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¿Qué modelo de ciudadanía salió de las escuelas?

martes 04 de julio de 2017 - 08:40 GMT+0000

Manuel Ferraz Lorenzo investiga la ciudadanía a partir de los libros de texto.

El profesor del Departamento de Historia y Filosofía de la Ciencia, la Educación y el Lenguaje, Manuel Ferraz Lorenzo, coordina un proyecto de investigación que ha obtenido recientemente financiación del Ministerio de Economía y Competitividad para su desarrollo durante tres años. Su objetivo principal es analizar los libros de texto publicados en el periodo comprendido entre el denominado tardofranquismo y la entrada de España en la entonces Comunidad Económica Europea en 1986, con el objetivo de dilucidar una sencilla, pero relevante, cuestión: ¿Qué tipo de ciudadanos y ciudadanas se formaban a partir de los contenidos educativos existentes en esos volúmenes escolares?

El estudio está aún en su fase preliminar, pero surge a partir de algunos trabajos previos ya presentados en forma de tesis doctorales y algunos artículos científicos, por lo que se parte ya de ciertas certezas. Como explica el investigador, los libros de texto reflejan qué intereses políticos, sociales e ideológicos eran demandados por la sociedad en cada época. Obviamente, el libro de texto no es el único elemento que cimenta esos ideales en los niños y niñas, pues también importa la influencia del profesorado y de los agentes externos, como la familia o la propia sociedad. Pero no cabe duda que las lecturas realizadas y trabajadas en el aula son de suma relevancia para introducir los contenidos ideológicos contemporáneos al alumnado.

Además de la Universidad de La Laguna, participan en este proyecto investigadores de otra universidades: la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), Sevilla y Valladolid. Para realizarlo, ha sido necesario acotar el material de análisis por razones logísticas: así, se ha definido, por un lado, que se estudiará un intervalo cronológico muy concreto y, por otro, un tipo de libros y de contenidos muy específicos.

Sobre el periodo temporal analizado, los investigadores no se plantearon comenzar por los comienzos del Franquismo porque en esa época estaba muy claro cuál era el objetivo de la educación. “La primera etapa de la dictadura buscaba crear personas dóciles, católicas, patrióticas, y el tipo de “ciudadano” –entre comillas porque tampoco podríamos hablar de ciudadanía como tal- que tenía que integrarse en la sociedad estaba bastante domesticado y adocenado, sin apenas derechos y con muchas obligaciones. El nacional-catolicismo anegaba las aulas. Por eso, el objetivo de los libros de texto del primer franquismo parecía evidente. Pero no teníamos tan claro los objetivos del franquismo durante los últimos momentos, a finales de los 60 o incluso antes, a finales de los 50”, comenta Ferraz.

El investigador explica que, con esa premisa, se decidió estudiar la etapa final del Franquismo, la etapa de la Transición y ya el inicio de la integración de España en la CEE, para ver qué tipo de ciudadano se demandaba en esos momentos. El interés principal del proyecto es dilucidar esa hipótesis a partir de los contenidos de los libros de texto, pero no exclusivamente. Por ello, algunos de los investigadores de las universidades colaboradoras también indagarán en los contenidos del noticiario que se emitía en los cines durante la dictadura (el célebre No-Do) y, también, en los de algunas películas de esas épocas.

Otro elemento que se acotó es el tipo de libro de texto analizado, que será exclusivamente el utilizado para la asignatura de Ciencias Sociales. Ferraz explica que ello se debe a que, si bien otras materias también son importantes, es en esta donde se desarrollan más claramente los conceptos sociales y humanos que ayudan a configurar la posterior ciudadanía.

Cultura económica

Una peculiaridad de la investigación es que el análisis de los libros de Ciencias Sociales del periodo estudiado se centrará, específicamente, en aquellos contenidos que tienen que ver sobre la llamada “cultura económica”: es decir, cómo se explicaba al alumnado cuestiones como el ahorro, el trabajo, los salarios, la productividad o las finanzas.

“Nos lo planteamos mucho a la hora de pedir el proyecto porque hablar de economía era arriesgado para investigadores como nosotros, cuya formación se centra en la historia y la pedagogía, ya que lo primero que nos iban a reprochar era que estábamos cometiendo una injerencia con respecto al trabajo realizado por los economistas”, explica Ferraz. “Pero tampoco era tal la injerencia, porque nosotros estudiamos la economía dentro de los libros de textos y analizamos cómo se contempla ese tipo de cultura económica en ellos. Los aspectos didácticos y pedagógicos ya se han estudiado en trabajos anteriores, pero este tipo de conceptos más relacionados con el mundo económico no habían sido abordados en historia de la educación. Era algo novedoso y el Ministerio lo consideró relevante para aprobar el proyecto”.

Este análisis de contenidos se realizará utilizando la metodología desarrollada por la UNED dentro de su Proyecto MANES. Al tratarse de una universidad a distancia, para dicha institución era especialmente interesante indagar en el campo de lo que se ha dado en llamar la manualística, es decir, el análisis de las publicaciones educativas, inspirándose para ello en investigaciones similares desarrolladas por instituciones francesas.

Desde los años 90, a través del proyecto MANES la UNED realizó el vaciado de contenido de multitud de libros de texto, para posteriormente referenciarlos temáticamente y catalogarlos, de tal modo que en la actualidad cuenta con una importante base de datos sobre este tipo de manuales.

Este trabajo previo es de utilidad para el proyecto, pero aun así, será necesario realizar un volcado de contenidos y catalogación específica para el proyecto, pues en los anteriores trabajos de MANES no se habían ocupado de los aspectos económicos y financieros y, por tanto, es necesario revisarlo todo de nuevo.

Además, hay que realizar un trabajo exhaustivo de localización de ejemplares para su estudio, lo cual no es fácil porque los libros de texto, una vez pasado el curso, no se guardan con tanto cuidado como otro tipo de volúmenes, por lo que desparecen con relativa facilidad. Por ello, el investigador indica que está siendo de gran utilidad la revisión de los propios fondos existentes en la biblioteca MANES, o la colaboración de entidades como los Museos de Educación o los Centros de Profesorado, los cuales disponen de archivos muy amplios de libros de la época.

Evolución de la ciudanía

 Aunque la investigación está comenzando, el análisis realizado hasta ahora y los trabajos previos permiten detectar ya grandes diferencias entre épocas. “Por ejemplo”, relata el investigador de la ULL, “el tema del consumo era algo muy criticado en esa época porque se asociaba al consumismo y se consideraba negativo por naturaleza. Además, se empleaban determinadas teorías como la marxista, o la Escuela de Frankfurt, para sustentar esa idea. A medida que vamos avanzando, empezamos a notar que en los libros de texto de los 80 ya no se considera que el consumo per se sea malo, aunque los textos advierten de que no se puede consumir mucho y debe hacerse con responsabilidad. Hay una evolución. Y lo que queríamos reflejar nosotros en la investigación es cómo evolucionan los mismos conceptos en diferentes momentos y se reflejan de manera distinta en los libros para concebir un determinado tipo de ciudadano”.

Otra evolución conceptual se da a la hora de abordar el tópico del trabajo. “A finales de los 70 se buscaba un ciudadano crítico y se elogia mucho el trabajo, como aspecto que dignifica a la persona”. En cambio, en la actualidad el discurso es menos entusiasta y reconoce la existencia de bolsas de paro y, de algún modo, prepara a las personas a tener paciencia con el desempleo.

“Más que los contenidos curriculares, lo que intentamos es aclarar qué tipo de ser humano se estaba preparando en aquel momento, que no tiene nada que ver con el que se plantea en los años 40-50, ni con el que se propone a partir de la LOGSE de 1990, donde se defiende un tipo de ciudadanía que acepte más las reglas del juego, que consuma, que trabaje pero que ante la carencia de empleo, se resigne o se convierta en por sí mismo en emprendedor”.

De este modo, se dan conceptos cuya consideración varía a lo largo de las épocas, como puede ser el caso del consumo, el trabajo, el ahorro, los créditos bancarios, la publicidad, las deudas familiares… Y otros que no existían y que, en determinado momento, como reflejo de los cambios sociales, aparecen y se convierten en factores de trascendental importancia, como es el caso de la mujer: en los 70 no aparecía en los textos ningún contenido referido a la igualdad sexual o de género, que sí comienza a percibirse a partir de los 80 y, sobre todo, de los 90. Lo mismo podríamos indicar para los aspectos relacionados con los factores culturales.

En los libros de texto, pues, se refleja la ideología que bulle en cada momento. Así, en los 70 el influjo de la escuela filosófica marxista era fundamental pero, al mismo tiempo, también lo era el Concilio Vaticano II de 1964, cuya doctrina social estaba “en contra del consumo desmesurado, a favor del trabajo y de la consideración del obrero como eje vertebrador de la sociedad”.

El grupo de trabajo irá publicando progresivamente los resultados que vaya obteniendo a través de artículos en revistas de impacto y de la asistencia a congresos. Manuel Ferraz, además, alberga la esperanza de poder publicar al final del trabajo una monografía que sintetice todo lo analizado. “Comparar en distintas épocas qué tipo de ciudadano se demandaba en función de aquellas pautas educativas que se dan durante el periodo escolar, puede ser interesante para comprender el nuevo modelo de alumnado y de ciudadanía que se está intentando diseñar (o fabricar) en la actualidad”.

Gabinete de Comunicación


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