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La ULL atestigua la recuperación de las comunidades de peces en las coladas del Tajogaite bajo insólitos patrones  

lunes 17 de noviembre de 2025 - 11:09 GMT+0000

Investigadores del grupo de investigación de Botánica Marina de la Universidad de La Laguna reconstruyen los cambios de biodiversidad marina de los deltas del volcán Tajogaite en sus primeros 26 meses. El trabajo publicado recientemente en la revista especializada Marine Pollution Bulletin demuestra la elevada resiliencia de los ecosistemas marinos de Canarias tras la catástrofe.

Durante estos primeros meses, los investigadores e investigadoras han realizado muestreos periódicos, mediante censos visuales para obtener datos de los cambios en la abundancia y talla de las diferentes especies. Los investigadores utilizaron una zona control, el delta lávico del volcán San Juan (1949), como referencia para poder comprobar en tiempo real, y frente a una zona no afectada, la evolución del nuevo hábitat. Ya en un primer trabajo estos mismos investigadores describieron la rápida colonización de estos nuevos hábitats por parte de los peces. Desde el inicio, y gracias a la existencia de zonas anexas cercanas no alteradas por el volcán y a la gran movilidad de los peces, sus poblaciones maduraron con rapidez, y a un ritmo muy superior al que lo hicieron el resto de organismo del ecosistema bentónico, como algas e invertebrados.

Los investigadores señalan que después de dos años prácticamente no hay diferencias significativas en el conjunto de las comunidades de peces entre la zona afectada y control. Desde inicio las especies que dominaron en los deltas son las mismas que predominaron en la zona control. Esto demuestra que estas especies son resilientes y con elevada plasticidad frente a eventos naturales catastróficos, frecuentes en territorios insulares y naturaleza volcánica como La Palma. Solo algunas especies, poco abundantes por lo general en un ecosistema no alterado, no han sido detectadas aún en la zona.

Los resultados también revelan curiosos patrones en la colonización de los arrecifes, inicialmente en sus primeros meses las poblaciones de peces estaban constituidas únicamente por adultos y juveniles, generaciones que evidente se movieron desde fuera de la zona afectada hacia adentro. Después de la incorporación inicial de estos individuos, no hubo un trasvase de adultos o juveniles significativo, y las poblaciones incrementaron en tamaño gracias a la incorporación de nuevos individuos vía de larvas procedentes en la columna del agua.

La incorporación por este medio no se pudo producir antes, aseguran los expertos, puesto que en los meses iniciales tras la erupción el número de larvas de peces en la columna de agua es bajo. Los investigadores lograron clasificar a los peces en dos formas de vida, atendiendo a sus rasgos biológicos y ecológicos, y han demostrado que aquellas especies sedentarias y territoriales han tardado un poco más de tiempo en colonizar los deltas lávicos.

También durante este tiempo se ha logrado registrar eventos masivos de reclutamiento, el más sorpréndete el de Sparisoma cretense (la vieja), cuyas poblaciones en los deltas lávicos han sido muy superiores a lo largo de todo el periodo de estudio. Una de las principales hipótesis que señala este trabajo apunta a que esta explosión demográfica pudo ser debida a los bajos niveles de depredación, especialmente durante el primer año donde las poblaciones de algunos peces piscívoros como Aulostomus strigosus (pez trompeta) era poco abundante.

No hay que olvidar tampoco que la pesca ha estado prohibida en la zona, debido al establecimiento de una zona de exclusión por motivos de seguridad, y que ello pudo favorecer la aceleración en la recuperación de alguna de las poblaciones de peces, especialmente aquellas con un interés pesquero.

Este estudio representa un avance significativo en la comprensión de las sucesiones ecológicas marinas tras erupciones volcánicas y ofrece una base científica sólida para futuras políticas de conservación en archipiélagos volcánicos como Canarias. Su desarrollo ha sido posible gracias a la ayuda competitiva conseguida por el equipo investigador dentro del programa Generación de Conocimiento del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, al apoyo del Cabildo Insular de La Palma, y de la Plataforma Oceánica de Canarias.


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