La divulgadora científica y bióloga Odile Rodríguez de la Fuente participó recientemente en el evento Diginnova Inspira, un encuentro dedicado a la innovación, la sostenibilidad y la transformación digital organizado por la Universidad de La Laguna. En su ponencia “Clima de cambio” abordó los principales desafíos ambientales que afronta el planeta, haciendo un llamamiento a redefinir la relación entre la humanidad y la naturaleza. “Tenemos que darnos cuenta de que somos naturaleza, ni más ni menos. Todo lo que le hacemos a la naturaleza nos lo hacemos a nosotros mismos”, señaló como invitación a reconectar con el mundo natural y situar la vida en el centro de las decisiones.
Con una trayectoria centrada en la educación ambiental y la conservación de la biodiversidad, Rodríguez es hija del reconocido naturalista Félix Rodríguez de la Fuente y ha dedicado gran parte de su carrera a continuar su legado, combinando divulgación, investigación y proyectos innovadores de sostenibilidad. Ha participado en programas de concienciación social, iniciativas de restauración de ecosistemas y proyectos de educación ambiental dirigidos a jóvenes y comunidades, buscando unir ciencia, tecnología y valores ecológicos.
Para Rodríguez de la Fuente, los principales desafíos ambientales que enfrenta España se resumen en la emergencia climática, la pérdida de biodiversidad y la falta de conciencia ecológica. Advierte que la Península es especialmente vulnerable a sequías prolongadas, incendios y eventos extremos y, en ese sentido, recalca que “es urgente concienciar y educar sobre la relación que mantenemos con el planeta porque es el origen de todo lo que nos está ocurriendo”, explicó.
Por otra parte, subrayó la necesidad de adaptación basada en la naturaleza, citando ejemplos como las “ciudades esponja”, que permiten almacenar y gestionar el agua de lluvia de forma sostenible. Estas ciudades incorporan espacios que permiten la infiltración del agua en el suelo, así como humedales urbanos capaces de retener grandes volúmenes de agua. De este modo, no solo se favorece la adaptación frente a las lluvias intensas y la prevención de inundaciones, sino que también se garantiza una mejor gestión del recurso hídrico durante los periodos prolongados de sequía.
Además, destacó la biomímesis, una disciplina que busca inspiración en estructuras, procesos o sistemas de la naturaleza para resolver problemas con diseños más eficientes y sostenibles. Un ejemplo de su aplicación es el velcro, inventado por el ingeniero suizo George de Mestral, quien, durante un paseo, observó que las semillas de la bardana se adherían al pelaje de su perro y a su ropa. Al examinarlas bajo el microscopio descubrió que estaban cubiertas de diminutos ganchos que se enganchaban a las fibras textiles; a partir de esa observación, ideó el conocido sistema de cierre de gancho y bucle, hoy utilizado en todo el mundo.
Rodríguez de la Fuente añadió otros casos: “El tren bala inspirado en el martín pescador o los edificios que regulan su temperatura como los termiteros africanos muestran cómo podemos aprender de la naturaleza para crear soluciones eficientes y sostenibles”, señaló.
Educación, tecnología y conciencia ecológica
Respecto a las tecnologías actuales, destacó que son herramientas aliadas para luchar contra la emergencia climática, la pérdida de biodiversidad y la falta de conciencia ecológica. “El blockchain para trazabilidad de productos sostenibles, inteligencia artificial para entender la dinámica del planeta o el internet de las cosas para optimizar recursos y reducir derroches son algunos ejemplos”, explicó.
Rodríguez de la Fuente sostiene que cambiar el modelo socioeconómico actual es complejo porque implica cuestionar creencias profundamente arraigadas y enfrentar la inercia del sistema. “Debemos redefinirnos para que la naturaleza y el bienestar humano estén en el centro, pero estamos a la deriva”, afirmó.
En ese sentido, señaló que “a pesar de la Cumbre de París, la Cumbre de Montreal y de todos los acuerdos del Pacto Verde Europeo, seguimos aumentando las emisiones y perdiendo biodiversidad”. Además, advirtió que “el problema es que los tiempos de la naturaleza no son los nuestros, y quizá ya hayamos superado el punto en el que realmente podamos intervenir sobre las fuerzas que hemos desencadenado”.
Sin embargo, ve en las universidades y, sobre todo en los jóvenes, un papel fundamental: “Tienen la capacidad de cuestionar lo establecido y esa mirada fresca debe alimentar a las instituciones educativas”, afirmó.
