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La voz de las expertas en emergencia climática

martes 07 de enero de 2020 - 09:42 GMT+0000

Verónica Vázquez y Ana Rosa Moreno, en el centro, junto a otras personas participantes en el encuentro de presentación de resultados del programa Envite 2030: Tenerife, isla ODS

Con Boris Johnson recién llegado al número 10 de Downing Street tras su aplastante victoria y la posible reelección de Donald Trump en Estados Unidos, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) trazados por la ONU para el 2030 se diluyen más de lo que les gustaría a Ana Rosa Moreno y a Verónica Vázquez, dos reconocidas expertas en emergencia climática cuyas voces llevan más de 20 años advirtiendo contra el calentamiento del planeta y sus devastadores efectos. Algo que hacen, no solo en su país, Méjico, sino en multitud de foros y encuentros internacionales a los que asisten.

Uno de esos foros mundiales, la Cumbre del Clima de la ONU, concluía en Madrid hace tan solo unos días con un resultado tan decepcionante como preocupante para los que confiaban en que se lograría un acuerdo sobre la reducción en las emisiones de dióxido de carbono, tal y como establecía en el Acuerdo de París (2015). A Verónica y Ana Rosa, lo que ha pasado en la COP25 les recuerda a lo sucedido en la cumbre de Copenhague, en 2009, una cita de la que se esperaba más y que, sin embargo, acabó también con cierto sabor agridulce.

“Copenhague fue un paso previo a París, que sí fue clave porque había presidentes muy progres como Obama, Correa o Evo Morales, y la sociedad civil quería más ‒dice Verónica‒ pero fue un impás hasta llegar a este punto muerto en el que estamos ahora. Ya no está Obama, ahora está Trump, pero lo cierto es que los otros países tampoco están cumpliendo el acuerdo. Volvemos a lo mismo. Se trata de un problema estructural y no de individuos, y mientras se trate de algo voluntario (la reducción de emisiones de gases) y no haya organismos que controlen ni verifiquen nada, no avanzaremos”.

Ana Rosa Moreno confiesa que hace tiempo que no va a las cumbres del clima: “Cuando llegan a la COP ya todo está trabajado, vienen a hacer el show, a sacarse la foto y a precisar ciertas cosas porque ya casi todo está hablado previamente. Que EEUU se haya salido del tratado de París ha sido muy malo; Rusia está igual, y China e India, que son los grandes emisores y, precisamente, los que no quieren llegar a un acuerdo”.

Ana Rosa Moreno

Envite 2030

Ambas investigadoras, vinculadas al Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático (IPCC) de Naciones Unidas, fueron las invitadas de excepción de la jornada en la que se expusieron los resultados del programa de investigación y acción Envite 2030: Tenerife, isla ODS, una iniciativa impulsada por la Universidad de La Laguna (ULL) en colaboración con el Cabildo de Tenerife, en la que varios colectivos ciudadanos trabajan en pro del cumplimiento de los 17 objetivos de desarrollo sostenible de la Agenda 2030.

Se trata de unos objetivos que se perfilan difíciles de alcanzar. “Esto es muy complicado, y el problema son los pronósticos, que son muy malos”, explica Moreno. Unos pronósticos que el IPCC lanzaba en octubre del año pasado en un informe en el que se concluía que se necesitarían “cambios de gran alcance y sin precedentes” en todos los aspectos de la sociedad para lograr limitar el calentamiento global a 1,5ºC en vez de a 2ºC, tal y como establece el Acuerdo de París (COP 21).

“Eso ya no se va a cumplir, y si siguen con esas emisiones, menos aún, porque son procesos a muy largo plazo. Cambiar tecnología, energía y diversificar las fuentes de energía es muy difícil”. Y un buen ejemplo de ello, para esta bióloga, se encuentra en Méjico, en el istmo de Tehuantepec ‒la zona más estrecha entre los océanos Pacífico y Atlántico‒ donde sería ideal ubicar molinos eólicos debido al fuerte viento que sopla siempre. Pero supondría un “cambio tecnológico muy importante, recursos e infraestructura costosos para que este tipo de proyectos salga adelante”.

“Estamos hablando de reconversión tecnológica ‒corrobora Vázquez‒ y de que en esa reconversión inviertan los países, las instituciones y las empresas. En el cambio climático no hay un círculo virtuoso, no se ha hecho lo que han conseguido los holandeses, reducir el uso del coche hasta morir”. Una medida drástica anunciada en mayo de este año y con la que ‘la ciudad de los canales’ prohibirá la circulación de coches y motos, ya sean de diésel o gasolina, a partir de 2030.

Pero si en algo están de acuerdo estas dos profesoras es en que no hay solución para el calentamiento global. Una conclusión pesimista pero inexorable, al ver el cariz que están tomando los acontecimientos. “El cambio climático es algo imparable, y mientras el acatamiento de las medidas siga siendo voluntario, tal y como se estableció en París, a diferencia de Kioto, no se podrá obligar, ni a gobiernos ni a empresas, a reducir sus emisiones”, subraya Verónica.

Verónica Vázquez

¿Concienciar o sancionar?

Por su experiencia y vinculación con la ONU a través de numerosos proyectos ligados al área de medio ambiente, Moreno sabe que no se puede intervenir en ningún país aunque se produzca una emergencia climática, a no ser que el propio país lo solicite. Entonces, ¿la solución está en sancionar en vez de en concienciar? Una pregunta a la que las dos contestan haciendo autocrítica y preguntándose si los expertos, tanto del IPCC como los científicos, o ellas mismas, involucradas en esta lucha desde hace años, han sabido trasladar a la sociedad lo que realmente pasa para que se produzca una toma de conciencia.

Las dos están de acuerdo en que se puede hacer el cambio si existe voluntad política y alguien capaz de transmitir el mensaje dándole sentido, como la jovencísima activista sueca Greta Thunberg, que logró movilizar a dos millones de personas en Nueva York y atrajo toda la atención mediática en la reciente cumbre del clima. A juicio de ambas, su presencia es más que positiva y su figura más que necesaria: “Es estupenda. Lo que ha conseguido ella no lo ha hecho nadie. Necesitamos más gente así, más Gretas que involucren a más y más gente y remuevan conciencias”, apunta Verónica.

Ana Rosa Moreno también defiende la presencia de líderes de este tipo y reconoce que si se empezó a hablar de cambio climático fue gracias al expresidente norteamericano Al Gore. Y ella lo sabe bien porque, junto al político   demócrata fue premio Nobel de la Paz 2007 como miembro del Panel de Expertos en Cambio Climático (IPCC). “Mucha gente criticó ese Nobel, pero yo no, porque en el IPCC elaborábamos publicaciones y ahí se quedaban. Al Gore las rescató, las visibilizó, hizo dos películas y dio charlas que se escucharon en todo el mundo, en un lenguaje accesible y ameno”, algo que, según ella, ha faltado en el IPCC, que no ha sabido trasladar esa información científica a la sociedad, ni tampoco lanzar una llamada de atención sobre el problema.

La bióloga comprometida

La cruzada particular de Ana Rosa Moreno contra el calentamiento global en el ámbito académico ha estado ligada desde el principio a la relación de la salud con el medio ambiente. Aunque sigue siendo miembro del IPCC y ha trabajado en cinco de sus informes a lo largo de más de dos décadas, ahora lo hace como autora del capítulo de América Latina, en la parte de salud, un labor de la que surgió el informe RIOCCADAPT, elaborado desde la Red Iberoamericana de Oficinas de Cambio Climático (RIOCC), y patrocinado por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID).

Tras dos años y medio de trabajo, el informe se presentó el 10 de diciembre, aunque no se publicará hasta principios de 2020. “Fui responsable del capítulo de salud, y por eso creo que va a ser un informe muy interesante” y revelador, además, porque se sabe qué están haciendo bien los países en materia de salud y qué mal. Y el que aprueba con creces es Brasil, que tiene una “gran fortaleza en medio ambiente y en salud”, y cuenta con una metodología de valoración medioambiental “única”.

Aunque es profesora de medicina en la Universidad Nacional Autónoma de Méjico (UNAM), Moreno está volcada en la formación en cambio climático, una labor que desarrolla también en otros países como Argentina, Panamá, Colombia o Ecuador. “Para que tengas políticas públicas tienes que tener a gente formada, y en cambio climático no la hay. Las tomas de decisiones que se hacen todos los sectores influyen en la salud, y en esas decisiones siguen sin estar los profesionales de la salud. En este sentido, lamenta que se ha llegado “muy tarde” a comprender la necesidad de formación del personal, pero cree es el momento de poner manos a la obra y cambiar las cosas.

La ecofeminista veterana

Uno de los cambios que se pide a gritos desde hace tiempo es que haya más mujeres ocupando su sitio en la lucha contra el calentamiento global, algo que se pudo ver en la COP25, y por lo que Verónica Vázquez lleva años luchando: “Se necesitan medidas afirmativas para que las mujeres juguemos ese papel, porque  hombres y mujeres tenemos impactos diferenciados en todas las transformaciones medioambientales que sucedan, así como accesos diferenciados a los recursos naturales y son pieza clave, cada uno desde sus posiciones, para resolver el problema de la crisis ambiental”.

Una manera de lograr que la mujer gane visibilidad en la lucha contra la emergencia climática es cambiar las cosas desde dentro. “Formo parte de un grupo del IPCC donde se está empezando a reconocer que las mujeres no estamos suficientemente representadas en el círculo de científicos, y por eso se ha formado un comité para que la situación cambie y haya más presencia femenina”. En el plano político también han destacado mujeres en la toma de decisiones. “Patricia Espinosa (secretaria ejecutiva de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático) jugó un papel crucial en la COP 16, que fue crucial para el acuerdo de Cancún”.

Esta socióloga rural está inmersa ahora en un proyecto en Zacatecas, en el centro de Méjico, y otro en el istmo de Tehuantepec. En ambos se encarga de documentar esos modelos de resistencia a la energía. En Zacatecas lo hace con placas solares y en el istmo con la energía eólica. Allí sus habitantes reciben una renta, “bajísima en comparación con los beneficios”, por alquilar sus terrenos a empresas como Iberdrola para, en un futuro, poder instalar turbinas eólicas. “El istmo está repleto de turbinas y ya nadie quiere más ‒dice Verónica‒ porque viven de la pesca y no quieren ceder sus terrenos para que les coloquen turbinas al borde del mar”.

Vázquez reconoce que en estos momentos no se sabe cómo hacer una transición energética que realmente beneficie a la mayoría de la gente en Méjico, un país en el que aún la lucha contra el cambio climático no ha calado lo suficiente: “Es un problema estructural y por más que convenzas a la gente, se trata de una decisión individual. Lo que necesitamos es un estado que participe en la financiación de una transición haciendo masiva una tecnología que ya existe, como hicieron los escandinavos”.

Verónica Vázquez y Rosa Moreno llevan veintitantos año alzando sus voces contra el cambio climático. La primera comenzó cuando su director de tesis la llevó a una zona desforestada de Méjico y le hizo entender el problema ambiental que ya estaba azotando el planeta. La segunda lo vivió en Chiapas, con 23 años y de mano de su padre académico, Rodolfo Carcavallo, mientras trabajaba en una investigación biomédica junto a grupos indígenas de la selva mejicana. Desde entonces se han mantenido firmes en su lucha. Ninguna de las dos es Greta Thunberg, no son tan mediáticas, ni sus mensajes han llegado tan lejos, pero sus investigaciones en el campo de la salud, el género y el desarrollo sostenible constatan que no mirar el cambio climático es no entender la realidad de la gente, la realidad del planeta.

Gabinete de Comunicación


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