La Universidad de La Laguna celebra 50 años de la transición democrática con el programa de actos “Para la libertad: España después de 1975”, en el cual se abordan diferentes vertientes de este crucial episodio histórico. Una de sus facetas es la música, pues en aquel periodo, así como en los últimos años de la dictadura, la canción protesta vivió un periodo de esplendor con grandes títulos que siguen siendo himnos populares en la actualidad. Varios de ellos volvieron a resonar anoche, miércoles 22 de octubre, en el Paraninfo de la mano del periodista Máximo Pradera, quien además de presentar cada pieza también cantó alguna de ellas, acompañado por la soprano Laura Sabatel y el pianista Antonio López Serrano.
El título de la velada, “Si me borrara el viento lo que yo canto” está sacado de un verso de la canción “Gallo Rojo, Gallo Negro” del cantautor Chicho Sánchez Ferlosio, de quien también se interpretó la balaba que le dedicó a Julián Grimau, el líder comunista ejecutado por el régimen franquista en 1963 tras un proceso muy irregular incluso para los bajos estándares de la dictadura. Sánchez Ferlosio era tío del propio Máximo Pradera y, por ello, es el artista que sirvió al periodista como hilo conductor para desarrollar este proyecto cultural que, si bien le ha sido encomendado por la Secretaría de Estado de Memoria Democrática dentro de su proyecto España en Libertad, era una idea que el periodista ya barruntaba con anterioridad.
“Participé en un documental de David Trueba sobre Chicho Sánchez Ferlosio que se llama como nuestra función”, explicó Pradera en una entrevista realizada antes del concierto. “Tras mi intervención [en la película], pensé que realmente se ha hecho muy buena canción protesta. Desde la ejecución de Grimau hasta la muerte del dictador en 1975, esta música a veces servía como consuelo, otras veces como gasolina para los movimientos de rebeldía frente a la dictadura. Y me dije que me gustaría algún día hacer algo para reivindicarla”.
El resultado ha sido un espectáculo en el que han sonado canciones tan incrustadas en el imaginario colectivo que en muchas ocasiones fueron interpretadas a viva voz por el público de la sala universitaria: entre otras, “Libertad sin ira”, de Jarcha; “España camisa blanca”, de Víctor Manuel; “Mi querida España”, de Cecilia; y “A galopar”, de Paco Ibáñez según un poema escrito por Alberti en 1937, en pleno asedio a Madrid. Pradera las presentó de una manera distendida y descubriendo algunos secretos, como que las míticas “Al vent” de Raimon y “Al alba” de Luis Eduardo Aute no nacieron como canciones protesta, pero fueron resignificadas por el público.
Otro momento especial de la noche fue la interpretación de “La, la, la”, original del Dúo Dinámico que supuso la primera victoria española en Eurovisión, pero no en su forma más popular, sino en la versión catalana que el régimen impidió interpretar a Joan Manuel Serrat y supuso su sustitución por Massiel. No es una canción protesta en sí misma, pero todas las circunstancias que la rodearon son ejemplo del clima de represión del Franquismo y su censura feroz a las lenguas cooficiales.
Generalmente se asocia la canción protesta con un solista acompañado por su guitarra y, de hecho, así es como interpretó Pradera sus piezas. Pero resulta poco común contar con una soprano y un pianista clásico para este repertorio. “Ha sido para reivindicar, a través de arreglos que algunos son bastante chulos y sofisticados, la calidad de las canciones. Cuando las arropas con una buena armonización te das cuenta de que no son canciones para dar cuatro gritos”. Cita, como ejemplo, el arreglo realizado por López Serrano de “Ni aguantar ni escapar”, una melodía de Sánchez Ferlosio a partir de un poema de Carmen Martín Gaite. “Antonio la ha armonizado de una forma que parece un Lied de Schubert”.
En cuanto a la aportación de Laura Sabatel, fue seleccionada porque, además de colaborar desde hace tiempo con el pianista Antonio López, es una soprano “muy polivalente que no le hace ascos a cantar la megafonía, algo que no todas las sopranos líricas aceptan”, resalta Pradera, quien enfatizó que este tipo de repertorio precisa micrófono. “A Laura se le nota el poderío, pero no lo hace en plan Montserrat Caballé con Mecano, que a mí me parece ridículo. Porque este cancionero realmente es folk y cantarlo impostado no le va al género. Es como cuando Plácido Domingo canta rancheras, no le va esa voz de ‘tenoraco’. Tienes que adaptarte al estilo”.
Además de la Secretaría de Estado de Memoria Democrática, este espectáculo también cuenta con el apoyo del Instituto Cervantes, dada la calidad poética de muchas de las letras de estas canciones, por lo que tras ser presentado en varios puntos de la geografía españolo, viajará próximamente a escenarios europeos en Milán, Nápoles y Toulouse. Adicionalmente, gracias a la colaboración de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, está previsto que en 2026 el espectáculo llegue a varias universidades americanas, con fechas en México y Argentina ya cerradas.
Reflexionando sobre el estado actual de la canción protesta, Pradera reconoce que ha perdido ímpetu y quizá su último gran momento fue la oposición a la entrada de España en la OTAN en 1986, con títulos como el “Cuervo ingenuo” de Javier Krahe. A partir de ahí, la canción de autor se adentra en derroteros más sentimentales y, si acaso, autores como Ismael Serrano abordan temas sociales ocasionalmente. “E Ismael porque es hijo de un sindicalista”, recalca.
Para el periodista, es una pena que se haya perdido esa vinculación de la canción con la política, “porque la música moviliza mucho y ahora los movimientos políticos no tienen grandes baladas. O la gente solo quiere ganar dinero comercialmente, o no se ha entendido el poder que tiene la música para potenciar los textos”, señala. También es verdad que la actualidad es realmente convulsa y extraña: “Nunca se había dado que ‘el primo de Zumosol’, que suele ser el presidente de los Estados Unidos, de repente fuera con los nazis. Eso es muy duro”. Aun así, no pierde la esperanza de que en alguna ocasión la bancada progresista en el Congreso responda a la ultraderecha con un cántico. “Se tienen que animar”.


