De libros y otras hierbas

De naturalistas a científicos: pasado y presente de la botánica en las islas

La relativa cercanía del archipiélago a Europa, además de su clima, historia y patrimonio natural, hacen de Canarias un reclamo de primer orden para los estudiosos de la naturaleza y especialmente para los botánicos desde el s. XVII hasta la actualidad.

En sus inicios, los estudios sobre botánica en Canarias estaban en manos de naturalistas y botánicos nacionales como Antonio José de Cavanilles, director del Real Jardín Botánico de Madrid, que a su vez mantenían contacto con ilustrados, cronistas, botánicos y naturalistas canarios como Viera y Clavijo. Los textos y las ilustraciones de estos y otros canarios como Manuel de Ossuna y Saviñón, Domingo Bello y Espinosa y Víctor Pérez González, recogen la pasión que muchos aficionados y especialistas sentían sobre la flora y la vegetación canaria.

Los europeos también se unieron a la exploración botánica de Canarias, iniciada por Louis Feuillée en 1724, realizando un inventario de más de 30 especies vegetales y dibujos de muchas de ellas. Posteriormente llegaron importantes ilustradores como J.J. Williams y Alfred Diston (colaboradores de la obra Historia Natural de las Islas Canarias, publicada entre 1836 y 1850) y Marianne North, y recolectores como Masson, Broussonet, Bourgeau y Oscar Burchard, algunos de ellos financiados por los principales jardines botánicos y herbarios europeos, donde se catalogaron y nombraron gran cantidad de plantas canarias. Los pliegos herborizados en el archipiélago fueron también un reclamo para que otros naturalistas se acercaran a las islas atraídos por la singularidad de su flora. Incluso Linneo describió y dio nombre a plantas canarias sin haber visitado el archipiélago.

Tras los pasos de naturalistas europeos ilustres como Bonpland, Bory de Saint-Vincent, Webb, Montagne o Christen Smith llegaron otros como Ramón Masferrer y Arquimbau, Pitard, Proust, Lindinger, Børgesen, Lid, etc. Sus contribuciones consagraron el archipiélago como un lugar de máximo interés florístico para los estudiosos europeos.

Ya en el s. XX, con la creación de la Facultad de Ciencias en la Universidad de La Laguna, se impulsan en mayor medida los estudios botánicos desarrollados por especialistas locales y se establecen líneas de investigación en cada uno de los grupos que estudia la botánica: algas, hongos, líquenes, briófitos y plantas vasculares.

En la actualidad, la botánica se ha establecido como una potente línea de investigación en diversas instituciones, entre las que destacan las dos universidades canarias (ULL y ULPGC), el Instituto de Investigaciones Agrarias (ICIA) del Gobierno de Canarias, donde destaca la unidad de Botánica y Recursos Filogenéticos que se ubica en las instalaciones del Jardín de Aclimatación de La Orotava (Puerto de La Cruz); el Instituto Tecnológico de Canarias (ITC) del Gobierno de Canarias; el Instituto de Productos Naturales y Agrobiología (IPNA) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC); el Jardín Botánico Canario “Viera y Clavijo” del Cabildo de Gran Canaria-Unidad Asociada al CSIC; el Museo de Ciencias Naturales del Cabildo de Tenerife y el Banco Español de Algas (BEA).