Un estudio recientemente publicado en la revista REMIE. Multidisciplinary Journal of Educational Research ha analizado de qué manera varían en la población adolescente factores como el florecimiento personal, la autoeficacia empática percibida y el apoyo social en épocas difíciles como las del confinamiento. Sus autores son David Pérez Jorge, del Departamento de Didáctica e Investigación Educativa de la Universidad de La Laguna, y Concetta Pirrone, Elisabetta Lopes, Michela Bianchini y Francesco Maria Boccacio, todo ellos de la Universidad de Catania (Italia).
El objetivo principal del estudio fue analizar cómo afectó el confinamiento por la pandemia de la COVID-19 al bienestar emocional de los adolescentes, centrándose en tres dimensiones clave: el florecimiento personal, la autoeficacia empática y el apoyo social percibido. Se planteó la hipótesis de que estas variables mejorarían tras el confinamiento, y que el apoyo social y la empatía actuarían como factores mediadores del bienestar.
En concreto, el concepto de “florecimiento personal” alude a una forma de bienestar psicológico que va más allá de la ausencia de malestar. Implica sentirse útil, tener un propósito vital, relaciones positivas, autonomía, autoestima y una sensación general de crecimiento personal. Es un indicador de funcionamiento óptimo en la vida, tanto emocional como social.
La “autoeficacia empática percibida” es la creencia de la persona en su capacidad para comprender, compartir y responder adecuadamente a las emociones de los demás. No se trata solo de tener empatía, sino de confiar en la propia habilidad para ponerla en práctica de forma efectiva en las relaciones sociales.
Finalmente, el “apoyo social percibido” se refiere a la percepción que tiene una persona sobre la disponibilidad y calidad del apoyo emocional, instrumental y afectivo recibido por parte de su entorno —amigos, familia, personas significativas—. Es un factor protector clave ante situaciones de estrés.
Estos tres componentes fueron evaluados en 261 adolescentes de entre 13 y 19 años en dos momentos: recordando el confinamiento y en la actualidad. Aunque el confinamiento supuso, en general, una disminución del bienestar emocional, los resultados también muestran que algunos adolescentes lograron mantener altos niveles de florecimiento incluso durante esa etapa, gracias al apoyo emocional y sus habilidades empáticas.
Las conclusiones generales del estudio señalan que, durante el confinamiento, se observó una disminución significativa en los niveles de bienestar, empatía y apoyo social que experimentaron una recuperación significativa en el periodo posterior. También fueron identificadas diferencias significativas por género, como que hubo mayor bienestar en varones durante el confinamiento, y por edad, al observarse que los adolescentes más jóvenes se mostraron más resilientes).
En cuanto a los adolescentes que presentaban niveles altos de florecimiento durante el confinamiento, también reportaron mayores niveles de empatía y apoyo social tanto entonces como actualmente. Pérez Jorge explica que esas personas experimentaron esa sensación de bienestar y propósito en un periodo tan complejo porque las condiciones del confinamiento, como la reducción de presiones académicas, mayor tiempo en el hogar o el fortalecimiento de vínculos familiares, facilitaron una experiencia emocional más protegida o introspectiva.
“Lejos de ser un efecto contradictorio, estos hallazgos ilustran la complejidad de la experiencia adolescente y la importancia de los factores protectores. Por tanto, no se trata de que el confinamiento fuera ‘positivo’ en términos generales, sino de que algunos adolescentes, en contextos favorables, lograron desarrollar un mayor bienestar psicológico incluso en circunstancias adversas”, explica le profesor de la Universidad de La Laguna.
Todo ello sugiere que la adversidad no afecta a todos por igual y existen factores protectores como las redes de apoyo sólidas o las habilidades emocionales, que pueden favorecer procesos de adaptación e incluso crecimiento personal en contextos difíciles. De este modo, el proyecto aporta evidencia empírica sobre la necesidad de desarrollar programas educativos y de salud mental que fomenten habilidades emocionales y redes de apoyo entre adolescentes, especialmente ante situaciones de crisis. Además, contribuye a fundamentar políticas de promoción de la resiliencia desde un enfoque psicoeducativo y social, basadas en datos fiables y actuales.
Aun así, hay que considerar que el estudio utilizó un muestreo no probabilístico y algunas respuestas se basaron en el recuerdo del confinamiento, lo que introduce el posible sesgo de memoria. Además, al tratarse de una muestra localizada en Italia, los resultados no son directamente extrapolables a otros contextos culturales. Aun así, sus responsables consideran que el diseño y el rigor del análisis permiten extraer conclusiones sólidas y valiosas.
Este estudio es el resultado de una colaboración internacional entre las universidades de La Laguna y Catania enmarcada dentro del conjunto de acciones formativas del plan de formación de investigadores postdoctorales, establecido mediante el convenio bilateral ESI–ULL, firmado en 2020 entre el European Scientific Institute y la Universidad de La Laguna, y renovado en 2024. Este convenio ha facilitado la formación y actualización de investigadores de todo el mundo, promoviendo proyectos conjuntos de alto impacto científico.

