Fundiéndose en abrazos se saludaban en la tarde de ayer, 27 de noviembre, cinco destacados representantes de la vida política y social de las Islas que se reunieron como parte del programa “Para la libertad. España después de 1975”, que organiza la Universidad de La Laguna para conmemorar cincuenta años del inicio de la transición democrática en España. El encuentro, titulado “De la política en la transición a la transición en la política: una mirada desde Canarias”, celebrado en la Sala de Rectores del Edificio Central, cumple un doble objetivo: recuperar el valor político del momento histórico y resaltar la aportación singular de Canarias a la democratización española.
Estuvieron presentes Pablo Ródenas Utray, profesor del Departamento de Filosofía de la Ciencia, la Educación y el Lenguaje de la Universidad de La Laguna y dirigente en los años posteriores a 1975 de organizaciones de la izquierda canaria; José Carlos Mauricio, periodista y figura clave del nacionalismo canario contemporáneo que ocupó cargos políticos a nivel regional y nacional; Isidoro Sánchez García, representante de ATI-Coalición Canaria y con amplia experiencia institucional a través de diferentes cargos en la política local, regional, nacional y europea; Alfonso Soriano Benítez de Lugo, primer presidente de la Junta de Canarias y figura destacada en UCD quien, posteriormente, se integraría en el Partido Popular; y Antonio Martinón Cejas, Catedrático en Matemáticas y ex rector de la Universidad de La Laguna, responsable político en múltiples instituciones autonómicas y estatales durante la Transición y los primeros gobiernos de Canarias, primero como parte del PSP Canario que luego se integraría en el PSOE.
El acto, organizado por el profesor de Derecho Constitucional, Ciencia Política y Filosofía del Derecho de la Universidad de La Laguna, Antonio Adelfo Delgado, fue introducido por el rector de la institución académica, Francisco García. “Este diálogo es un espacio donde cruzar cinco miradas de cinco protagonistas de esa época irrepetible inolvidable de nuestra historia, cinco miradas que la miraron desde Canarias”. García le cedió la palabra a la moderadora de la mesa, María Luisa Arozarena Marrero, periodista y ex directora de Radio Nacional de España en Canarias, para presentar a los contertulios.
Inició el diálogo Pablo Ródenas, quien definió su papel como figura política y académica como una “anomalía”, ya que fue uno de precursores de la teoría política española de la época. Describió la Transición a través de dos visiones contrapuestas. Por un lado, la intensificación de la violencia, iniciada durante el Franquismo a partir de 1973, tras los asesinatos del entonces presidente del Gobierno, Luis Carrero Blanco, por ETA y del militante de izquierdas y sindicalista lagunero Antonio González Ramos, a manos de la policía del Régimen. Por otro, se vivía “un entusiasmo popular impresionante”, marcado por múltiples manifestaciones que demostraron que el pueblo español deseaba el cambio hacia la democracia. Desde su perspectiva, Canarias era la nacionalidad histórica más diferenciada de España y no estuvo reconocida así en la Constitución de 1978, como sí lo estuvieron la catalana o la vasca dado el apoyo de los partidos nacionalistas regionales.
Isidoro Sánchez rememoró el abandono del gobierno español al Sáhara en 1975, mientras era coordinador del sindicato universitario en Madrid y su participación activa en la vida política de las primeras elecciones democráticas de su Orotava natal en 1979, cuando fue elegido como alcalde su hermano Francisco Sánchez y él mismo concejal del municipio en dos ocasiones. Recordó las manifestaciones de las medianías de La Orotava en una zona rural que vivían aún en aquellos momentos sin electricidad, que le llevaron a implicarse aún más en las decisiones políticas del valle.
Antonio Martinón resaltó la esperanza de la Transición, un momento en el que había “más ganas de democracia que de continuar el Franquismo, incluso para quienes sufrieron la Guerra Civil y la cárcel, se buscaba un acuerdo como fuera, a pesar de las reticencias por parte del Régimen”. Remarcó que lo que unía a diferentes movimientos políticos desde la oposición era el antifranquismo. Aunque lamentaba que no fue hasta 1982 que perdiera la derecha, con el apoyo mayoritario a UCD desde el Archipiélago, reconoce con orgullo que la democracia fue traída de vuelta entre todas las fuerzas políticas de entonces. Sobre el Sáhara, añadió que se había convertido en un problema estratégico, ya que la Legión española se había instalado en Fuerteventura mientras también crecía el movimiento independentista que encabezaba Antonio Cubillo desde Argelia.
Alfonso Soriano manifestó que lo que se consiguió en España durante la Transición sería muy difícil de hacerse realidad con las figuras políticas actuales, de quienes manifestó que se avergonzaba “por lo que se ha llegado a nivel autonómico y nacional”. Desde su visión, el cambio político fue posible gracias a que “había una clase media que correspondía al 60% de la población española”. Un hito de la época que destacó fue el avance en el debate de los presos políticos para que fueran considerados iguales que los presos comunes, lamentando el caso de Antonio González.
Por último, José Carlos Mauricio reveló que ser periodista y político en esos momentos no tenía distinción: “usábamos el periodismo para hacer política, vivimos la politización de los periódicos, como fue el caso de La Provincia de Las Palmas en Gran Canaria y de El Día en Tenerife, quienes organizaban reuniones clandestinas”. Describió varios elementos clave de la historia de España y Canarias durante la Transición, como que la movilización social había logrado que el sector del Franquismo no pudiera sobrevivir tras la muerte de Franco o que había también un importante movimiento obrero en la Universidad de La Laguna. “La sociedad española estaba rajando el traje del Franquismo, ya no cabía en el Franquismo”, sentenció.
Como cierre, María Luisa Arozarena tomó la palabra para enunciar las conclusiones del diálogo, entre las que resaltó: la cultura política del diálogo como algo “innegociable”, la estabilidad política, el fortalecimiento del autogobierno, el pluralismo político, los cambios en los medios informativos y las tensiones identitarias. Sumó también, como mensaje a las nuevas generaciones, la responsabilidad compartida de todas las voces políticas y la necesidad de escuchar a quienes tomaron las decisiones para alcanzar la democracia actual. Asimismo, invitó a la Universidad de La Laguna a celebrar otro diálogo para poder tener un espacio para hablar en más detalle del futuro democrático de Canarias y España.







