Se entiende como microbiota el conjunto de microorganismos que viven en un determinado lugar y nuestro cuerpo no es una excepción. De hecho, tenemos tantas células formando parte de nosotros como microorganismos habitan compartiendo ese espacio, proporcionándonos en algunos casos, grandes beneficios. Y es que la microbiota se podría considerar un nuevo órgano, al que hasta ahora, apenas conocíamos.

La mayoría de estos microorganismos son bacterias, aunque también hay hongos, arqueas, virus y protistas. Si bien se encuentran principalmente en el intestino, también desempeñan un papel clave en otras zonas del cuerpo, como la boca, el sistema respiratorio, la piel o la zona vaginal. La microbiota cumple funciones esenciales en nuestro organismo. En el ámbito metabólico, produce compuestos beneficiosos como vitaminas, ácidos grasos de cadena corta y otros metabolitos como dopamina. Su función protectora radica en la producción de sustancias antimicrobianas y en la competencia por nutrientes y receptores desplazando así a posibles patógenos. Además, desempeña un papel estructural clave, ayudando al desarrollo del sistema inmunitario y favoreciendo la barrera intestinal, que nos protege frente a agresiones del exterior.

La microbiota es una comunidad dinámica que cambia de forma natural a lo largo de nuestra vida. Sin embargo, hay factores que pueden alterarla, como un estilo de vida poco saludable (sedentarismo, tabaquismo, consumo excesivo de alcohol, una dieta inadecuada, no dormir las horas necesarias o el estrés) o el abuso de antibióticos. Estos desequilibrios en la microbiota, llamados disbiosis, pueden estar detrás de muchas enfermedades. En los últimos años, la ciencia ha puesto de manifiesto la existencia de la estrecha relación entre la microbiota y nuestra salud, hasta el punto de que se han encontrado alteraciones de la misma en personas con obesidad, diabetes, depresión, ansiedad, acné, psoriasis, enfermedades cardiovasculares y respiratorias e incluso algunos tipos de cáncer. En muchos casos, algunas bacterias parecen agravar la enfermedad o incluso ser la causa de la misma, aunque aún queda por determinar si son la causa o consecuencia de estos. 

Por suerte, muchos de estos desequilibrios pueden tratarse adoptando un estilo de vida más saludable. Mejorar la alimentación y combatir el sedentarismo es clave, incorporando una dieta equilibrada y rica en probióticos (microorganismos beneficiosos como las bacterias del yogur, kéfir o encurtidos) y prebióticos, como la famosa fibra, que aunque nuestro cuerpo no la digiere, sirve de alimento para nuestra microbiota intestinal. En casos más complejos, el trasplante de microbiota fecal, en el que un donante sano proporciona sus microorganismos a una persona enferma cuando no han funcionado los tratamientos convencionales, se perfila como una estrategia prometedora que  podría revolucionar la medicina en los próximos años y convertirse en una práctica habitual.

El conocimiento sobre el impacto de la microbiota en la salud humana ha crecido enormemente en los últimos años gracias al avance en las técnicas de secuenciación de nueva generación del ADN. Antes, solo éramos capaces de estudiar las bacterias que lograban crecer en medios de cultivo en el laboratorio, lo que limitaba enormemente nuestra comprensión. Hoy, gracias a la metagenómica, podemos secuenciar el ADN de todas las especies de una muestra compleja, permitiéndonos analizar comunidades microbianas, sin necesidad de cultivarlas. Así podemos conocer la microbiota que tenemos en distintas partes de nuestro cuerpo o la que hay en el suelo, el agua, el aire o los alimentos. Gracias a esta técnica podemos responder a dos preguntas que le hacemos a nuestros microorganismos de las muestras: ¿quiénes están ahí? y ¿qué funciones desempeñan?. 

Para identificar a estos microbios, analizamos genes específicos en hongos o el ARNr 16S en bacterias, una especie de “carné de identidad” o “código de barras” único de cada microorganismo. Conocidas estas secuencias, las comparamos con las bases de datos y si no está en ellas, es posible que estemos ante una nueva especie, algo que ocurre con frecuencia. También podemos descubrir que funcionen tienen estos microorganismos secuenciando su genoma. Esto nos permite  saber de qué se alimentan, qué sustancias producen o a qué antibióticos son resistentes, proporcionándonos información muy valiosa sobre su biología y la cantidad en la que se encuentran. Gracias a estos datos, podemos identificar disbiosis y su posible relación  con diversas enfermedades. 

Esta es una de las líneas de investigación que llevamos a cabo en el laboratorio de Epidemiología Clínica, Genética y Molecular (EpiGeM), del Instituto de Tecnologías Biomédicas. Estudiamos la microbiota en pacientes con diabetes, una de las enfermedades más prevalentes en Canarias, para conocer su impacto en la salud. Pero también estudiamos la microbiota de muestras ambientales, dentro del enfoque One Health (Una sola salud) que destaca que la salud humana no es algo aislado, sino que está conectada con la salud de los animales, las plantas y la salud ambiental. 

Los microorganismos están en todas partes y tienen un fuerte impacto sobre nuestras vidas y salud, por lo que conocerlos nos permite desarrollar nuevas herramientas para mejorar la salud y la calidad de vida de las personas.

Autor: Víctor García Tagua


Archivado en: Revista Hipótesis
Etiquetas: Número 18 Artículo, Hipótesis, Universidad de La Laguna

https://doi.org/10.25145/j.revhip.18.09

ISSN 3045-7017

Víctor G Tagua es Licenciado en Biología (2000-2005) y Doctor en Genética Molecular (2012) por la Universidad de Sevilla donde hizo la tesis sobre respuestas a la luz en hongos como el papel de los fotorreceptores y la síntesis de carotenoides. Actualmente es Profesor Ayudante Doctor en la ULL en el Área de Medicina Preventiva y Salud Pública impartiendo clases en los grados de Farmacia y Nutrición.