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Campus América muestra casos de desarrollo local propiciados desde la universidad

viernes 05 de julio de 2019 - 19:06 GMT+0000

Campus América, la iniciativa de la Universidad de La Laguna para analizar y debatir las relaciones científicas, sociales y culturales de este centro docente con América Latina, continúa su curso. En la tarde de hoy 5 de julio ha tenido lugar la sesión de cierre del evento ‘Regreso al presente’ con el que se ha querido rescatar la llamada Declaración de La Laguna de hace 25 años y ponerla en conexión con los Objetivos de Desarrollo Sostenible que ha promovido Naciones Unidas.

La sesión se ha centrado en casos muy diferentes, dos de los cuales, el apoyo a las familias de los desparecidos forzosos en el norte de México y la dinamización de las comunidades de los barrios de Tenerife comparten un elemento común: están apoyados y promovidos desde su universidad de origen.

Desde México

Yadira Robles

Yadira Robles es directora del Centro de Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales de la Universidad del estado de Coahuila de Zaragoza, al norte de México. Es responsable del programa promovido por el gobierno mexicano para buscar a los desaparecidos forzosamente y ayudar a sus familias. El programa se llama Profade, “y surge del papel relevante de las mujeres buscadoras”, relata la profesora.

El equipo investigador ha detectado 332 familias con al menos un miembro desaparecido, lo que suma cerca de 4.000 personas cuyo paradero es desconocido a día de hoy y que, fruto de la lucha de poder entre los cárteles de la droga en la frontera con Estados Unidos, entre 2009 y 2011, se encuentran ausentes definitivamente. “Esta cifra ha demostrado que hay muchas más necesidades que cubrir de las pensadas inicialmente, porque todo el norte de México es un panteón, literalmente”, señaló la ponente, que habló del recurrente encuentro de fosas comunes con cientos de muertos, para lo cual se necesita de peritos y equipos especializados para identificar a las víctimas.

“Hay que seguir con la búsqueda, pero también hay que enfrentarse a lo material porque hay que seguir llegando a final de mes”, asegura la ponente de Campus América, máxime al tratarse de desparecidos que eran los mantenedores de esos núcleos familiares. El programa universitario pretende dotar de medidas y apoyo en salud, vivienda, educación y de acceso a la justicia a las familias afectadas.

La mayoría de los desparecidos lo son entre los 18 y los 35 años. Sus hijos han quedado huérfanos, y una de las necesidades principales es la educación. “Si no hay una madre o un abuelo que te ayude, el proyecto de vida queda truncado”. Son familias golpeadas por la violencia y la extorsión, relata la docente, y hace que tengan una vida muy inestable, agregó la experta. La ley mexicana reconoce como víctimas a la persona desaparecida y los familiares de primer grado o de unión matrimonial o de hecho, lo que les ha permitido generar unos derechos que de otra manera hubiera sido muy difícil poner en alza.

La unión de intereses y de puntos en común, en este caso de las propias familias y del gobierno, a través de la universidad, ha demostrado que se pueden obtener logros, expuso Yadira Robles. “La masacre ya pasó, y deben continuar con sus vidas. El Gobierno, en este caso, tiene la intención de ayudar para que salgan adelante. Los derechos humanos, ya sólidamente reconocidos, han ayudado a conciliarse con el día a día”.

Desde Tenerife

Otro ejemplo de la capacidad transformadora que tiene la universidad en su trabajo

La rectora, al comienzo de la sesión

desde lo local para llegar a lo global fue expuesto por el profesor titular de Geografía Humana Vicente Zapata. Firme convencido de la importancia de dinamizar la comunidad de vecinos para luego transformar el entorno, puso el ejemplo de su propio barrio, donde un grupo de señoras de mediana y avanzada edad, con los hijos ya criados y sin una profesión determinada, comenzaron a reunirse para hacer cosas y buscar un nuevo sentido a sus vidas.

Así, lo que empezó siendo una acción individual terminó siendo una propuesta colectiva. “Han trabajado en su barrio, pero por los demás. Empezaron arreglando un pequeño terreno al lado del local social, para convertirlo en un jardín en condiciones, y luego siguieron indagando qué recursos del barrio se pueden compartir, qué dificultades de movilidad encuentran y además se esfuerzan por recuperar su memoria y su pasado, haciendo incluso uso del teatro”. La Universidad de La laguna las ha invitado a conocer sus instalaciones y desde allí se ha formalizado la relación para ayudarlas a construir su proyecto y darle visos de futuro.

Se trata del proyecto Mayores en Comunidad. Este y otros liderados por Zapata forman parte de los Laboratorios de Innovación Social de la Universidad de La Laguna, con apoyo de su Fundación General. “Hace falta más dinamización en los barrios, porque se trata de innovar para influir y trascender”, explicó el profesor. Son por tanto proyectos que han surgido en el marco local, como el denominado Barrios por el Empelo, que se ha convertido en una política pública, con unas 3.500 personas que han conseguido un trabajo a través de otras formas de gestionar la empleabilidad. “Trabajamos con la sociedad, sin fragmentarla, sin generar exclusiones. Desde lo local se puede trabajar para el Planeta”.


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