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Lengua que invisibiliza a las mujeres

viernes 23 de marzo de 2018 - 14:54 GMT+0000

Este mes de marzo ha sido trascendental para las mujeres que, feministas o no, han salido a las calles de todo el mundo para reclamar su rol ante la sociedad y pedir mismo trato, mismo sueldo y mismos derechos que los hombres. Desde Estados Unidos a Teherán, una ola violeta ha recorrido diferentes culturas hasta convertirse en un reclamo global. La Universidad de La Laguna siempre ha celebrado esta efeméride, y este año lo ha hecho además con una invitada de lujo, la sociolingüista Mercedes Bengoechea, quien reflexionó en este centro de estudios acerca de los usos de la lengua que, en muchos casos, invisibiliza a las mujeres.

La lengua se usa de forma sexista y asimétrica. Esto no es nada nuevo, está reconocido por todos y forma parte de los vestigios del pasado que aún permanecen en nuestro universo cultural. Uno de los elementos que arrastramos, en opinión de la filóloga y feminista Mercedes Bengoechea, que participó como ponente en un curso ofrecido al profesorado, es el tratamiento  inapropiado del masculino plural. Usado de manera discriminatoria y de forma casi imperceptible, excluye a las mujeres de los conceptos universales, además de ser enormemente ambiguo, sostiene la catedrática de Filología Inglesa de la Universidad de Alcalá.

De las 5.000 lenguas conocidas en todo el mundo, unas 1.500 tienen género gramatical, y en ellas el masculino engloba al femenino. De esta situación tan solo escapan cinco lenguas muy minoritarias, pertenecientes a tribus o colectivos muy reducidos  con características muy particulares. “Por tanto, no puede ser algo natural o biológico, sino que es claramente un reflejo de la sociedad”. Se trata de una cuestión perpetuada durante cientos de años y que se ha arrastrado hasta la actualidad.

“Somos las mujeres las que denunciamos tres cosas: primero, nos invisibiliza; segundo, nos aparta de la universalidad, porque si la universalidad es lo masculino nosotras somos ajenas a ella; y en tercer lugar, las interpretaciones del masculino no incluyen al femenino, es decir, los varones hablan de, por ejemplo, ‘Empieza hoy la EBAU. Todos los chicos van a tener que decidir su futuro, cuando aún juegan a las chapas’. En fin, que también hay muchas chicas que se enfrentan a esa prueba, pero el que escribe no las ha visto, no las tiene en cuenta”.

La filóloga añade que este uso genérico del masculino refiriéndose únicamente a ellos se refleja en todos los estudios sobre este asunto. El 85% de los varones, porcentaje que aumenta en los chicos jóvenes y llega casi al 90%, no ven a mujeres en los textos cuando se habla en plural. En un trabajo fin de máster de una universidad madrileña se pidió en dos institutos de secundaria, uno de un barrio rico y otro pobre, que se dibujase la frase ‘Todos los cocineros llevan gorro’. El 85% de los chicos pintó a un cocinero, no a una cocinera.

“Constantemente nos encontramos con este tipo de cosas. ¿Puede el masculino plural representar a mujeres?”, se pregunta la experta. “Por supuesto que sí. En un texto en el que al principio hablas de alumnos y alumnas, puedes luego usar el todos, porque ya has nombrado a los dos géneros, y estamos incluidos ellos y ellas; en fin, que hay muchas formas de hacerlo bien”.

Bengoechea no se muestra partidaria de poner barras en los textos para añadir los dos géneros. “La barra solamente se puede poner en los impresos, porque es realmente una barrera, no solo visualmente, sino que a nivel cognitivo te frena”. Mucha gente tampoco tiene la pericia de saber nombrar los dos géneros, por lo que al final quedan textos calificados por ella misma de “horribles” con el ‘niños y niñas’, ‘profesores y profesoras’, ‘ellos y ellas’, repitiendo todo el tiempo los dos géneros. Con todo, la filóloga se refiere a los textos escritos, ya que la oralidad funciona de otra manera, mucho más espontánea.

Sobre la idea aportada por algunos políticos de feminizar todo tipo de palabras, como es el caso de ‘miembra’ o ‘portavoza’, la docente explica que el primer término se usaba ya en algunos países de Latinoamérica, y que aunque en España no era habitual, ahora comienza a serlo. “Se ha dado vida a una palabra que además responde a la morfología del castellano”. No es, por ejemplo, como el caso de ‘modisto’, que sí va en contra de la morfología de nuestra lengua. “Los chicos que quisieron ser distintos se inventaron lo de ‘modisto’, porque el femenino estaba denostado. La terminación ‘ista’ de electricista o guionista es común, pero ‘isto’ es una clara patada a la gramática, y sin embargo nadie ha protestado por ello”. Para la experta, la acepción ‘miembra’ constituye una evolución normal de la lengua, pero lo que hay en este caso “es una resistencia social, no gramatical”.

Caso distinto es el de ‘portavoza’, ya que “lingüísticamente no va con la lengua”, advierte la profesora, dado que las palabras compuestas no feminizan, puesto que son comunes. El hecho de feminizarlo es un acto político, y en ese ámbito cualquier cosa es posible, añade la experta. “Hay un colectivo en Andalucía, muy potente y reivindicativo, que se llama ’Jóvenas andaluces’, que lógicamente va contra la gramática, pero supone una llamada de atención para visibilizar a las mujeres”.

Preguntada por las mujeres profesionales que en su placa de despacho o en su tarjeta de visita indican que son notario o abogado, por ejemplo, Bengoechea da una respuesta muy sencilla: algunas creen que el femenino en un contexto de trabajo es inferior, que no tiene el caché suficiente. “No hay más que entrar en Linkedin y observar la cantidad de mujeres que se ponen el masculino…Algunas voces apuntan a que es un fenómeno de auto odio femenino, aunque yo no tengo esa visión tan crítica, pero sí parece que muchas mujeres piensan que te va a ir peor presentándote como mujer. Recuerdo que mi hermana entró a trabajar en un despacho de abogados muy prestigioso, y pidió que cambiaran su tarjeta y pusieran abogada, claro, y le contestaron que qué iba a pensar el cliente”.

Cuanto más poder y dinero hay más resistencia se da contra la feminidad, continúa Bengoechea. “El poder es masculino y se resiste a todo lo que sea femenino. En Inglaterra es curioso observar cómo en la City de Londres todas las mujeres que son altos cargos ejecutivos van vestidas como los hombres, con falda y chaqueta negra, solo les falta la corbata”.

Sobre si ha habido un retroceso del feminismo en los últimos años, la docente, aunque se declara optimista con el papel de la mujer y su visión hacia el futuro, opina que la crisis ha sido mortal para la izquierda y también para el feminismo. “La crisis nos vuelve conservadores, nos da miedo el cambio, y ha matado a la izquierda en Europa. Dentro del miedo al cambio está el feminismo”.

Este Gabinete de Comunicación entrevistó hace meses al director de la RAE, Darío Villanueva, al que le preguntó por la presencia en los diccionarios de voces soeces y que atentan claramente contra la dignidad de la mujer, a lo que éste respondió que ellos actúan como registradores de los usos, sin entrar a determinar si son apropiados o no. “Es una verdad parcial, como todas”, responde la filóloga. “Mujeres de mi generación dicen ‘Mi marido está ‘pitopáusico’, y sin embargo esa acepción no la recogen, es decir, seleccionan lo que entra y lo que no. Si su función fuera meramente descriptiva es una selección parcial porque no incluyen muchos usos como el que acabo de nombrar, o el de miembra, por ejemplo. Es que además de ser notarios o registradores de la lengua, son también prescriptores, y se trata por tanto de dos funciones contrapuestas: si eres descriptor deberías recoger todos los usos; por tanto, eres registrador a veces y prescriptor siempre”.

A ello se añade el tratarse de una institución formada “mayoritariamente y abrumadoramente” por hombres que escriben bien. “Al admitir recientemente a Almudena Grandes han tenido que aceptar ‘amo de casa’, no íbamos a esperar que eso se le ocurriera a Cela”, matiza la profesora. “Es fundamental que haya más mujeres en esa institución, aunque no sean feministas. Es que da igual, porque acaban dándose cuenta de que hay cosas que no son comestibles. Ahora mismo Carmen Riera y Soledad Puértolas ya han anunciado que se van a obligar a cambiar el diccionario para despojarlo de términos machistas y sesgados”.

Una de las cosas de las que más orgullosa está Bengoechea, y que cita poco, fue el comentario que hizo la ONU a la publicación ‘Lo femenino y lo masculino en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española’, de 1998, de la que dijo que se trataba de una de contribución impresionante al cambio en el mundo. “Que la ONU destaque como logros del milenio en el cambio femenino esta publicación crítica es algo muy importante”. En aquel momento la Academia se negó a hacer ‘acuse de recibo’ de la obra, aunque luego sí lo vieron y de hecho han feminizado muchas profesiones, y van por delante de academias como la francesa.

Preguntada por tres retos que la mujer debería conseguir en este siglo, la profesora se lo piensa…pero rápidamente responde: el primero es cambiar los libros de referencia en la educación, desde el punto de vista simbólico. “No podemos seguir teniendo libros de historia donde no hay mujeres, libros de ciencias donde tampoco estamos o libros de arte donde somos inexistentes”.

Otro cambio que debe producirse de forma indiscutible es que hijos e hijas no sean solo de las madres. “Hay que arrastrar a los hombres a la crianza, y que aporten todo lo que tienen que aportar; porque hay dos formas de ser. Esto debería ser un compromiso global, de forma que todos los hombres y mujeres en edad de procrear tengan derecho a los mismos permisos y deberes”. En este punto, la experta señala que “las mujeres tenemos que aprender a desenchufar de las obligaciones y ser menos perfeccionistas”. El tercer reto para Mercedes Bengoechea es la desaparición de la lacra social que nos asesta golpes casi a diario: la violencia machista, “tanto física como simbólica”.

Gabinete de Comunicación


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