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Diseño para salvar vidas

viernes 15 de mayo de 2020 - 12:40 GMT+0000

El mundo tal y como lo conocemos ha dado un giro de 180 grados debido a la crisis provocada por el coronavirus. La gente se queda en casa, mientras que en la calle cientos de personas luchan cada día por frenar esta situación. Los sanitarios, los cuerpos y fuerzas de seguridad, el personal de farmacia o de supermercados dan todo de sí mismos por la seguridad de la población, pero, para que esto sea posible, primero hay que protegerlos a ellos.

El Laboratorio de Diseño y Fabricación Digital (FabLab) de la Universidad de La Laguna, que trabaja en coordinación con el Servicio de Prevención de Riesgos Laborales de la misma institución, ha cesado su actividad habitual para fabricar material sanitario, sin ánimo de lucro, debido a su escasez por el fuerte incremento de la demanda. Tras casi dos meses, ha realizado 1.117 pantallas de protección facial y 300 dispositivos “non-touch”. Además, ha desarrollado un prototipo de válvula para convertir unas conocidas máscaras de buceo en mascarillas de oxígeno.

De esta manera, el proyecto de la institución académica, que comenzó su andadura en el año 2014 como un espacio de diseño y fabricación digital a través de impresoras 3D, se ha unido al movimiento Coronavirus Makers, una iniciativa internacional destinada a crear utensilios protectores, tanto para los pacientes como para el personal sanitario que está expuesto al Covid-19. Esta idea solidaria se originó a principios de febrero en Facebook, cuando los usuarios comenzaron a debatir en un grupo sobre cómo se podía ayudar a frenar los contagios. La solución que propusieron fue crear material libre de patentes y de código abierto para que cualquier persona, desde cualquier lugar del planeta, pudiese acceder a los planos de fabricación.

En España, la iniciativa fue impulsada por la directora del Instituto Tecnológico de Aragón, Esther Borao, quien el 13 de marzo avisó en Twitter sobre la creación de un grupo de Telegram con el objetivo de reunir a personas que tuvieran los medios para crear material sanitario. Tras dos meses se han unido a la causa cientos de fabricantes, así como personas que se encargan de transportar y entregar los utensilios en los puntos de recogida.

Ante este llamamiento, pocos días después el profesor de Bellas Artes y coordinador de la iniciativa, Drago Díaz, retiró todas las impresoras 3D de Fab Lab para poder trabajar con ellas desde casa y realizó un llamamiento a sus compañeros de la comunidad universitaria para que hicieran lo mismo con las que se encontraban en otros laboratorios y despachos. La finalidad era crear viseras, gafas, cascos y respiradores, entre otros artilugios, que pudieran servir para luchar contra la enfermedad. Desde entonces se han unido a esta causa docentes, alumnado y antiguos estudiantes del grado de Bellas Artes, así como egresados de diversas carreras y másteres.

Drago Díaz en su casa fabricando viseras

Según comenta Díaz, algunas de las entidades que han recibido material sanitario por parte del laboratorio son el Hospital Universitario de Canarias, el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Santa Cruz de Tenerife, el Instituto de Enfermedades Tropicales y Salud Pública de Canarias, multitud de pequeños negocios como farmacias y supermercados, así como grupos de trabajadores de Mercatenerife o Disa.

Diversos miembros de la comunidad universitaria están colaborando con Fab Lab en la fabricación de material sanitario. Es el caso de la profesora del departamento de Ingeniería Industrial Isabel Martín, quien dedica todas sus tardes a crear máscaras junto a su familia. Martín comenzó a trabajar de manera voluntaria en este proyecto, tras recibir una solicitud a través del correo institucional de la Universidad de La Laguna. A pesar de que no tenía experiencia a la hora de trabajar con las impresoras 3D, decidió aprender. “Yo no sabía utilizarlas, pero por lo que había escuchado era algo bastante simple, así que conseguí una de estas máquinas y me puse manos a la obra”, comenta la docente.

Adrián Martínez, alumno egresado del Máster en Tecnologías para la Creación de la Universidad de La Laguna, cuenta cómo en un primer instante se sintió sobrecogido ante la paralización que provocó el Covid-19 en casi todos los sectores de la población. “A mí en un principio me cogió bastante por sorpresa, no entendía la gravedad del asunto y me asusté en parte. En ese momento empecé a buscar información para saber si se podía ayudar de alguna manera”. Así decidió contactar con sus exprofesores encargados del proyecto, que ya estaban formando grupos de personas para la creación de material sanitario a través de las impresiones en 3D. “Al margen de lo difícil que fue al principio, he descubierto que todo ha sido un tiempo invertido muy fructífero, ya que ha servido para salvar a muchas personas que estaban al frente de esta crisis”.

La primera fase

Si hay algo en lo que coincide el equipo de colaboradores es en el sentimiento de orgullo y unidad comunitario que le ha llevado, o bien a interesarse por participar en el proyecto FabLab, o que el proyecto FabLab se interesara en ellos. En palabras de Zaira Hernández, egresada de la Universidad de La Laguna en Ingeniería Civil, la sociedad ha demostrado ser empática con una capacidad innata de reinventarse en momentos de crisis. En su caso, no dudó en sumarse al proyecto gracias al apoyo del Instituto de Enseñanza Secundaria de El Médano, que disponía de las impresoras 3D.

La fabricación del material de protección comenzó de una manera apresurada, a base de crear prototipos que fueran útiles en su fase inicial, para posteriormente ponerse en práctica con la realización masiva de ellos. No fue fácil empezar, según Martínez, quien afirma que imprimir en 3D no significa simplemente dar a un botón, sino que hay que estar pendiente de cómo transcurre la impresión, calibrar, reajustar y anticiparse a los posibles fallos. “Las primeras semanas estuve 17 horas al día imprimiendo sin parar. Había veces que salía la pieza perfecta y en el último momento se despegaba de la base y no valía para nada, con lo cual tenías horas tiradas a la basura y había que volver a empezar”.

Ese espíritu comunitario que ha suscitado esta crisis a nivel global ha permitido que muchas personas, empresas y colaboradores de todos lados del mundo participen en la creación de archivos de

diseño que son perfectamente útiles. Son prototipos con los que ya se cuenta y por lo cual no hay que invertir tiempo en diseñarlos porque ya están hechos y por tanto solo hay que imprimirlos, cuenta Martínez.

En el comienzo hubo una pequeña crisis con la creación de las mascarillas respiratorias FFP2 y FFP3, ya que cuando se crea algún objeto mediante impresión en tres dimensiones se crea por capas que, al montarlo en su conjunto, deja unas aperturas de escasos micrómetros. Por ello, la creación de estas máscaras resultó inviable a través de la impresión 3D, pues el virus SARS-CoV2 tiene una dimensión menor a esas aperturas y puede penetrar perfectamente a través de ellas.

Así pues, se decidió cambiar la creación de este objeto por unas viseras anti-salpicaduras, que sí cubren toda la dimensión de la cara y que, con la mascarilla adecuada y homologada colocada sobre nariz y boca, crea una barrera de protección extra, cuentan los entrevistados.  Del mismo modo, se trabajó en la posibilidad de crear respiradores con esta técnica, adaptando unas conocidas máscaras de buceo que sí eran viables de fabricar, aunque por suerte no han llegado a hacer falta hasta el momento.

Sobre estas máscaras el coordinador, Drago Díaz dice que, durante las primeras semanas de la crisis, el Hospital Universitario de Canarias solicitó colaboración para el diseño y fabricación de válvulas, para adaptarlas como mascarillas de oxígeno, aunque es una medida que se tomó en un principio en prevención del posible desabastecimiento de instrumental y medios sanitarios. Su desarrollo se llevó a cabo, pero no se procedió a la producción, pues las condiciones de saturación hospitalarias mejoraron con el paso de los días en la isla, tras la declaración del estado de alarma.

Nuevos utensilios sanitarios

El SARS-CoV2 sobrevive en las superficies de uso habitual. Si una persona que es portadora del virus tiene restos de gotículas en sus manos por haberse cubierto, por ejemplo, al toser, y

posteriormente abre una puerta, enciende un interruptor, coge las llaves de casa o toca la pantalla de su teléfono móvil, el virus queda depositado en estas cubiertas. Si alguien que venga detrás toma contacto con dichos elementos y se lleva las manos a la boca, nariz u ojos, ya corre riesgo de contagio.

Para dar solución a este problema, FabLab está trabajando con Coronavirus Makers Canarias para crear utensilios “non-touch”, que son herramientas para no tocar directamente con las manos determinadas superficies. Estos dispositivos permiten, por ejemplo, abrir y cerrar puertas, presionar interruptores o girar llaves, sin necesidad de hacerlo a través de contacto directo. El colaborador y estudiante del grado de Bellas artes de la Universidad de La Laguna Alberto Gil dice que estos podrían tener una gran utilidad cuando se produzca la vuelta a la nueva normalidad. Además, añade que quizás en este caso el reto sea mayor para la iniciativa makers, porque ya no hay que cubrir la necesidad de un grupo específico de personas, sino la de toda la sociedad.

Otro de los prototipos en los que se está trabajando son los denominados salva orejas. Sobre esto Francisco Garrido, perteneciente al Grupo de Innovación Educativa y colaborador de FabLab, comenta que sirven para evitar que los elásticos de las mascarillas tiren constantemente de las orejas. “Muchos sanitarios nos han comunicado que es algo bastante molesto, por tanto, procedimos a crearlos”, dice Garrido.

Unidad ante la crisis

Las personas que ponen su granito de arena para frenar esta crisis sanitaria tienen claro que si hay algo que mejora los resultados es el trabajo en equipo. El Coronavirus de Wuhan, que ha paralizado un mundo globalizado, también ha provocado respuestas globales. Drago Díaz confirma que el espíritu solidario y de colaboración se ha desarrollado muchísimo y en distintos ámbitos en esta situación.

“Esto ha provocado una gran cooperación por parte de todo el mundo ya que, a día de hoy, las personas están diseñando productos para poder solventar distintas situaciones que se dan a nivel global. Todos esos archivos de los diseños de material sanitario en 3D suponen que, si en equis sitio está sucediendo algo, pero aquí no, cuando eso pase aquí podremos acudir a esos archivos que son de libre acceso para poder usarlos”, comenta Adrián Martínez al respecto.

Zaira Hernández también resalta esta conducta de apoyo y compromiso social: “Hemos comprobado con esta pandemia que unidos podemos mover montañas”. Asimismo, Isabel Martín comenta que su experiencia en el proyecto ha sido satisfactoria por ese ánimo de ayudar que se genera. “Para mí ha sido muy agradable hacer una pequeña colaboración, nos sentimos un poquito más útiles y eso es algo que tenemos que agradecer”.

Por su lado, Francisco Garrido reflexiona que los individuos funcionamos mejor como comunidad ante determinadas situaciones como puede la que se está viviendo actualmente. “Una sociedad bien articulada y organizada, si dispone de medios y conocimientos, puede solucionar cualquier momento de crisis y creo que ahora se pone de manifiesto.” Alberto Gil concluye que con la ayuda del movimiento Coronavirus Makers los profesionales sanitarios y los cuerpos de seguridad han sufrido un menor impacto ante la pandemia.

Gabinete de Comunicación


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