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La problemática de los vertidos residuales en Canarias repercute en el medio ambiente y la salud de los ciudadanos.

5 de julio de 2025

 

En muchos casos, los emisarios submarinos representan la etapa final en el manejo del ciclo del agua en las ciudades. En Tenerife, a lo largo de los años se ha convertido en una práctica común emplear este método para tratar las aguas residuales de las zonas habitadas, lo que ha generado creciente inquietud en esta isla de gran atractivo turístico. 

Hoy en día, las consecuencias de la contaminación en el agua de baño de diversas playas dejan de pasar desapercibidas, generando preocupación a sus ciudadanos acerca de la calidad de esas aguas y sus repercusiones no solo en nuestros océanos, sino también en nuestra salud. Esta situación se ha ido agravando a lo largo de los años a causa de la mala gestión e, incluso, la inexistencia de infraestructuras de depuración para los vertidos de aguas residuales en la isla. 

Las graves deficiencias de la red de saneamiento y tratamiento de aguas residuales son las originantes de este desastre medioambiental. Según consta el último informe del censo de vertidos realizado por el Gobierno de Canarias, en 2021 figuraban 434 puntos de emisión de vertidos en el archipiélago, de los cuales más de la mitad no están autorizados. Tenerife alberga un total de 195 puntos identificados, 133 respecto a vertidos residuales. Como se evidencia, aproximadamente dos tercios del total de los puntos existentes en la isla representan los vertidos de aguas residuales. A la vez que estas emisiones aumentan, también lo hacen el turismo y el crecimiento poblacional. Según el Instituto Canario de Estadística, para 2030 se espera un incremento de la población del 15%. Este crecimiento intensifica la demanda y necesidad de infraestructuras básicas, muchas de las cuales ya operan al límite de su capacidad. Lo que algunos defienden como motor económico, en realidad se traduce en un desbordamiento que impacta directamente en el territorio, en el medio marino y en la calidad de vida. 

Sin embargo, parte del atractivo turístico de Canarias, especialmente para el sector británico -el país con mayor demanda y gasto turístico en las islas-, se basa en la imagen de un destino natural, con aguas limpias y cristalinas. Esta percepción idealizada es clave en la promoción del archipiélago. No obstante, si la situación de desborde de los vertidos perdura en el futuro, no solo se verá afectado el medio ambiente, sino también la viabilidad futura del propio modelo turístico. 

Asimismo, es importante señalar que la gestión del ciclo integral del agua en territorios insulares presenta particularidades estructurales. En el caso de Canarias, la alta densidad turística y residencial en áreas costeras exige infraestructuras de saneamiento especialmente robustas. No obstante, diversos informes técnicos advierten que en algunos puntos del archipiélago estas infraestructuras están próximas a su límite operativo. Esto no solo afecta a la eficiencia de los emisarios submarinos, sino que también incrementa el riesgo de vertidos incontrolados o de tratamiento insuficiente, con posibles repercusiones en la calidad del agua y en los ecosistemas marinos.

La Directiva Marco del Agua de la Unión Europea establece como objetivo alcanzar un buen estado ecológico y químico de las masas de agua, lo cual exige un seguimiento riguroso y una mejora constante en los sistemas de depuración. En este sentido, el contexto turístico debe considerarse una variable clave dentro del modelo de gestión ambiental. Planificar teniendo en cuenta la capacidad real de carga del territorio resulta esencial para evitar una degradación progresiva de los recursos naturales más sensibles. 

Uno de los sucesos de gran importancia que dan inicio a este conflicto y conciencia a la población de su gravedad transcurre el 21 de junio de 2024, cuando el director general de Salud Pública del Gobierno de Canarias publica un informe en el que describe como deficiente la calidad de las aguas de baño por vertidos de aguas fecales, desaconsejando el baño en el complejo de Playa Jardín por el riesgo de padecer enfermedades. De acuerdo con la normativa, dicha advertencia debería implicar de manera inmediata que el Ayuntamiento ordene el cierre. No obstante, el Consistorio, no prohibió el baño hasta el 3 de julio. Habiendo transcurrido 13 días desde el informe de Salud Pública hasta la emisión del decreto municipal. A su pesar, solo hay que fijarse en que dicha playa permanece cerrada a mayo de 2025 y la rotura del emisario submarino que desagua en la zona continúa sin repararse. 

Este no es el único ejemplo, el pasado 8 de mayo fueron cerradas las playas de Troya I y El Puertito debido a la presencia de las bacterias Ecoli y Enterococos. La playa de Las Américas, en el municipio de Arona, también fue afectada por este “mega vertido”, proveniente de los emisarios de aguas residuales. Tal es la magnitud del problema que la ciudadanía, harta de ver vertidos de color marrón saliendo directamente al mar, residuos de higiene íntima o el propio mal olor que esto conlleva; muestra su indignación protestando en diversas manifestaciones, atacando a las administraciones públicas por su irresponsabilidad y pidiendo una actuación eficiente. 

Esta combinación de descargas de aguas residuales y un turismo descontrolado que las intensifica, altera de manera significativa a los ecosistemas costeros. Además, si a estos impactos les sumamos fenómenos globales como el cambio climático y la evidente contaminación mundial, la salud de los océanos y la biodiversidad marina está en plena decadencia.

Autora: Alexia Mancera Reyes. I.E.S Santa Ana.

 


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Etiquetas: Artículo, Hipótesis, Universidad de La Laguna