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Una democracia polarizada

martes 11 de noviembre de 2025 - 14:25 GMT+0000

Iñaki Gabilondo, entrevistado el día antes de su intervención en el ciclo "Para la libertad. España después de 1975" de la Universidad de La Laguna.

Iñaki Gabilondo ha sido durante más de seis décadas una figura de referencia en los medios de comunicación españoles, ya sea como directivo o, sobre todo, como director y presentador de programas de máxima audiencia. Aunque ha tocado prácticamente todos los géneros y su rostro sigue siendo muy popular, sin duda el entorno con el que mas se lo relaciona es la radio.

Su vasta trayectoria comenzó en 1963 en Radio Popular en San Sebstián, por lo que sabe perfectamente qué supone convivir -o acaso sobrevivir- con la falta de libertad. Fue testigo de excepción de la Transición y protagonista de uno de sus momentos más tristemente icónicos, cuando el 23 de febrero reo de 1981 se puso por primera vez en su vida ante las cámaras de televisión para informar, en calidad de director de TVE, sobre el golpe de estado afortunadamente infructuoso.

Gabilondo participó a principios de noviembre en el programa de actos “Para la libertad. España de 1975” con el que la Universidad de La Laguna conmemora el cincuentenario de la Transición democrática. Protagonizó un fluido diálogo público con estudiantes de Periodismo y también tuvo tiempo para reflexionar sobre aquel pasado, pero también sobre el inestable presente, con este Gabinete de comunicación.

 

Hace unos pocos días salió una entrevista en el Periódico de Cataluña en la cual usted señalaba: “que el franquismo muriera en la cama fue una deshonra y una vergüenza generacional”. ¿Qué cree que se podría haber hecho mejor?

Sí, queda como una vergüenza histórica y generacional porque no debió ser así. Pero las cosas fueron porque se produjeron los hechos como se produjeron. El franquismo tuvo un salto en el año 60 con el Plan de Estabilización que dio a la sociedad española un impulso importante, consolidó una clase media que no existía, hubo un crecimiento económico muy espectacular en los siguientes días, etc. Y eso relajó mucho a la sociedad, aunque estaba habiendo por debajo una corriente transformadora formidable, porque era cada vez más difícil soportar la falta de libertad -porque la gente no sabe qué quiere decir la falta de libertad- y entonces las circunstancias hicieron que eso acabara como acabara. Hubiera debido ser posible otra cosa.

 

¿Y qué hubiera preferido usted?

Hubiera preferido que el franquismo hubiera terminado sus días de otra manera.

 

Iñaki GabilondoHablando de esa época, usted empezó como periodista en 1963. ¿Cómo era trabajar en una profesión que busca la verdad en una situación de control total y censura?

Yo trabajaba en la radio y la gente no conoce esto, pero la radio en España solo pudo empezar a dar información sin conectar con Radio Nacional de España en 1977. Hasta ese día de octubre de 1977, todas las emisoras de España conectaban obligatoriamente a las dos y media de la tarde y a las diez de la noche con Radio Nacional, que daba el único informativo que se emitía en España.

En las radios hacíamos reportajes, programas “de color”, deportes, temas locales, hechos de actualidad, se iban abriendo caminos. Ya se había montado Hora 25, pero se consideraba un programa de “cuestiones actuales”, no se podía llamar informativo.

La prensa fue cambiando pero había procesos de censura. Para que veas, en Radio Madrid hacíamos noticias locales y se pasaba por censura de la siguiente manera. (A continuación, Gabilondo interpreta una conversación):

“-Ministerio de Información y Turismo, buenos días.

-Hola, buenos días, le llamo de Radio Madrid.

-Sí, le paso con censura, un momento… Censura, buenos días.

-Hola, mire, le quiero decir lo que vamos a contar a las 12. Que ha habido un robo en la joyería…

-¡No!

-Que hay fiestas…

-¡Sí!”.

Así era como se hacían estos programas, con ninguna libertad y vetada la información política nacional e internacional, que solo la daba Radio Nacional.

 

Y directos tampoco habría, porque eran incontrolables, ¿no?

Sí: las fiestas de Tomelloso, el partido de fútbol del Real Madrid, el concierto de Perico el de los Palotes… Era una mesa con una pata menos, un organismo amputado. Y estábamos a la espera de que llegara el día en el que la radio española, que era muy buena y hacía cosas creativas muy brillantes, pudiera también hacer información como hacían los franceses, los belgas, los italianos y los franceses. Era una situación tremenda.

Hacer alusiones al tiempo pasado es una injusticia absoluta, porque lo entiendo como una impugnación a las carencias de la democracia, que está demostrando que no acierta con la solución de los problemas que afectan a la sociedad. Está perdiéndose en grandes retóricas y no se está dando cuenta de que maneja un recetario desbordado por la complejidad de la actual realidad. Y entonces, la gente impugna este modelo abrazando las ideas más chocantes aunque no le están ofreciendo soluciones: le están denunciando cosas. A la gente le gusta oír que se denuncian cosas, pero no le han dicho cómo las van a resolver.

Pero que quieras impugnar la actualidad no modifica la realidad del tiempo pasado. Por eso suelo decir a la gente más joven que la democracia no es lo mismo que lo que hay ahora pero sin partidos políticos, que parece que es lo que creen los que añoran este tiempo. O un señor que manda mucho. No: es un señor que manda tanto que decide tu vida. No podíamos reunirnos con quien quisiéramos, no podíamos ver las películas que queríamos, no podíamos leer los libros que queríamos, no podíamos profesar la religión o la no religión, no podíamos tener la identidad sexual que teníamos. La gente joven no sabe que eso pasa cuando un régimen autoritario empieza a limitar cosas.

Estamos viendo ahora, por ejemplo, que Donald Trump en Estados Unidos está tomando decisiones que liquidan cosas. Dígame usted si le apetece mucho ese modelo, aunque se quede con la parte vistosa de un hombre con mucho poder que hace y ejecuta las cosas que dice que va a ejecutar.

La democracia debería mirarse con muchísimo cuidado las carencias colosales que está evidenciando ante la sociedad más joven. Este anhelo de la gente joven tiene un carácter más de invocación a lo más alborotador que de verdadero deseo de que eso se haga. Están diciendo: “¡Estos sí que dicen las verdades!”. Y estos partidos dirán las verdades que quieran, pero no están diciendo cómo piensan resolver los problemas que denuncian.

Pero, como digo, hay en el mundo entero una contestación muy clara a las democracias que están dando muestras de no dar con las teclas en los temas fundamentales, y eso está llevando a la gente a esta gran impugnación. Más otros que, evidentemente, sí anhelan el retorno a unos planteamientos políticos de ese tipo.

 

Iñaki GabilondoEs descorazonador que los más jóvenes estén defendiendo el franquismo.

Sí, porque impugnan lo más reventón. En cada momento hay una alternativa. El día del 15M había una propuesta radical de otro estilo que arrastraba a la gente insatisfecha con el bipartidismo. Ahora la gente mira la referencia al hombre fuerte, que ha sido un viejo anhelo cuando había problemas: el hombre de hierro, el Deus ex Machina, el hombre que resuelve los grandes problemas de la humanidad… Es una tendencia muy humana. Ahí estamos y, además, va muy fuerte en todos los sitios.

 

Con el 15M surgió lo que se llamó la “nueva política”, pero en seguida parece que los poderes fuertes de la sociedad acabaron por apagarla. Sin embargo, ahora estamos hablando de un movimiento internacional, porque no es solamente Trump.

Sí, se está creando una internacional del nacionalismo, que es lo más paradójico que nunca ha existido. Ahora los Patriots for Europe -la agrupación de partidos europeos en la que se integra el partido de Abascal- forman en cada país europeo una especie de quintacolumnismo infiltrado que está funcionando. Estamos en un momento de cambio tan profundo, tan total y tan absoluto que resulta muy difícil vaticinar nada ni analizar con claridad. Estamos en medio de un terremoto muy grande.

 

Y más con la situación de los medios de comunicación, que parece que ya no pueden ejercer ese supuesto papel de cuarto poder, de moderador.

Eso también ha cambiado por completo. Para empezar, los periódicos ya no son medios de comunicación de masas: de masas es TikTok, es Instagram. Los medios de comunicación están cambiando completamente el sentido de su tarea, se están transformando y viviendo como pueden.

Cada vez que hablamos de información, debemos colocar antes que nada en el frontispicio un lema: “Los medios de comunicación viven en pánico financiero”. Porque el modelo que los sostenía se ha ido abajo y están tanteando, buscando otro. Unos avanzan más, otros menos, y viven en esta situación de descolocación grande que les está haciendo parar. En este momento no se puede analizar con severidad ni con fijeza lo que están haciendo, porque están defendiéndose de un cambio colosal, buscando la salida.

Que, por otra parte, está ocurriendo con otras muchísimas cosas en el mundo. Está absolutamente todo sacudido, y los medios de comunicación, efectivamente, ya no pueden en modo alguno jugar el papel que jugaban y están tratando de colocarse como puedan. Sobre todo, tratando de buscar los mecanismos de consolidación y estabilización económica que sujeten el negocio. Porque ahora mismo el periodismo no está en crisis: está en crisis la estructura que sostiene al periodismo.

Por eso se dice muy en broma -pero no tan en broma- que no ha habido mejor época que esta para trabajar en periodismo, ni peor época que esta para vivir del periodismo. Porque es un momento en el que los cimientos que sostenían el negocio están temblando. Los medios están buscando atajos para alcanzar al lector, al oyente, al espectador… a través de superficializaciones, banalización, caramelitos, likes, no likes, jueguecitos, moviendo espejitos y colorines porque están en una caza desesperada del cliente que no saben dónde está.

 

En esta situación, ¿qué mensaje se le puede dar ahora a alguien que esté estudiando la carrera y se quiera dedicar al periodismo? ¿Cuál es su porvenir?

¿El porvenir? ¿Quién sabe cuál es el porvenir? ¿Qué es el porvenir? ¡El porvenir de nada! Dime una carrera cuyo porvenir conozcas. O una actividad. O un país. El mundo está temblando. Pero eso no puede constituir la madre del cordero en la decisión de vida de nadie. Tienes que vivir haciendo lo que crees que tienes que hacer, con la mayor decencia y claridad posibles, sin estar haciendo vaticinios y profecías respecto a dónde va a conducirte esto. El mundo será lo que quieras.

El mundo ahora mismo está lleno de delincuencia, redes mafiosas, contrabandistas, narcotraficantes… ¿Es, por tanto, imposible vivir una vida decente? No. Hay un montón de gente que, en ese paisaje, constituye burbujas de vida decente y las elabora, las desarrolla y lleva adelante. Pues con el periodismo igual: tiene que recordar en qué consiste su oficio, cuál es la tarea que le compete, tratar de no equivocarse con los señuelitos de los likes y los no-likes, y hacerse fuerte en el mantenimiento de un oficio en el que cree que jugará un papel y que encontrará caminos con seguridad. Pero tendrá que apretarse los dientes.

Yo he sido director de emisora cuando no había libertad de información. Y la gente me decía, “¿para qué has estudiado periodismo si estás trabajando en un sitio donde no te dejan hacer información?”. Pues porque yo espero que un día pueda hacerla. Mientras tanto, me preparo.

No hay que hacer este tipo de vaticinios pesimistas. En los años que llevo en esto, que son no sé cuántos, cualquier oficio -el nuestro, por ejemplo- lo he visto ser el oficio que nadie quería, el oficio que todos querían, el oficio más envidiado, el oficio más repudiado… Los ciclos de la vida son muy cambiantes. Y lo que no puede nadie en la vida, ni en el periodismo, es detenerse en la coyuntura. Uno no puede evitar que le afecte la coyuntura, pero uno no puede vivir para ella coyuntura, y mucho menos creerse que la coyuntura es ya lo establecido para siempre.

Es el pecado típico de la gente joven: sabe que la vida va cambiando, que el siglo XIII es una cosa, el siglo XIV otra, cree que el mundo va cambiando, pero solo hasta el momento en que han nacido ellos y, entonces, ya se queda todo quieto. Pero es que esto tampoco está quieto, también está cambiando. Y también va a pasar. Y a lo mejor va a pasar para ir a peor. O a mejor. Pero no te quedes como si esto ya fuera el resultado final del largo viaje de la humanidad; este no es el resultado final del largo viaje de nada. En este tramo del viaje que te toca tienes que vivir con mayor consistencia, solidez y decencia, sin perderla la confianza en que podrás mover las cosas en una dirección adecuada.

 

Iñaki GabilondoConectando la Transición con esto que está comentando ahora acerca de la decepción que tienen los jóvenes, después de 50 años de democracia, ¿cuál es el balance que hace de cómo ha resultado ser el producto de aquel proceso?

La democracia es un éxito muy grande, lo que ocurre es que está, como todo, necesitada de una fuerte sacudida y no está siendo muy consciente de esto. Hay una cierta soberbia en la política, que cree que todo tiene que cambiar, sabe que cada ser humano y cada empresa están tratando de adaptarse, pero la política no cree que ella tenga también que hacerlo. Como gestiona algo tan sagrado como la libertad, le parece que eso va solo. No: eso también tiene que estudiarse, que reflexionarse y que actualizarse, y no lo está haciendo. La sociedad es mucho más compleja que antes, los problemas han adquirido otra dimensión. No es fácil resolverlos y se están aplicando viejas recetas de cuando la sociedad no era tan compleja.

El PSOE no tiene una solución para la vivienda. El PP no tiene una solución para la vivienda. Vox no tiene una solución para la vivienda. Nadie tiene una solución para la vivienda. Con las recetas tradicionales no se resuelve un problema de esa magnitud. Se necesita una acción concertada. Sin la administración local, la administración autonómica, la administración general del Estado, los sindicatos, la patronal… no se puede abordar un tema con tantos millones de esquinas.

Está librándose esta polarización del “yo soy listo, tú eres tonto; yo soy bueno, tú eres malo”. Ofrecen soluciones que solo pueden avanzar un poquito: se expresa satisfacción porque los jóvenes han pasado de tener un 30% de paro a un 29,7. Y el otro dice: “Cuando esté yo, tendrá un 28,2”. Y así la gente entiende que la pelea política libra una batalla que mueve las cosas un poco en el tablero, pero que no las aborda de fondo porque han adquirido una dimensión y una profundidad muy gordas. Entonces, se busca que venga aquí el santo Trump y que lo arregle.

 

Dijo hace un momento que los políticos tienen que gestionar la libertad, que es una palabra que se ha prostituido mucho últimamente.

A todo el mundo le gusta mucho jugar a la libertad. Si quieres saber qué tal es un hombre respecto a la libertad, mide cómo aborda la libertad ajena. Y lo que observo es que hay unos grandes adalides de la libertad que están irritándose muchísimo con cada comportamiento de libertad de los demás. Libertad, pero para mí. La democracia ha llegado hasta aquí haciendo muchas cosas y ahora está, como todo, cansada, gastada, hay fatiga de materiales en casi todo en la actual sociedad. Hay que revisar, refrescar, renovar todo esto. Y estoy un poco triste porque no veo a la política y a los partidos analizar el momento actual de otra manera.

El enfrentamiento para todo es ridículo porque hay un montón enorme de problemas que no se pueden resolver si no es pactando y concertando de alguna manera. No se trata de acabar con los partidos ni con la legítima mirada de cada uno de ellos, pero hay que entender que determinados asuntos necesitan otra actitud. La actitud es de “te odio tanto que quiero acabar contigo porque es más importante es que tú pierdas a que yo gane”. Una actitud de “más que contar lo que voy a hacer, voy a denunciar lo mal que tú lo haces”. Ese es un juego que no resuelve los problemas.

Con lo cual, estamos viviendo en un tiempo de profundísimo cambio y la política lo está acusando muy seriamente sin que vea una actitud de cambio. En Estados Unidos hay mucho enfado con la actitud de Trump, pero al Partido Demócrata no se le ha visto avanzar ni un milímetro ni proponer nada alternativo. El Partido Republicano, el viejo Old Party, está aceptando, humillado, a donde le conduce Trump. No está habiendo respuestas políticas de nada. En todos los sitios es igual: en Francia la socialdemócrata se ha venido abajo, la derecha tradicional también, la Quinta República está hecha papilla…

 

Milei acaba de ser refrendado, acaba de ganar las elecciones legislativas.

Milei acaba de ganar las elecciones, las ha perdido el Peronismo… Está todo el mundo perdido.

 

A lo mejor sueno un poco a teoría de la conspiración, pero ¿no le parece que la política realmente no hace nada porque está secuestrada por poderes mayores? Ahora que se habla de estas multinacionales tipo Amazon, que están por encima de las legislaciones.

Están por encima de la democracia, es un hecho. Pero no están dominando los medios de comunicación como la gente se cree que los domina. No es que Amazon te diga lo que tienes que hacer; es que en este momento, desde hace ya algún tiempo, los grandes poderes financieros han adquirido un poder que está muy por encima del de las democracias. Por encima de ti y de mí y del partido A y de la democracia B. Millones y millones y millones de yenes y de dólares flotan por el éter 24 horas sobre 24 sin parar ni una décima de segundo, moviéndose de aquí para allá a un click de los brokers.

Eso ha cambiado completamente. Antes, los ricos lo eran porque hacían cosas. Uno hacía coches, otro petróleo, otro casas, otro lo que sea… Esos ricos de antes son muy pobres frente a los ricos de hoy. Los ricos de hoy no hacen nada, no ofrecen un producto y se hacen ricos por eso; los verdaderamente ricos pulsan una tecla y con un click mueven una nube de miles de millones de dólares que van de aquí para allá. Y esta es una circunstancia que ha alterado por completo la realidad del mundo. Los medios de comunicación viven ahí, en ese sitio.

Pero bueno, yo creo profundamente en la política, es la única herramienta capaz de cambiar eso, pero no está. Una política consciente de su musculatura, que coloque las cosas en su sitio, deje de pelear por la batalla simple del poder y entienda la capacidad que tiene. No hay ninguna capacidad por encima de la política capaz de alterarlo absolutamente todo. O sea: la política cambia una ley y pone patas arriba el poder de estas inmensas multinacionales; le mete mañana un 27% [de impuestos] y las deja turulatas. Solo la política puede reaccionar ante esto, pero para hacerlo, tiene que empezar a sustituir su actual concepción.

Iñaki GabilondoLa política es un mecanismo. El primer capítulo es la lucha por conquistar el poder. El segundo capítulo es conquistarlo para hacer las cosas que quiera hacer. Pero cuando la lucha por el poder se convierte en toda la política, cuando toda la energía se juega en tener o no tener el poder, es cuando las cosas que hay que hacer pasan al segundo plano. Importa la demoscopia porque no tienes un objetivo claro de transformación de la sociedad, sino que tu objetivo claro es conseguir el poder, que no te echen, o quitárselo al que está. Y las cosas que haya que hacer ya nos las irá diciendo la demoscopia.

Un caso verdaderamente escandaloso es el del Partido Popular con el aborto, es lo más cómico que ha habido nunca en la vida. El Partido Popular está en contra del aborto por principios. Entonces llega Alberto Ruiz Gallardón, ministro de Justicia, y como está en contra del aborto por principios, monta una ley prohibiendo el aborto. El Partido Popular hace una encuesta, descubre que no le sale… y echa a Alberto Ruiz Gallardón. ¡Y eso que era un asunto de principios, no un asunto táctico! No hay principios. Hay demoscopia. Y si la demoscopia te dice que por aquí no tires, no tiras. Ahora, otra vez han vuelto con el aborto, le ha salido la demoscopia que no, y han dado otra vez marcha atrás. Hablo del PP, pero podría hablar de otro.

Los problemas han adquirido mucha envergadura, y hay muchos que no se pueden resolver si no es a través de acuerdos. Ya no se habla de la Ley de Educación porque, como se sabe que solo se puede hacer con un acuerdo y no puede haber acuerdo, al desván con la educación. Al desván con la reforma constitucional. Al desván con la reforma de administración pública. Al desván con todos los asuntos que necesitan ser tratados de una manera cruzada, porque no se acepta la posibilidad de hacer nada cruzado. Se nos está llenando el desván de reformas. Y esto es lo que la gente huele.

La polarización es lo que me está pareciendo lo peor de todo, ya no solo porque es desagradable, estéticamente horrible y deplorable, y es por lo que generalmente se critica la polarización. Yo la critico, además de por eso, y más que por eso, porque hace imposible la solución de los problemas. Y hace que mucha gente -sobre todo jóvenes- observe que no se pueden resolver y que las fórmulas que se brindan los mejoran solo un poquito. Y abrazan al Cid Campeador que venga montado en un brioso caballo blanco, aunque todavía no le han hecho la pregunta que hay que hacerle: “Ya sé todo lo que usted está contando. Ya ha ganado usted y ya tiene mayoría absoluta. ¿Ahora qué hacemos? ¿Cómo lo vamos a hacer?”. No han dedicado ni una décima de segundo a explicar cómo van a hacer nada. Es desalentador.

Porque diga lo que es verdad puedes seguir a un periodista, a un profesor, a un cura, a un sociólogo, pero no puedes seguir a un político. A un político hay que seguirlo porque aporte soluciones. Recuerdo hablar con Felipe González cuando era presidente y comentarle que cuando por la mañana yo observaba la actualidad, y me pasaba el día pensando en lo que yo diría. Y él me respondió: “Pues yo tengo que estar pensando en lo que yo haría”. Y en este capítulo del hacer es donde parece que la sociedad se ha detenido. Y a la gente joven, con lo lista que es, no se le ha ocurrido decir: “Oye, a partir de ahora vamos a pedir que nos den la receta que han previsto, porque estamos siguiéndoles como borregos sin que todavía sepamos muy bien porqué”.

Gabinete de Comunicación


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