La prevención de la obesidad infantil y la recuperación del suelo de pinar quemado tras los incendios han sido los temas galardonados, respectivamente, como mejor Trabajo Fin de Grado (TFG) y Trabajo Fin de Máster (TFM) de la Universidad de La Laguna relacionados con la Agenda Canaria de Desarrollo Sostenible 2030 en la convocatoria auspiciada por la consultora Plan B Group.
Marta Pérez Hernández y Nerea Sánchez Filippini, del Grado en Maestro en Educación Primaria, fueron las premiadas como mejor Trabajo Fin de Grado, mientras que Víctor García Tagua, egresado del Máster en Biodiversidad Terrestre y Conservación en Islas, fue galardonado como mejor Trabajo Fin de Máster.
El acto de entrega de los premios fue presidido esta mañana por Francisco García, rector de la Universidad de La Laguna, acompañado de Isabel K. León, vicerrectora de Cultura y Extensión Universitaria; Cynthia Albelo, coordinadora de proyectos de cultura corporativa de Plan B Group y presidenta de la comisión evaluadora de los premios; y Leticia Rodríguez, del Centro Insular de Calidad y Consumo Responsable del Cabildo de Tenerife.
En el curso pasado, un total de 3.764 estudiantes de grado y posgrado oficial superaron con éxito la asignatura del TFG y TFM en este centro académico. El rector resaltó la importancia de estos premios, ya que conectan directamente la investigación con retos tan relevantes como el del desarrollo sostenible. “Como universidad tenemos que seguir aportando conocimiento y apostando por premiar el talento de nuestros estudiantes, en una época en la que los bulos no pueden tener más fuerza que las investigaciones contrastadas”.
Cynthia Albelo presentó a Marta Pérez Hernández y Nerea Sánchez Filippini, premiadas por el trabajo “Impacto de la actividad física y la educación nutricional en el ámbito escolar”. La preocupación por la obesidad infantil exige respuestas concretas y contextualizadas, sostuvieron las alumnas, por lo que las acreedoras de este galardón decidieron centrar su proyecto en dos ejes como son el deporte y la alimentación.
Para este trabajo contactaron con tres colegios de educación primaria, uno público, otro concertado y otro privado. En primer lugar, revisaron la normativa sobre prevención de la obesidad infantil y, a continuación, entrevistaron al equipo directivo de cada centro y realizaron un cuestionario a 148 alumnos y alumnas. Tras ello, concluyeron que, respecto a la actividad física, los tres centros ofrecen actividades extraescolares y que cumplen con el tiempo establecido, pero que en ninguno de ellos se realizan nuevas iniciativas como cuñas motrices o pausas en mitad de la jornada para romper el sedentarismo. Además, el profesorado tampoco cuenta con formación específica en esta materia.
Respecto a la educación nutricional, las alumnas concluyeron que, aunque se cumple con el mínimo reglamentario de legumbre, fruta, verdura, carne y pescado, además de llevar a cabo prácticas como el frutómetro que contabiliza el número de frutas que llevan los niños al colegio, no existe un mecanismo que evalúe si las prácticas que se están llevando a cabo son realmente efectivas o si tienen algún impacto real en la vida de los estudiantes.
La conclusión general fue que independientemente de los recursos, la gestión o la organización de los centros, lo que más cuenta es la vocación y la implicación de los docentes, y en este caso, el centro público es el que contaba con más iniciativa y proyectos más innovadores.
Por su parte, Víctor García Tagua, del Máster en Biodiversidad Terrestre y Conservación en Islas, resultó premiado por el trabajo “Estudio metagenómico de la diversidad bacteriana de pinar quemado tras el incendio Arafo-Candelaria”. El objetivo fue describir las comunidades bacterianas presentes en una zona cercana al Risco de La Fortaleza, a través de la identificación de bacterias presentes en muestras de suelo recolectadas en 18 parcelas y la secuenciación genética.
Además, se ha evaluado la diversidad microbiana de las muestras nueve meses después del incendio y se ha estudiado su resiliencia, determinando su capacidad de recuperación mediante la identificación de especies bacterianas resistentes o adaptadas a las condiciones posteriores al fuego.
Durante el estudio se han detectado más de siete mil especies diferentes de bacterias en las 18 muestras de pinar. Los géneros bacterianos más abundantes fueron microbios pirófilos, que cuentan con propiedades beneficiosas para las plantas, al igual que otras bacterias que son microorganismos promotores del crecimiento vegetal.



