Skip to main content

Una tesis de la ULL analiza el reflejo del cambio climático en el Ártico en la literatura inuit

jueves 18 de diciembre de 2025 - 14:23 GMT+0000

La tesis doctoral Inuit Life Writing in a Time of Arctic Climate Change (‘La escritura de vida inuit en tiempos de cambio climático en el Ártico’), recientemente presentada en la Universidad de La Laguna por la investigadora Claudia Isabelle Miller y dirigida por la catedrática Eva Darias Beautell, aborda los efectos del cambio climático en la región del Ártico desde la perspectiva de la comunidad inuit a través de tres obras autobiográficas de autoras canadienses que comparten elementos comunes, como las tensiones vinculadas a las relaciones fracturadas con la tierra, la comunidad y la lengua.

Las tres obras son The Right to Be Cold (2015), en la que Sheila Watt-Cloutier, narra su experiencia como defensora de los derechos inuit; la memoria ficticia Split Tooth (2018), de Tanya Tagaq, una historia de vida que retrata la violencia colonial, patriarcal y ecológica; y Where the Sea Kuniks the Land (2022), de Ashley Qilavaq-Savard, una colección de poesía y fotografía basada que aborda, entre otros aspectos, el trauma intergeneracional.

Integrante del grupo de investigación NARRA Espacios narrativos: Estados Unidos y Canadá, Claudia I. Miller explica que el objetivo principal de su análisis literario fue estudiar textos incorporando distintos marcos teóricos, entre ellos la teoría de los afectos, la ecocrítica, los Estudios Indígenas y los Estudios Inuit. A través de la exploración de las técnicas narrativas empleadas por las autoras para expresar que el bienestar inuit es inseparable del bienestar de la tierra, la investigadora identifica en estas obras cómo el cambio climático, junto con la persistente violencia colonial, intensifica y multiplica los cambios culturales y de identidad en las comunidades inuit.

La ya doctora relata que su interés por esta línea de investigación parte de su fascinación por el hielo y el entorno ártico, así como por las obras de glaciólogos que, a lo largo de los años, han descrito sus experiencias en estos espacios remotos desde una perspectiva cercana a lo literario. “Me di cuenta de que los polos de la Tierra son escenarios donde la injusticia del cambio climático se vuelve mucho más extrema y visible: el hielo se derrite, el permafrost cede y provoca que el suelo se hunda y que las infraestructuras colapsen… es una influencia directa”, apunta Miller.

Claudia I. Miller con su directora de tesis, la catedrática Eva Darias.

Uno de los aspectos que más le llamó la atención fue comprobar que muchos de los datos y reflexiones sobre las consecuencias del cambio climático que las autoras inuit presentaban como parte de los conocimientos ancestrales coincidían, de manera cuantificable, con la perspectiva científica más aséptica. Sin embargo, para Miller, lo más impactante fue la forma en que estas ideas eran comunicadas, un modo completamente distinto al de cualquier otro relato que había leído hasta entonces. “Hablan del Ártico como si fuera su brazo, su corazón, su cabeza… y utilizan todos los sentidos para transmitir al lector esta sensación de cambio y pérdida en su texto”, apunta.

Una de las primeras conclusiones a las que llegó fue la necesidad de abordar cuestiones como el cambio climático desde el concepto de interconnectedness o interconexión. “Si el Ártico es el barómetro del mundo, lo que pase allí nos afecta a todos y tiene consecuencias para todos los ecosistemas”, señala. Añade que esta falta de conciencia sobre la conexión entre lo que ocurre en distintas latitudes está estrechamente vinculada con otros aspectos fundamentales presentes en estas obras, como las secuelas del colonialismo y la persistencia de políticas, infraestructuras y discursos impuestos desde las grandes ciudades a comunidades pequeñas, sin tener en cuenta su cultura, identidad, formas de vida y necesidades.

Del mismo modo, Miller señala la obra autobiográfica como una herramienta especialmente eficaz para estrechar el vínculo entre la sociedad y temas de carácter científico que, en ocasiones, pueden resultar confusos o excesivamente técnicos. Al vincular una realidad natural con la historia de vida de estas comunidades, se introduce un elemento de conexión entre el fenómeno y la relación que la persona establece con él, un aspecto que la investigadora relaciona con la teoría de los afectos.

En el ámbito del análisis literario, esta teoría estudia cómo los textos movilizan emociones, sensaciones corporales y estados afectivos que influyen en la forma en que las lectoras y los lectores comprenden y experimentan una historia. En lugar de centrarse únicamente en lo racional o discursivo, propone atender a cómo la literatura genera vínculos emocionales que permiten percibir de manera más profunda fenómenos sociales, culturales o ecológicos. “Si nos limitamos a comunicar acerca del cambio climático con cifras y datos, información desprovista de afectos y del valor humano, se produce una apatía ante la cantidad de información, que acaba resultando en fatiga y desinterés”, apunta.

La investigadora lo pudo comprobar al trasladar estos debates al aula, ya que durante su doctorado impartió docencia gracias a un contrato de Formación de Personal Investigador (FPI) y observó una reacción emocional directa ante los textos y una capacidad de empatizar con la angustia que generan los cambios en el entorno, interpretándolos desde su propia experiencia en Canarias. Del mismo modo, identificó la apatía que provoca en la población joven un discurso centrado únicamente en datos y en un flujo constante de malas noticias, a pesar de su notable interés en la cuestión.

En relación con esta estrecha conexión entre la lectura de los textos y el territorio, la investigadora también destaca la importancia de sus estancias de investigación en el extranjero, en el Franklin & Marshall College (EEUU), donde consolidó una base científica sobre el cambio climático; en Canadá; y en Trondheim (Noruega). Una de las conclusiones más valiosas que ha alcanzado a través de su tesis es que las humanidades son esenciales para abordar cualquier tema, especialmente cuando se trata de cuestiones tan complejas como el cambio climático. Según Miller, “sin una respuesta afectiva y emocional, y sin pensamiento crítico, los datos científicos se acumulan y pasan de largo sin generar interés en la población”.


Archivado en: Cultura, Destacado, Facultad de Humanidades, Investigación, Portada ULL