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La pandemia del VIH, causante de millones de muertes e infecciones a lo largo de las últimas décadas, enfrenta hoy uno de sus momentos más decisivos. Una revolución silenciosa liderada por la ciencia está transformando la forma de combatir al virus y alimenta una esperanza real: la posibilidad de un futuro sin VIH.
A mediados de la década de 1980, se detecta por primera vez el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), dando lugar a una pandemia mundial que llega hasta la actualidad. En los primeros años tras su descubrimiento, el virus se propagó rápidamente a nivel global. En España, al igual que en Europa y en gran parte del mundo, el VIH provocó grandes estragos: el primer caso de VIH en España se registró en octubre de 1981 y según datos del ministerio de sanidad desde 1982 hasta 2022 se registraron más de 70 mil fallecimientos por el VIH en su fase de SIDA. Atendiendo también a datos del mismo ministerio, en Canarias en el periodo entre 2003 y 2023 se diagnosticaron poco más de 5.700 pacientes con VIH.
Cuarenta años después, pese a que el número de personas infectadas y muertas debido al VIH ha reducido, según la ONUSIDA, al cierre de 2023, 39,9 millones de personas viven con VIH, 1,3 millones de personas contrajeron este virus y en torno a 630 mil personas murieron por enfermedades relacionadas con el virus.
El origen del VIH surge a partir de una mutación de un virus encontrado en ciertos monos africanos (el VIS) y las principales formas de infección son mediante el sexo (la menos común pero la más conocida), por la sangre y de madre a hijo. Este virus, el VIH, infecta al organismo atacando directamente a las células del sistema inmunitario, especialmente a las que presentan la proteína CD4 en su superficie. El virus utiliza unas proteínas especiales de su envoltura para reconocer y unirse a estas células. Una vez ocurre este contacto, las membranas del virus y la célula se fusionan, permitiendo que el VIH introduzca su material genético en el interior mediante su cápside. Una vez dentro, el virus se integra en el ADN de la célula, lo que le permite replicarse sin ser detectado por el sistema inmunológico. Este mecanismo facilita su propagación y debilita progresivamente las defensas del cuerpo, impidiendo que el sistema inmunitario funcione de forma eficaz, lo que favorece la aparición de enfermedades oportunistas y otras afecciones graves relacionadas con la inmunosupresión.
A lo largo de estas últimas décadas, se han buscado miles de fórmulas y mecanismos para afrontar el problema que genera este retrovirus. Como bien comenta el experto de VIH y catedrático de la Universidad de La Laguna, Agustín Valenzuela – Fernández, se han desarrollado fármacos (los primeros de ellos en los años 90) como principal medida ante el VIH que actúan contra las enzimas clave del virus para evitar que cumpla su ciclo viral. Lo que hacen estos fármacos es reducir la carga viral circulante en la sangre lo máximo posible e intentar proteger el sistema inmunitario y evitar la fase SIDA. Sin embargo, según el profesor Valenzuela, estos fármacos no eliminan el virus del organismo, sino que únicamente reducen su carga viral cuando se encuentra en proceso de replicación.
Aparte de los fármacos, durante estos años de pandemia del VIH se han desarrollado muchas investigaciones y movimientos a nivel científico, clínico y social. A nivel nacional, existen diferentes laboratorios que trabajan con este virus y su funcionamiento como el del propio Agustín Valenzuela en el Hospital Universitario de Canarias, Tenerife, o el Hospital Universitari Germans Trias i Pujol, en Barcelona. Estos laboratorios trabajan día a día para comprender mejor el virus y cómo combatirlo.
Este consorcio de laboratorios nacional e internacional ha generado el surgimiento de nuevas terapias y medicamentos frente al VIH que dan cierta esperanza para que esta pandemia que tantos problemas ha generado termine por fin. Uno de estos nuevos medicamentos es el lenacapavir, fármaco muy exitoso en el último año 2024 que actúa principalmente contra la cápside del virus, destruyéndola e impidiendo que el VIH complete su ciclo de vida y se propague en el organismo. Asimismo, existen programas para personas de riesgo, como hombres que tienen sexo con otros hombres (HSH), como la profilaxis preexposición (PrEP). Además, la ciencia ha avanzado en muchos otros aspectos como la la importancia de un diagnóstico precoz, clave para detener la transmisión, o la aplicación de nuevas terapias génicas como la CRISPR para atacar directamente el ADN del VIH escondido en las células o lo que se conoce como “cura funcional», estrategia en la que el virus no afecte de ninguna forma al paciente y sea erradicado mediante varios métodos como el trasplante de la médula ósea o CRISPR (caben destacar casos como el paciente de Berlín (el primer paciente en curarse del VIH) o el paciente de Londres).
Los avances se están gestando en laboratorios de Estados Unidos, Europa, Sudáfrica y América Latina. Instituciones como el Instituto Pasteur (Francia), la Universidad de Harvard (EE.UU.) y organizaciones como la OMS o ONUSIDA lideran y coordinan muchos de estos esfuerzos globales.
Ahora mismo, encontrar una vacuna para acabar con el VIH se establece como el principal objetivo. Lograrlo es muy complicado debido a la capacidad del virus para mutar, pero actualmente se están explorando e investigando varias estrategias para lograrlo. Según el doctor Valenzuela, proponer una fecha exacta para un acontecimiento de tal calibre es complicado, llegando a comentar que este virus es un “reto”, pero gracias a los constantes y rápidos avances de la ciencia es posible que en los próximos años se encuentre una cura o que, al menos, se consiga el plan de la ONUSIDA para frenar la epidemia del VIH con la estrategia 90-90-90 (90% personas con VIH diagnosticadas, 90% en tratamiento antirretroviral y 90% con carga viral suprimida).
La lucha contra el VIH es uno de los mayores logros de la medicina moderna que aún continúa. Cada paso científico se convierte en una oportunidad para cambiar vidas. Con la ayuda de la sociedad y la educación, empatía y compromiso político, el futuro puede ser uno en el que el VIH ya no sea una amenaza, sino parte del pasado.
Autores:Sergio Negrín Borrás, Daner Martínez González. IES Marina Cebrián.
Archivado en: Revista HipótesisEtiquetas: Artículo, Hipótesis, Universidad de La Laguna