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Los apagones más famosos de la historia

8 de mayo de 2025

 

El pasado 28 de abril, sobre el mediodía, algunas personas sintieron que volvían a la edad media. Sin electricidad, no funcionaban esas cosas que parece que nos hacen personas civilizadas, como la televisión, el microondas o la wifi. Pero la desesperación llegó cuando, después de comprobar que las luces no funcionaban, accionando los interruptores como si estuvieran atascados, vieron que la cobertura de su móvil era nula. Aquellos afortunados que sí podían utilizar el móvil observaban cómo sus baterías se iban agotando lentamente y, sin posibilidad de enchufarlo, sabían cuál era el final. Era como observar un paciente en la UCI que se apaga poco a poco. 

Nos dimos cuenta de que tenemos todo conectado a la red. El agua caliente, la placa y el horno, la luz, la televisión, el aire acondicionado, los cargadores de los móviles e incluso los coches. Por lo tanto, no podíamos cocinar, entretenernos, refrescarnos o calentarnos. Y mucho menos utilizar los medios de transporte como el metro o el tren. Se desempolvaron muchas radios y se sacaron pilas de juguetes y mandos para escuchar a alguien que nos informara. Era un gran apagón, un cero energético que afectaba a todo el país, algo digno de un podcast de ficción. Por cierto, ya existe uno. 

No fueron pocos los que acusaron a las autoridades eléctricas de desidia, de no mantener las instalaciones y de habitar en un país del tercer mundo. Pero la realidad es que estos apagones generalizados suceden en las mejores familias. Grandes potencias como Estados Unidos, Francia o Inglaterra han sufrido incidentes incluso peores, con unas resoluciones más lentas. Recordemos algunos de ellos, por aquello del mal de muchos…

Los primeros apagones de la era moderna

Cuando nos creíamos todopoderosos, cuando no faltaba carbón ni petróleo para quemar y generar electricidad y no nos importaba contaminar lo que fuera para conseguirlo, se produjo la primera cura de humildad. El 9 de noviembre de 1965 un relé defectuoso en la ciudad de Ontario provocó una sobrecarga en la red. Después, las estaciones fueron cayendo como fichas de dominó. Unos 30 millones de personas estuvieron 15 horas sin electricidad y sin posibilidad de calentarse en un día de invierno en el norte de EE.UU y Canadá. Este primer gran apagón moderno mostró, a las malas, los problemas de las interconexiones eléctricas.  Quizás por el frío, quizás porque los habitantes de estas zonas aún no habían renunciado a las chimeneas y la leña, no se produjeron males mayores, nada que ver con nuestro próximo apagón.

13 de julio de 1977, un día caluroso en Nueva York. Una tormenta descarga sobre la ciudad y algunos rayos impactan sobre las líneas eléctricas que la abastecen. Consecuencia, apagón y millones de personas sin electricidad. Algunas de esas personas se dieron cuenta de que las alarmas de los comercios no funcionaban y que las farolas tampoco. Oscuridad y vulnerabilidad ¿Qué puede salir mal? El descontento por estar más de 24 horas sin electricidad dió alas a los oportunistas para lanzarse al pillaje. Este apagón se recuerda, no tanto por la falta de suministro, sino por los disturbios y saqueos que se produjeron.  Tal fue el caos que este hecho inspiró la película “Apagón en Nueva York” de 1978.

2003 el año de los apagones

Agosto de 2003 es una fecha que no olvidarán los gestores eléctricos. Dos grandes apagones en dos lugares muy importantes y distantes sin ninguna relación entre ellos. Estas son sus historias.

El 14 de agosto de 2003, cuatro y diez de la tarde, hora local. El viento agita las ramas de unos árboles en Cleveland, en uno de sus vaivenes tocan una línea de alta tensión. Las alarmas de la compañía First Energy Corp.  no sonaron, los operarios no supieron qué había ocurrido un cortocircuito y  la carga no se redistribuyó correctamente, produciendo una cascada de desconexiones automáticas en todo el noreste del país. El resto del sistema se sobrecargó, provocando que 50 millones de personas se quedaran sin electricidad durante cuatro días. Este suceso cambió la manera en la que se gestiona la energía eléctrica en Estado Unidos y Canadá, la broma les había costado unos 10.000 millones de dólares. Aunque en esta ocasión no tuvieron altercados el caso aún se estudia en las carreras de ingeniería. 

Pero estamos en el año de los apagones. La cosa no ha acabado. Catorce días después de la hecatombe norteamericana le llega el turno a Londres. El 18 de agosto de 2003, sobre las seis de la tarde se detectó un fallo en la subestación de Hurst. Esto provocó que cayera la de Wimbledon y el sistema automático hizo el resto, desconectando automáticamente parte de la red para evitar daños. Esto provocó un apagón en Londres que afectó a medio millón de personas durante dos horas. Aunque a los londinenses no les dio tiempo de vivir como en las cavernas, sí que se lanzaron multitud de teorías de la conspiración debido al reciente apagón americano. La realidad es que no hubo una mano negra, sino la casualidad. 

El apagón con más afectados

Si los anteriores apagones te parecen grandes el siguiente los supera a todos juntos. Otra vez el mes de julio, concretamente el 30 de julio de 2012. Una ola de calor achicharra a gran parte de la India, millones de personas con el aire acondicionado al máximo se unen a los agricultores que ponen sus bombas de riego en funcionamiento para saciar la sed del campo. Esto unido a que algunos estados desoyen los límites de demanda y una infraestructura envejecida y muy mal mantenida hizo que ese día el sistema eléctrico dijera “hasta aquí hemos llegado”. La India a cero. La mitad de su población, 620 millones de ciudadanos, se quedó sin electricidad. Durante algo más de 24 horas. 22 de los 28 estados de la India comprobaron que sus sistema no estaba bien integrado y que no poseía mecanismos automáticos para aislar los fallos, por eso, el apagón con más afectados de la historia se propagó por el país la congestión de ciudades ya de por sí congestionadas como Delhi. 

Autor: Juanjo Martín


Archivado en: Revista Hipótesis
Etiquetas: Número 18 Artículo, Hipótesis, Universidad de La Laguna

https://doi.org/10.25145/j.revhip.18.06

ISSN 3045-7017