“La misión de la universidad es generar conocimiento, pero también preservar la memoria, y creo que eso es lo que hemos conseguido hoy aquí, con esta exposición”. Con estas palabras resumía el rector de la Universidad de La Laguna, Francisco García, el espíritu con el que ha sido concebida la gran exposición que repasa los 55 años de carrera literaria, crítica y académica de Andrés Sánchez Robayna, que fue inaugurada hoy, 24 de septiembre en la Biblioteca General y de Humanidades y permanecerá abierta hasta el 30 de octubre.
Gracias a que el propio Sánchez Robayna legó a Universidad de La Laguna su fondo bibliográfico personal, a la inestimable ayuda de su familia y al trabajo del personal del Servicio de Biblioteca, esta exposición muestra todos los ejemplares de las obras escritas por el autor, desde “Día del Aire”, su primer poemario publicado en 1970, cuando aún tenía 18 años, hasta la recopilación de la obra poética de Alonso Quesada editada este mismo año y que fue su último libro publicado en vida. Todo ello contextualizado por varios paneles explicativos centrados en todas sus vertientes intelectuales (poesía, ensayo, crítica, diarios, edición y traducción) e imágenes tomadas de su álbum familiar.
Para el rector, contar con una exposición tan completa y ambiciosa es un ejemplo “de la riqueza de la universidad pública”, pues permite el raro privilegio de mostrar la obra integral de toda una vida en su conjunto. García también apreció que este acto inaugural supuso un ejemplo claro de que Sánchez Robayna fue un auténtico maestro, pues en la sala estaba abarrotada por varios de sus ex alumnos, muchos de ellos y ellas ahora también docentes, que se acercaron al recinto universitario para reconocer la valía de su quien fuera su mentor.
El profesor de Departamento de Filología Española Carlos Brito Díaz es uno de los comisarios de esta muestra, junto a Fátima Sainz Sainz y Alejandro Rodríguez-Refojo -ambos de la biblioteca universitaria- y participó en la inauguración recordando que este mismo año el escritor y filólogo recibió a título póstumo la Medalla de Oro de Canarias, un honor que, si bien es merecido, llegó tarde y acaso sea ejemplo de que el autor no tuvo en las islas el reconocimiento que mereció.
Brito desgranó la trayectoria de Sánchez Robayna, quien además de ser uno de los poetas españoles contemporáneos más relevantes, fue un crítico y un traductor muy preciso, tal y como lo atestigua el hecho de que recibió los premios nacionales en ambas modalidades. Sobre su labor como editor, también destacó que su revista “Sintaxis” fue, probablemente, “el suceso editorial más importante en Canarias desde Gaceta del Arte”.
También destacó que el Aula de Fundición de la Facultad de Bellas Artes colaboró en la exposición con la escultura de un árbol de bronce del que cuelgan poemas del autor a modo de hojas, obra de Dácil Ventura; y que dos de sus antiguos discípulos del Taller de Traducción, Régulo Hernández y Alejandro Rodríguez-Refojo, habían editado el volumen-homenaje “La luz del tiempo. Para Andrés Sánchez Robayna”, con comentarios a sus poemas realizados por seguidores del autor.
En el acto inaugural también participaron el decano de la Facultad de Humanidades, Javier Medina López, y la subdirectora de Servicios, Administración y Calidad de la Biblioteca Universitaria, Carmen Julia Hernández Hernández. El primero de ellos recordó ser alumno de Sánchez Robayna en el curso 1984-85, y nunca olvidó la pasión con la que explicaba a autores como Garcilaso o Lope de Vega. Por su parte, Hernández destacó el cariño que siempre mostró el escritor hacia la biblioteca universitaria, tal y como lo demuestra le hecho de que le transmitiera su legado a pesar de que había otras universidades candidatas. También recordó que hoy mismo también se había descubierto una placa en honor a Marta Ouviña, esposa del poeta y trabajadora en el servicio académico.
El acto prosiguió con una performance que incluyó poemas de Sánchez Robayna creada especialmente pare el evento por la Agrupación de Teatro de Filología. Su coordinador, José Antonio Ramos Arteaga, explicó que fue muy complicado resumir en pocos minutos una figura tan vasta como la del homenajeado, por lo que la pieza se centró en tres conceptos que de algún modo cubren parte de su esencia: la página en blanco, la imagen (por su cercanía con el mundo del arte) y la relación con otras lenguas (por lo que la interpretación incluyó tres poemas del autor traducidos a tres de sus idiomas favoritos: el portugués, el italiano y el inglés).


