Eugène Viollet-le-Duc vivió en una Francia decimonónica en la que grandes joyas arquitectónicas de la época medieval comenzaban a reflejar en su deterioro el paso de los siglos. Este arquitecto y arqueólogo decidió intervenir para conservar este patrimonio para futuras generaciones, convirtiéndose así en uno de los primeros y más conocidos restauradores de monumentos y castillos de Europa. La suya fue una trayectoria que llevó al primer plano del arte las labores de restauración y conservación, hasta el punto de que el 27 de enero, en el aniversario de su nacimiento, se conmemora el Día Internacional del Conservador Restaurador, tal y como se estableció en 2011 en el XVIII Congreso Internacional de Conservación y Restauración de Bienes Culturales en Granada.
En la actualidad, la tarea de preservar el patrimonio cultural a través de técnicas que garanticen su conservación en el tiempo abarca muchos más objetos que imponentes castillos y se fundamenta en una labor anónima en la que el primer paso no es la intervención, sino el diagnóstico y la búsqueda de información. En la Universidad de La Laguna, el alumnado del Grado en Conservación y Restauración de Bienes Culturales está expuesto a este principio desde el comienzo de su formación.
El estudio de los materiales que componen un bien cultural es un paso primordial de la conservación patrimonial, disciplina en la que cada vez se concentran más medios y mayor especialización. “Hay que conocer bien el objeto tanto a nivel artístico como a nivel estructural, incluida su composición química”, sostiene Elisa Díaz González, profesora contratada doctora en el Grado en Conservación y Restauración de Bienes Culturales y responsable científica del Servicio de Análisis y Documentación de Obras de Arte (SADOA), perteneciente al Servicio General de Apoyo a la Investigación (SEGAI) de la Universidad de La Laguna. El diagnóstico cobra más importancia y se realiza de manera cada vez más interdisciplinar, “porque intentamos ser lo más específicos a la hora de establecer los tratamientos”, añade Díaz, señalando que la orientación actual de la profesión pasa por “conservar más que restaurar”.
La interdisciplinariedad que articula esta profesión ya estaba presente en la trayectoria de Viollet-le-Duc, arquitecto y arqueólogo, aunque el componente científico cobra relevancia en la actualidad gracias al desarrollo de instrumentos más especializados. “Realmente el componente científico siempre ha estado en la restauración”, apunta Díaz, quien se licenció en Bellas Artes con especialidad en Restauración Pictórica por la Universidad de Granada y se diplomó en Conservación y Restauración de Bienes Culturales de Documento Gráfico por la Escola Superior de Conservació i Restauració de Béns Culturals de Catalunya.
Investigación artística de bata y de bota
El papel del restaurador o restauradora requiere de sensibilidad artística, pero también de un conocimiento detallado de los materiales y los procedimientos de intervención. Es por esto que el SADOA, ubicado en la Facultad de Bellas Artes en el Campus Guajara, cuenta con instrumentos como sistemas multiespectrales, cámaras adaptadas y escáneres de luz estructurada para la documentación del patrimonio, lo que, según su responsable científica, lo convierte en un servicio único en Canarias.
Un ejemplo es la fotografía multibanda, una técnica de análisis no destructivo que permite la caracterización de pigmentos históricos en diversas bandas del espectro electromagnético, ayudando a dilucidar la ejecución de las obras mediante el estudio de dibujos subyacentes o arrepentimientos de los artistas, pudiendo detectarse incluso retoques realizados por ellos mismos o por restauradores a lo largo del tiempo. Estos instrumentos facilitan un conocimiento detallado de los distintos componentes del objeto estudiado y, sobre todo, establecer diagnósticos más precisos acerca de su estado para diseñar estrategias de conservación preventiva.
Además, la información proporcionada puede contribuir en procesos de atribución de autoría y ayudar a determinar la autenticidad de objetos en colecciones patrimoniales de las islas no estudiadas con anterioridad. “Las nuevas tecnologías permiten plantear nuevas maneras de mirar las obras y analizarlas”, atestigua Díaz, lo que quizás deriva en un proceso que no es tan rápido como antes, pero que, según la especialista, permite estudiar bien el objeto y sus componentes antes de actuar. “Con los años, he adoptado un enfoque cada vez menos intervencionista”, porque hay que conocer muy bien los materiales antes de proponer cualquier manipulación que pueda llegar a ser contraproducente.
Esta necesidad de acumular toda la información posible del objeto antes de decidir cómo y cuándo intervenir es algo en lo que coincide la catedrática Maribel Sánchez Bonilla, especializada en la conservación y restauración de bienes patrimoniales conformados en piedra volcánica. “Cuando comencé a aplicar la formación sobre conservación en piedra, me encontré con que no existía documentación específica sobre la piedra volcánica, ni en escultura ni en elementos patrimoniales”, señala Sánchez.
En un territorio como el canario, en el que gran parte del patrimonio artístico y arquitectónico se nutre de los materiales del entorno, poder identificar estos componentes y sus comportamientos es primordial para contribuir a su conservación. “Además, normalmente una ciudad patrimonial con roca volcánica, como Arequipa, en Perú, está toda construida en base a una misma piedra; pero si paseas por el casco histórico de La Laguna, no encuentras un tipo de piedra volcánica, sino siete”, añade. La catedrática, que ha intervenido como responsable de proyectos de restauración como el de la Fuente de la Plaza del Adelantado de La Laguna, apunta que la piedra volcánica se caracteriza por su especificidad, ya que son rocas complejas, con comportamientos muy diferentes entre ellas, por lo que “no existen recetas generales”. Añade que estos exámenes preliminares implican una importante labor archivística y documental, así como un profundo conocimiento contextual de las piedras de las distintas islas del archipiélago y sus orígenes.
“En un espacio relativamente acotado como este, la piedra, sobre todo en las construcciones más antiguas que son las que ahora nos encontramos más estropeadas, se ha recogido siempre en las cercanías” sostiene Sánchez. En este sentido, cita los libros de obra como una fuente básica para su trabajo, pues en muchas ocasiones indican no sólo las características físicas de los materiales de la construcción original, sino incluso la cantera de la que se extrajo la piedra. Por esto, insiste, hay que dar importancia a los equipos de restauración locales, “que conocen el entorno, los materiales del lugar y a qué historiadores referirse en busca de información”. En este sentido, la implantación en 2011 del Grado en Conservación y Restauración de Bienes Culturales de la Universidad de La Laguna fue, según esta especialista, necesaria. Y destaca la labor investigadora especializada que han realizado sus alumnos en estos años, a través de trabajos de fin de grado y fin de máster y tesis doctorales, que en su opinión, “han contribuido al estudio de elementos patrimoniales de las islas, aportando detalles que nos permiten conocerlos cada vez mejor”.
Tecnología innovadora para comprender mejor la obra
En esta misma Facultad de Bellas Artes, inaugurada en 2014, se ubica el Servicio de Análisis y Documentación de Obras de Arte, que ofrece tanto a la comunidad universitaria como a instituciones, empresas y profesionales del sector, la realización de estudios técnicos y tratamientos de los diferentes bienes culturales con el respaldo de técnicas instrumentales. En el último año han incorporado a su oferta el servicio de desinfección por anoxia, un mecanismo utilizado para la eliminación de plagas, mediante el cual se establece una cámara estanca alrededor del objeto, extrayendo el oxígeno de manera progresiva para una mayor efectividad del tratamiento. De esta manera, mantiene Díaz, el proceso resulta más sostenible y más seguro, tanto para los técnicos como para la obra que se manipula. Actualmente, este servicio forma parte de un proyecto de colaboración para el tratamiento de los Carruajes de Nava que forman parte de la colección del Museo de Historia y Antropología del Cabildo de Tenerife situado en la Casa Lercaro.
Díaz apunta que este carácter transversal que define la labor del conservador también se extrapola a la labor diaria en el Servicio de Análisis y Documentación de Obras de Arte, en el que han establecido estrechas colaboraciones con otros servicios del SEGAI. “Para nosotros el SEGAI es una gran oportunidad”, comenta. En este sentido, trabajan con el Servicio de Genómica para conocer los microorganismos que hay en las obras; con el Servicio de Microscopía Electrónica para analizar la composición de un objeto, su estructura interna y deterioro; y con el Servicio de Espectroscopía Infrarroja, que permite el análisis de pigmentos y materiales utilizados. Recientemente, el Servicio de Electrónica ha sido de gran ayuda con la puesta en marcha de la tecnología de desinfección por anoxia, mientras que el Laboratorio de Diseño y Fabricación Digital ha sido un apoyo fundamental en la documentación de obra bidimensional mediante procesos de ortomosaico. “Somos interdisciplinares al 100% y creemos que la restauración debe ir por ese camino”.
Para Elisa Díaz, uno de los aspectos a los que considera que se debería dar una mayor visibilidad en el ámbito de la conservación en Canarias es el patrimonio documental. A pesar de que ya en 1993 la UNESCO lanzó el Programa Memoria del Mundo con el objetivo de concienciar acerca de la importancia de la conservación de los fondos archivísticos, Díaz afirma que “el patrimonio documental no está dentro de los planes de intervención de muchas instituciones, es uno de los grandes olvidados”. Por esto, participa desde hace años en el estudio de las tintas metaloácidas presentes en muchos documentos históricos de archivos y bibliotecas patrimoniales canarias, con el objetivo de frenar la corrosión que produce el deterioro de estas tintas y la degradación del documento.
Del mismo modo, en 2022 se inició un proceso de inventariado y catalogación de las obras artísticas de la Universidad de La Laguna y, a partir de 2024, se suma su colección fotográfica, de más de 2000 ejemplares. “El objetivo no es solo conocer e inventariar las colecciones, sino realizar un estudio material de los objetos para poder decidir en qué condiciones conservarlos, o exponerlos”, matiza Díaz sobre este proceso que prevé continúe aún durante algún tiempo.
Este tipo de colecciones menos prominentes en el ámbito de la conservación y entre las que Elisa Díaz incluye también el arte contemporáneo, acusan la falta de especialistas en restauración como personal fijo en las instituciones que albergan fondos patrimoniales en Canarias. “Es curioso, porque con la existencia de un Cuerpo Superior Facultativo de Escala de Conservación y Restauración del Gobierno de Canarias estamos por delante de otras comunidades en cuanto a regulación profesional, pero no se convocan plazas, o no se convocan los perfiles adecuados”, apunta. Añade que la especialización que caracteriza este campo de trabajo puede ser beneficiosa para incorporar en las instituciones perfiles profesionales que complementen los ya existentes, lo que, a largo plazo, compensará frente a la contratación de empresas externas o la posibilidad de fomentar el intrusismo laboral y crear un perjuicio para los materiales presentes en estas colecciones. “A mi entender, el gasto monetario se tiene que ver como una inversión, cuando se logra salvar tanto patrimonio”, concluye.
Fomentando la profesionalización del sector desde la universidad
La Universidad de La Laguna es una de las pocas instituciones universitarias españolas en las que actualmente se imparte un Grado en Conservación y Restauración de Bienes Culturales. La Asociación Profesional de Conservadores Restauradores de España, ACRE, insiste en que la regulación de la profesión es cada vez más necesaria, lo cual pasa por una formación especializada y el establecimiento de unas competencias claras, definidas y exclusivas de los conservadores restauradores.
En el Día Internacional del Conservador Restaurador, ambas profesoras tienen claro que el camino a seguir es el de la profesionalización y la especialización. Maribel Sánchez insiste en que, si bien en la restauración hay múltiples vertientes que trabajan conjuntamente, cada profesional interviene en un campo específico: “estos oficios no chocan, sino que se complementan y cuando no, es porque falta alguien y pronto se nota en el proyecto”. Y sobre todo, coinciden en que el importante y desconocido patrimonio del archipiélago canario se vería muy beneficiado por una mayor presencia de conservadores y restauradores en las instituciones y organismos que lo gestionan. Según Elisa Díaz, el alumnado del Grado en Conservación y Restauración de Bienes Culturales de la Universidad de La Laguna no solo está formado para llevar a cabo este trabajo, sino muy entusiasmado ante la idea de poder hacerlo: “solo necesitan que se les dé una oportunidad”.
(Este reportaje es una iniciativa enmarcada en el Calendario de Conmemoraciones InvestigaULL, proyecto de divulgación científica promovido por la Universidad de La Laguna).
Unidad de Cultura Científica y de la Innovación (Cienci@ULL)