Docentes y recién egresados de la Universidad de La Laguna están finalizando una intervención de alto rigor científico en la fachada de la Casa del Corregidor, inmueble emblemático situado en la calle Obispo Rey Redondo de San Cristóbal de La Laguna. Bajo la dirección de los profesores del Departamento de Bellas Artes Antonio Jesús Sánchez y María Guitián, los trabajos buscan detener la grave erosión que está sufriendo la portada de uno de los edificios más antiguos de Canarias.
En esta intervención sobre la portada la prioridad es frenar el deterioro que padece el material pétreo. El equipo enfatiza que la meta de la restauración no es crear una réplica moderna: “La fachada no está como si fuera recién fabricada, tenemos que devolverle todos los valores, entre ellos el de antigüedad”.
El proceso de restauración comenzó con una fase exhaustiva de inspección para identificar el material constituyente y la naturaleza de los agentes de deterioro. Así fue posible comprobar que la roca volcánica rojiza había sufrido patologías derivadas de la humedad, los vientos dominantes y las colonizaciones biológicas propias del centro de La Laguna.
Uno de los principales desafíos técnicos ha sido la eliminación de intervenciones históricas nocivas, como los morteros contemporáneos de cementos colocados, por ejemplo, en los años 70 del siglo XX. Tuvieron que ser retirados con sumo cuidado, ya que “ese cemento es más duro que la propia piedra”, lo que acelera el deterioro del material original. La búsqueda de material de sustitución fue otro reto, pues las canteras históricas como las de Tegueste o La Punta ya están cerradas.
El equipo de restauración ha aplicado diversas técnicas para garantizar la permanencia de la fachada. Se han realizado consolidaciones en la piedra erosionada y reconstrucciones volumétricas con el objetivo de sellar grietas y huecos, compactando la fachada pétrea. Para estas reintegraciones, se utilizaron morteros elaborados en la propia facultad.
La investigación previa permitió detectar intervenciones pasadas donde elementos arquitectónicos fueron mutilados, como dos columnas que flanquean la puerta que fueron retiradas, dejando solo dos muñones. Gracias al estudio y al diseño de los investigadores y del arquitecto Fernando Saavedra, el equipo está logrando reconstruir estos elementos basándose en las huellas que dejaron en la fachada. Además, se ha utilizado el escaneo digital para restituir las pérdidas en los escudos, devolviendo la legibilidad de su iconografía.
En un ejercicio de documentación histórica y constructiva, se decidió preservar los «mechinales», huecos utilizados para formar los antiguos andamios durante la construcción. Estos vacíos, anteriormente tapados con cemento duro, ahora son delimitados y rellenados de manera retranqueada, ya que el equipo de restauración considera que se trata de “un testigo del sistema constructivo” de la fachada.
Se estima que los trabajos de restauración concluirán a mediados de diciembre. Tras la finalización, el equipo de la Universidad de La Laguna proporcionará un plan de mantenimiento detallado que incluye la aplicación periódica de productos protectivos e hidrofugantes. Este mantenimiento es vital pues, como advierten el equipo directivo de la restauración, “la portada de este edificio era un enfermo que estaba en cuidados intensivos. Ahora mejora pero va a seguir necesitando cuidados a lo largo del tiempo”.
Una casa con mucha historia
La Casa del Corregidor posee una antigüedad considerable, con una fecha de fundación documentada en 1545, lo que la sitúa con alrededor de 480 a 500 años de historia. El edificio perteneció al corregidor Álvarez de Sotomayor.
La portada, encuadrada artísticamente dentro del estilo Plateresco, se distingue por varios elementos singulares de alto valor, incluyendo tres escudos: el del corregidor/gobernador, el de Tenerife/Cabildo y, en la parte superior, el de Carlos V. La composición de este último revela detalles compositivos singulares, como el desplazamiento de un casetón hacia arriba para evitar que la garra del águila bicéfala tapara la iconografía interior.
El material original de la portada es una roca volcánica rojiza que presumiblemente procede del Camino de Dios, en el municipio de Tegueste. Era una piedra de uso habitual en las construcciones de mediados del siglo XVI pero posee “un peor pronóstico de conservación” que el basalto.


