Invisibles: mujeres y conocimiento

EL ACCESO DE LAS MUJERES A LAS UNIVERSIDADES Y LA LUCHA POR EL RECONOCIMIENTO

Las mujeres acceden a la Universidad a finales del S. XIX (con la excepción de los casos de mujeres en las universidades italianas en el S. XVIII) pero de forma minoritaria y principalmente para estudiar en escuelas de medicina. En todos los países europeos cada vez más mujeres solicitaban permisos especiales para acceder a la educación. Medicina, Filosofía y Letras y Derecho iban abriendo las puertas, pero las grandes y prestigiosas universidades, y especialmente los estudios de ciencias, se resistían a conceder estos permisos. Muchas universidades hasta después de la mitad del S. XX.

Logró inscribirse en 1891, para realizar estudios de física, química y matemáticas en la Universidad de París, proveniente de Varsovia, Marie S. Curie. Marie fue galardonada con el Premio Nobel de Física en 1903 “en reconocimiento por los extraordinarios servicios rendidos en sus investigaciones conjuntas sobre los fenómenos de radiación”, y en 1910 demostró que se podía obtener un gramo de radio puro, recibiendo al año siguiente, en solitario, el Premio Nobel de Química “en reconocimiento por sus servicios en el avance de la Química por el descubrimiento de los elementos radio y polonio, el aislamiento del radio y el estudio de la naturaleza y compuestos de este elemento”. Entre 1923 y 1930 sufrió cuatro operaciones de cataratas.

En 1932 se agudizaron las lesiones de sus manos y su ceguera, falleciendo en 1934 de anemia perniciosa, resultado de la exposición durante tanto tiempo a radiaciones. Sigue siendo la única persona a la que se ha concedido dos premios Nobel. Y es la científica más conocida.

Mileva Maric supera el examen de entrada en la Universidad de Zurich en 1896, una de las más prestigiosas de Europa en el S. XIX, que permitía el acceso a mujeres, y se matriculó en la Escuela Politécnica para estudiar matemáticas y física. Allí conoció a Einstein. Ambos compartían su amor por la ciencia y la música y se cuenta cómo a menudo abandonaban sus clases regladas para dedicarse a sus propias investigaciones. En 1905 se publican los tres relevantes trabajos de Einstein: la Teoría Especial de la Relatividad, el trabajo sobre el Efecto Fotoeléctrico y la Teoría del Movimiento Browniano, y son pocos los historiadores que dudan de la contribución de Mileva a los mismos. Evan Harris, científico estadounidense, ha realizado un estudio cuantitativo y cualitativo de las referencias de Einstein a los estudios e investigaciones que estaban efectuando él y Mileva y al futuro éxito de compartirían con sus descubrimientos utilizando términos como “nuestro trabajo”, “nuestra teoría”, “nuestra colaboración”, “nuestras investigaciones”, “nuestros artículos”.

“Confío en que el humo de la brujería salga pronto de nuestros ojos”. Así se expresaba M. Wilkins en una carta dirigida a Francis Crick unos meses antes de la publicación del descubrimiento de la estructura del ADN. El 25 de Abril de 1953 se publica en Nature el artículo y una foto en la que Watson y Crick posaban felices ante la estructura de varillas de metal, alambres y cartón que representaba la molécula y sus componentes. La historia siempre ha sido contada así: dos equipos de investigación compiten en dos laboratorios diferentes. J. Watson y F. Crick en el Laboratorio Cavendish de la Universidad de Cambridge y M. Wilkins y Rosalind Franklin en el laboratorio del King’s College en Londres. Usan metodologías de investigación y técnicas diferentes: los primeros usan modelización de estructuras siguiendo la técnica usada con éxito por Pauling y los segundos difracción por rayos X. Los primeros ganan la partida… y los tres varones el Nobel. Lo cierto es que las investigaciones experimentales de Rosalind Franklin y su famosa fotografía 51 constituyeron la prueba empírica necesaria para confirmar lo que sólo era un modelo teórico posible en manos de Watson y Crick, y fue Wilkins quien les mostró las pruebas sin que ella lo supiera.

También habían tenido acceso a los informes que Rosalind Franklin elaboraba para dar cuenta de sus avances al director del King’s College. Cada vez es más reconocido el papel crucial y la relevancia de sus investigaciones y resultados en el desvelamiento de la estructura del ADN.

Sin Nobel también se quedó Lise Meitner por sus trabajos en fisión nuclear y Jocelyn Bell, descubridora de los púlsares, o Vera Rubin, por sus investigaciones sobre la materia oscura del universo. Otras lo han logrado pero en porcentaje muy mínimo, como Gerty Theresa Cori y María Goeppert-Mayer en Física y Química, Barbara McClintock, Rita Levi-Montalcini, y Christiane Nüsslein-Volhard en Fisiología o Medicina, entre otras, y la más reciente Frances Arnold en Química. Doce mujeres han obtenido el Nobel de Fisiología o Medicina, cinco el de Química, tres el de Física y una el de Economía. Incluyendo también el Nobel de la Paz y el de Literatura, se ha concedido 844 veces a hombres y 52 veces a mujeres.

En Marzo de 1901 Einstein escribe: “Qué feliz y orgulloso estaré cuando juntos hayamos culminado con éxito nuestro trabajo sobre el movimiento relativo”.
(Rubio Herraez, 2006)

La lista de mujeres científicas crece exponencialmente en la segunda mitad del siglo XX. Pioneras de la computación, de la investigación nuclear, la astrofísica, la genética y de todos los campos del conocimiento.