Skip to main content

Los retos del nuevo Plan Nacional de I+D+i

martes 17 de marzo de 2020 - 15:20 GMT+0000

Enrique Playán, tras su conferencia en el Aula Maga de la Facultad de Ciencias.

La Agencia Estatal de Investigación es un organismo que, legalmente, nació con la Ley de la Ciencia de 2011 y tendría que haberse puesto en marcha poco tiempo después de la aprobación de dicha norma. Sin embargo, por diversas circunstancias, no comenzó a funcionar hasta unos años después y no fue hasta 2017 cuando se puede considerar que tuvo una actividad estable. A principios de 2019, el ingeniero agrónomo Enrique Playán fue designado como su nuevo director y, desde entonces, ha iniciado una serie de visitas a diferentes universidades para dialogar con sus respectivos personales de investigación y, así, conocer de primera mano qué espera del órgano que coordina la comunidad científica nacional. 

Una de esas citas le trajo a la Universidad de La Laguna a finales de febrero, y tras su animado diálogo con nuestros investigadores, atendió brevemente al Gabinete de Comunicación para responder algunas preguntas sobre la actividad de la Agencia, sus convocatorias y los preparativos del nuevo Plan Nacional de Investigación Científica y Técnica y de Innovación que entrará en vigor el próximo año.

La Universidad de La Laguna y el resto de instituciones académicas y científicas españolas viven estos días circunstancias extraordinarias derivadas de la epidemia de COVIV-19, que han obligado a adoptar medidas para asegurar, en la medida de lo posible, la continuidad de la actividad científica, docente y administrativa mediante teletrabajo y la afluencia limitada. La propia Agencia Estatal de Investigación también ha actuado en esa crisis mediante un comunicado para anunciar la suspensión de los términos y la interrupción de los plazos administrativos de los actos y procedimientos derivados de las convocatorias de ayudas gestionadas por ella, amparado en el Real Decreto 463/2020, de 14 de marzo, según el cual se declaraba el estado de alarma.

¿Cuál es la situación actual de la Agencia, teniendo en cuenta que ha tardado más de lo previsto en ponerse en marcha y ahora es cuando empieza a estabilizarse?

Estamos en una situación en la que la Agencia ya está mostrando que tiene unos años de vida, empieza a regular sus procesos y a hacer la vida de una agencia en el ciclo administrativo. Es un buen momento para ajustar muchas cosas, sabemos que las expectativas de muchos investigadores son muy altas, que tenemos que mejorar y hacerlo a través del diálogo con ellos. Por eso estamos haciendo mucho esfuerzo en actuaciones como esta, en la que nos encontramos con los investigadores y, más que hacer una presentación, tenemos discusiones abiertas que nos ayudan mucho a pensar en cómo centrar algunos temas del futuro de la Agencia. Veo mucha importancia en estas actividades.

Ha dicho que desde que tomó posesión ha tenido unos veinte encuentros como este. ¿Cuáles son las principales objeciones y sugerencias que le llegan?

Preocupan la financiación, la burocracia, la justificación económica, la complejidad de las convocatorias… esas son las cosas que más a menudo salen, pero con una perspectiva tremendamente constructiva. Los investigadores creo que sienten la Agencia Estatal de Investigación como algo suyo, creen firmemente que la empujaron ellos y, por eso, tienen una sensación de propiedad que refuerza mucho nuestra actividad. Una Agencia como esta, que todos sabemos que no está al nivel financiero que necesitaría y que todavía es joven, descansa mucho en la relación con los científicos.

En el mundo académico hay cierto estupor ante la escisión de Ciencia y Universidades en dos ministerios separados, cuando son actividades muy relacionadas. ¿Esto cómo va a afectar a la Agencia, que parece que se va a quedar en el Ministerio de Ciencia?

Sí, eso parece, aunque todavía queda por saber algo más. La división dentro de los ministerios, como bien dijeron sus dos titulares en sus tomas de posesión, pasa por una coordinación necesaria. Efectivamente, la ciencia y la universidad son de muy difícil separación; el 70% de las actividades que la Agencia financia es a universidades, eso da una idea de la importancia del sistema universitario. Yo estoy seguro de que la coordinación se va a producir de forma natural y de que se abre la posibilidad de que la interlocución con el sistema científico sea más rica habiendo dos ministerios. Eso es, sin duda, una ventaja. Está claro que hay una complejidad mayor. La puesta en marcha de la estructura nueva está llevando algo de tiempo, pero hay que ser optimistas y pensar que las ventajas superarán ampliamente los inconvenientes.

Mencionó en su intervención que considera aconsejable que la Agencia, a pesar de que dependa del Ministerio, esté alejada de él “de una manera real”. ¿A qué se refiere?

Esto es una tendencia que ya es muy estable en Europa. Yo creo que en un tema de “mano derecha y mano izquierda”: por un lado, tienes que preparar unas políticas, asegurarte de que se lleven a cabo y luego evaluarlas. Y de una manera independiente, separada y con cierta distancia, tienes que implementarlas. Son dos partes muy diferentes y necesitas una distancia para poder diseñar las mejoras políticas y, al mismo tiempo, para ser capaz de juzgar tanto el valor de las políticas per se como su implementación.

El Ministerio quiso que, poco después de mi llegada en primavera de 2019, nos fuéramos a un edifico independiente donde pudiéramos tener una vida más propia. Y a pesar de que tanto al Ministerio como a nosotros mismos nos supone un distanciamiento e incluso unos costes no pequeños, creo que tiene un efecto muy positivo. La independencia, la autonomía de la Agencia, sobre todo en las decisiones científicas, es mucho más creíble cuando tenemos esa separación.

En 2020 termina el Plan Nacional de I+D 2017-2020, un trienio que ha sido complicado porque se ha mantenido el mismo presupuesto y ha habido  inestabilidad política. ¿Es pronto para hacer un balance de cómo ha ido?

Ya hay algunos rasgos que ya se pueden analizar ahora: ciencia de una calidad excepcional, financiada con recursos muy escasos; una gran eficiencia del sistema científico español -muy superior a los de los vecinos- porque estamos consiguiendo hacer grandes resultados con una financiación muy escasa; una capacidad limitada de atender a la excelencia, sobre todo en los jóvenes investigadores, porque contraemos deudas hacia el futuro con ellos y también con los grupos de investigación, que no se están financiando como nos gustaría a todos. 

Pero al mismo tiempo, como balance, un mensaje posibilista: esto se puede y se debe hacer, y tenemos que poner la ciencia y la tecnología donde corresponde, que no es en el sitio de los consumidores de recursos, sino en el de los generadores de recursos, de conocimientos necesarios para reinventarnos, para tener la industria del siglo XXI, para poder vividor más y mejor, para saber qué somos, y para vivir más a gusto con nosotros mismos, con nuestros rasgos sociales y nuestra historia… 

En todos los aspectos, la ciencia provee de soluciones y de futuro a la sociedad, y eso es un mensaje ya muy conocido en el Gobierno de España y las comunidades autónomas y lo que sabemos que se va a producir es que ese mensaje calará y se transformará en recursos que sean dinamizadores de nuestro estilo de vida y de nuestra economía. Creo que lo vamos a conseguir,

Se está cerrando el presupuesto 2020 y usted cifraba que lo ideal sería que la convocatoria de proyectos que gestiona la Agencia superara la barrera de los 400 millones.

Efectivamente, esa convocatoria la hemos hecho crecer en los últimos años, de 330 a 360 millones, pero le queda mucho recorrido. Lo que comenté es que, una vez que pasemos de un umbral que sería, por poner una cifra, superar los 400 millones, podríamos pensar en nuevos retos a la hora de financiar ideas de investigación. 

Creo que es importante fortalecer el sistema, que ahora mismo muestra debilidades en financiación y que, en cuanto alcancemos un nivel financiero superior, estaría listo para enfrentarse, por ejemplo, a retos muy específicos que tengan un interés político-social. Podría ser el momento para dedicarnos a temas de una importancia específica, tal y como hace la Unión Europea, que publica convocatorias en las que pide aspectos muy particulares. En nuestras convocatorias, el trato es: “tú tráeme una ciencia excelente y, si lo es, yo te la financiare”. Pero un país científicamente desarrollado debe saber qué es lo que quiere y debe pedir temas específicos para la sociedad, para despertar nuevas tecnologías, nuevas formas de convivencia, muchos aspectos.

Pero todavía no sabe, en el nuevo presupuesto, por dónde va a ir la cosa…

No, no. Hemos estado trabajando en ello, pero eso ya es un asunto del Ministerio, que está trabajando para que la ciencia tenga un presupuesto mejor. El problema está en buenas manos.

También va a empezar a trabajar en el nuevo Plan Nacional de I+D 2021-2024.

Ya se ha empezado por la Estrategia Española de Ciencia, Tecnología e Innovación 2021-27, y ahora toca trabajar en el Pan Estatal, que es la primera etapa de ese periodo de siete años, que corresponde al periodo 2021-24. Ese trabajo se va a iniciar en breve y queda mucho por hacer para componer con todos los grupos de interés, con todas las partes implicadas, un plan nuevo que aborde los retos que el sistema científico tiene.

Hablaba de convocatorias que se podrían refundir, por ejemplo, la que se divide entre proyectos de excelencia y retos.

Eso lo he planteado como una pregunta que nosotros nos haces en la Agencia sobre cuál es la manera en que tienen que evolucionar nuestras convocatorias. Y yo, personalmente, creo que en este momento es muy difícil establecer diferencias entre la ciencia más básica y la más aplicada. Vemos que los grupos excelentes, que afortunadamente tenemos muchos en Canarias y en el conjunto de España, tocan con la mayor naturalidad todos los palos de la baraja. Cuando observas un grupo de investigadores que están haciendo ciencia de primera línea, ves que están afrontando los retos intelectuales de la ciencia más básica pero que, a la vez, están orientados hacia la sociedad e intentando devolver la inversión que ésta ha hecho en ellos, e incluso han creado una empresa spin-off que está introduciéndose en el mercado y, a la vez, explican de manera eficiente lo que están haciendo. 

En este momento es cada vez más difícil establecer diferencias y circunscribir los grupos de investigación en una caja para ciencia más básica o en otra con la más aplicada. Esa es una visión que, como gestor de la ciencia, y habiendo gestionado estos programas durante años en la Agencia Estatal de Investigación, precisa una discusión abierta.

Pero es un sistema que está potenciando el contacto con las empresas y la transferencia. ¿No hay una menor influencia de la ciencia más básica?

No, para nada: el mandato de la Agencia Estatal de Investigación es promover la ciencia en todas las áreas de conocimiento. Y esa ciencia se puede estar trabajando en el límite del conocimiento de una disciplina o puede estar intentado buscar aplicaciones. Y, como digo, de manera creciente nos encontramos esas dos tareas en los grupos de investigación. Es un desarrollo relativamente nuevo y estoy muy orgulloso de ello. Ya resulta difícil para un grupo de investigación definirse (porque en un mismo proyecto puede estar haciendo física, biofísica y biomedicina) porque las áreas de investigación se están mezclando, empieza a haber mucha interdisciplinariedad y hay quien trabaja en el límite entre dos áreas de conocimiento. Quizá sean los paradigmas propios del siglo XXI, en los que se están disolviendo algunas barreras.

La Agencia, para la evaluación, distribuye los proyectos en cajitas temáticas, pero nos resulta a veces muy difícil decidir dónde colocar algunos proyectos, porque para buscar las soluciones a los problemas científicos o sociales es mucho más eficiente usar varias ciencias a la vez.

¿Qué me puede decir de las convocatorias destinadas a atraer talento investigador?, ¿se van a potenciar?

Puedo hablar de las de la Agencia porque, por ejemplo, la Beatriz Galindo no es nuestra, es del Ministerio de Universidades. Pero podemos hablar de forma general: creo que el Gobierno va a hacer un esfuerzo, o así lo estoy leyendo en ambos ministerios, para potenciar las convocatorias de captación y retención de talento. En el caso de mi ministerio, hemos recibido el mandato de hacerlo y esperamos que eso se sustancie en los presupuestos, porque creemos, como he dicho en la presentación, que las convocatorias de personal, sobre todo la más alta que tenemos (la Ramón y Cajal), son las más estratégicas de todas las que hacemos, porque afectan al hecho de que grandes investigadores jóvenes, pero ya con rasgos de investigadores senior, puedan tener un desempeño profesional y les instale de forma bastante definitiva en las instituciones. 

Eso es apostar por la ciencia de los próximos cinco o diez años y, si no se hace, el sistema no se aguantará. Vemos mucho interés político por reforzarlas y estamos completamente de acuerdo en hacerlo de manera inminente.

Gabinete de Comunicación


Archivado en: Investigación, Protagonistas

Etiquetas: , , ,