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Innovación social y ciencia para La Palma

viernes 08 de octubre de 2021 - 09:52 GMT+0000

Hace alrededor de tres semanas se paró el reloj en La Palma. El entonces casi insípido gas que comenzó a salir del volcán de Cumbre Vieja se tornó poco después en la amenaza y destrucción de, al menos por ahora, un millar de viviendas y considerables pérdidas económicas. Nuestro alumnado palmero, que ronda el millar, asistía atónito a un espectáculo nunca imaginado. Era el momento de actuar.

Cuando el volcán entró en erupción el pasado 19 de septiembre, el estudiante del Grado en Periodismo Pablo Pérez Sanjuan se encontraba disfrutando los últimos días con su familia en los Llanos de Aridane antes de iniciar el curso. Y, como el resto de sus vecinos, ante la emergencia surgida, sintió la necesidad de ser útil y ayudar de alguna manera a sus vecinos. Eso le llevó a incorporarse al grupo de voluntarios que, desde el primer minuto, se organizó con el polideportivo de la localidad palmera como base, para recibir y distribuir las donaciones de alimentos y ropa que pronto comenzaron a llegar.

Grupo de voluntarios de la Universidad de La Laguna. Sus nombres son Gonzalo Pedriáñez, Jorge González, Alfonso Lorenzo, Claudia Capote, Kilian González y Daniela Taño (No están ordenados en la foto).

Pérez Sanjuan es uno de los siete estudiantes palmeros de nuestra institución que, procedentes de titulaciones tan dispares como Logopedia, Maestro en Educación Primaria o Enfermería, han formado parte de este primer grupo de voluntariado que, durante estas dos semanas, han estado en turnos de doce horas, de 9:00 a 21:00, atendiendo las necesidades de los vecinos golpeados por esta catástrofe natural. Sus nombres son Daniela Taño, Gonzalo Pedriáñez, Jorge González, Alfonso Lorenzo, Claudia Capote y Kilian González.

El estudiante explica que, tras unos primeros días algo caóticos en los que las donaciones estaban mezcladas, el espacio fue acondicionado rápidamente y dividido en dos zonas perfectamente delimitadas, una con estanterías para ropa y otra con productos de alimentación. En la entrada, el personal de los servicios sociales de las instituciones implicadas (los ayuntamientos de Los Llanos de Aridane y de El Paso, y el Cabildo Insular de La Palma) verificaban que las personas que acudían al polideportivo, efectivamente, estaban afectadas y, una vez en el interior, podían servirse de todo lo que necesitaran.

Pérez ha estado prestando servicio en un segundo espacio, igualmente importante: un almacén de plátanos en construcción, que ha sido cedido para resguardar todas las donaciones que llegan y funciona como centro de logística. Su cometido es clasificar la mercancía entrante, llenar los camiones que van hacia el polideportivo con los artículos que son más demandados en cada momento, y también recibir la mercancía que ha sido enviada no solo por ciudadanos desinteresados, sino por firmas comerciales de ropa y empresas de alimentación que han querido colaborar con esta acción de voluntariado.

Tras dos semanas de actividad ininterrumpida, el centro de donaciones funciona ya perfectamente, pero como explica este estudiante, ahora son más necesarias las donaciones económicas que las materiales, porque se está dando la circunstancia de que el stock de unos artículos es excesivo mientras que el de otros es insuficiente, por lo que es de mucha utilidad disponer de fondos suficientes para adquirir los artículos más solicitados y hacerlo, además, en comercios locales, con lo cual se contribuye a reactivar el sector comercial de la isla, que también ha quedado tocado tras la erupción.

Mantener la continuidad de esta actividad es importante porque, como recuerda este voluntario universitario, la crisis es a largo plazo y, además de atender las necesidades urgentes de los vecinos que han quedado sin hogar, en el futuro también habrá que resolver las que les surjan cuando sean realojados en sus nuevas casas. Por ello, se prevé que esta actividad perdure en el tiempo y, de hecho, ya se ha pedido a los voluntarios, que, como él, han tenido que parar para poder reincorporarse a sus clases en Tenerife, que en cuento tengan un hueco libre, vuelvan a La Palma para seguir manteniendo la actividad solidaria organizada en torno a este polideportivo.

Hablando con todos

A los tres días de la explosión de aquel fatídico domingo 19 de septiembre, y sin saber muy bien a qué volumen de personas iba a afectar el fenómeno natural, la Universidad de La Laguna decidió ponerse en contacto con todos los estudiantes de los tres municipios afectados, Los Llanos de Aridane, Tazacorte y El Paso. Hablamos de alrededor de 700 llamadas.

La idea inicial era saber cuál era la magnitud del problema y cómo les estaba afectando la situación para luego abrir una línea de ayudas. Se creó entonces un equipo de trabajo liderado por la vicerrectora de Estudiantes y Empleabilidad, Lastenia Hernández, junto a sus dos directores de secretariado, Carlos Efrén Mora y Dolores Morera, el alumno del Consejo de Estudiantes Francisco González y dos profesores que se sumaron voluntariamente, Vicente Zapata y Mª Luisa Hodgson. Se incorporaron poco después varios profesores más: Jorge Martín, Mª de la Peña Fabiani y Silvia Alonso.

“La pandemia fue el gran aprendizaje: esta es la segunda vez que nos toca llamar a los estudiantes, uno a uno, para conocer su situación real. En su momento fue para luchar contra la brecha digital que imponía el confinamiento; ahora se hace para que estos alumnos prosigan con sus estudios universitarios. En el primer momento, marzo de 2020, se llevaron a cabo mil llamadas, en concreto a los estudiantes que sabíamos que no tenían recursos suficientes para seguir las clases online”, relata Carlos Efrén Mora.

En aquel momento se divulgó una encuesta realizada por la propia universidad a través de un correo masivo para detectar los casos de riesgo. La institución empleó tres semanas en localizar al millar de estudiantes y, en función de ese conocimiento, determinar el sistema de préstamo de ordenadores, compra de material, convocatorias de ayudas y se elaboraron políticas para el seguimiento de la docencia online.

En esta ocasión, se realizaron 700 llamadas en dos días, concentradas en el estudiantado de los tres municipios. Desde el minuto uno, el Gabinete de Análisis y Planificación filtró los contactos aún con la matrícula de continuación sin cerrar y, una vez finalizado el proceso de matriculación, se volvió a depurar ese listado fusionándolo con la nueva información. Además, también han ofrecido soporte técnico para la gestión de los datos.

Se creó una cuenta de correo institucional, emergencialapalma@ull.es, para ir recibiendo por escrito las respuestas del alumnado y, además, para que otros estudiantes que no habían podido ser localizados se pusieran en contacto con la universidad. En la primera semana de octubre se determinó que había 122 estudiantes con problemas, bien porque habían sido evacuados o directamente porque habían perdido su casa o habían quedado sin sustento económico, o todo a la vez. De esta cantidad, pudo conocerse más tarde que alrededor de alrededor de 40 casos se habían quedado sin residencia familiar, engullida por la lava.

Se superpusieron las direcciones de las residencias familiares aportadas por los estudiantes con un mapa donde se veía el discurrir de la colada, para cotejar si efectivamente el domicilio había sido alcanzado. Se trataba de un primer acercamiento a la información, pero en realidad es el Cabildo Insular de La Palma el que le certifique a la universidad si, efectivamente, esas familias están afectadas o no y cuál es el grado de incidencia.

Se trató de contestar a todos los correos para tranquilizar a los más afectados y, según la gravedad del caso, decidir si se les llamaba por teléfono o no nuevamente. A día de hoy, siguen

Imagen de Fran Pallero.

llegando solicitudes informales de ayuda a través del correo electrónico. La Universidad de La Laguna contesta directamente o deriva la información si se trata de cuestiones concretas relacionadas con la vida académica.

A escasos días de que se publique la citada convocatoria, la Gerencia de la universidad explica que se trata de una ayuda directa que, previsiblemente estará en manos de los afectados a comienzos de noviembre, toda vez que haya sido convenientemente informada jurídicamente y fiscalizada, para proceder a su publicación.

Mora insiste en la idea de que las ayudas deben ser solicitadas formalmente a través de la Sede Electrónica, no se otorgan a dedo ni a través de un correo informal del peticionario. Según van apareciendo casos de nuevos estudiantes afectados se va compartiendo la información con el Cabildo de La Palma, dado que esta es una situación dinámica, porque alumnos que en su momento no estaban afectados pueden estarlo ahora a raíz de la aparición de nuevas bocas y coladas y surgir a su vez nuevos casos.

Se trata de una partida de 314.000 euros que se detrae de fondos de los Vicerrectorados de Estudiantes y Empleabilidad y del de Agenda Digital y Modernización, además de desde la propia Gerencia. La ayuda, cuya cuantía por individuo no puede estimarse hasta conocer el volumen de peticionarios, pero que será igual para todos los casos, servirá para sufragar matrícula, gastos de alojamiento, traslados a La Palma o adquisición de material académico. Será el propio estudiante el que decida su destino, que en todo caso debe ser justificado al final del curso 2021/22. También se exige superar al menos una asignatura de seis créditos durante este año, en la idea de obligar a estos alumnos a no desconectarse de la universidad por el drama vivido y, aunque sea a duras penas, continuar con su carrera universitaria.

Asesoría científica

La Dirección General de Seguridad y Emergencias del Gobierno de Canarias es la entidad encargada de gestionar esta crisis a través del Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias (PEVOLCA), que basa su toma de decisiones en la información y consideraciones de su comité científico, en el que están representadas diversas instituciones científicas entre las que se encuentra la Universidad de La Laguna. Como representante de esta Institución en dicho comité se encuentra el catedrático de Petrología y Geoquímica de la Universidad de La Laguna Ramón Casillas Ruiz, que forma parte de este grupo asesor desde 2012. Actualmente se encuentra trabajando en primera línea en La Palma, a donde se ha desplazado por encomienda del Rectorado y permanecerá en la isla hasta que dure la crisis y siempre que pueda compatibilizar esta labor con su docencia (la cual, por ahora, ha podido ser asumida por otros compañeros de departamento).

Casillas explica que el comité científico del PEVOLCA se reúne cada mañana para exponer los resultados que los integrantes del grupo hayan podido obtener en sus observaciones diarias, cada uno desde sus respectivas especialidades. Basándose en esos datos, se discute el estado actual del sistema volcánico y se elabora un informe diario que pasa al comité de dirección del plan, que será la entidad que, finalmente, adopte las medidas que estime necesarias.

El catedrático de Petrología y Geoquímica, Ramón Casillas. Imagen tomada por Vicente Zapata.

En su caso particular, el geólogo de la Universidad de La Laguna realiza diariamente una inspección visual del volcán, poniendo especial atención en la evolución de las coladas y la posible apertura de fisuras, entre otras observaciones. Adicionalmente, y en colaboración con especialistas el Instituto de Ciencias de la Tierra de Orleans, analiza la composición química de las coladas de lava, utilizando para ello un equipo de fluorescencia de rayos X portátil que facilita resultados inmediatos. Tener esta información es relevante porque permite conocer cómo evoluciona el magma y, poniendo de manifiesto la existencia o no de fases minerales hidratadas (por ejemplo, el anfíbol), la cantidad de vapor de agua que puede contener en ese momento. Todo ello, contrastado con otros datos (sismológicos, geódesicos, geoquímicos, etc) permite averiguar cuál es la situación actual del proceso eruptivo.

Según el especialista, actualmente la erupción del volcán de Cumbre Vieja se encuentra en una fase intermedia de su evolución. De este modo, el catedrático considera que la erupción va mantener el comportamiento habitual con actividad estromboliana y hawaiana, con pulsos freatomagmáticos, y no cabe esperar mayores sorpresas, más allá de puntuales aumentos y disminuciones de su explosividad en función de la mayor o menor presencia de gases y la interacción con el agua de los acuíferos. En todo caso, actualmente, lo que es imposible determinar es cuándo va a finalizar este proceso eruptivo.

La lava arrojada hasta la interrupción que la erupción experimentó el día 27 de Septiembre, contiene piroxeno, anfíbol y, en menor proporción, olivino y es más diferenciada (procede de la intrusión de magma que se instaló entre los 4 y los 6 kilómetros de profundidad), que la lava que se emitió a partir de esta interrupción, que contiene una mayor cantidad de olivino y escaso anfíbol y es menos evolucionada, y, por tanto más primitiva, procedente de cámaras magmáticas más profundas (entre 10 y 20 kilómetros). Casillas forma parte del comité científico del PEVOLCA a raíz de la crisis volcánica de El Hierro, primero de manera informal y, desde 2012, de manera oficial. Recuerda que en aquellos momentos las universidades no tenían representación en su comité científico, pero a partir del año de su incorporación cambió la normativa y, desde entonces, las instituciones académicas forman parte de este grupo asesor.

Es por ello que la erupción no pilló del todo desprevenido a este grupo experto, puesto que ya desde 2017 se habían observado enjambres sísmicos a 20 y 30 kilómetros de profundidad, una coyuntura que aconsejó hacer un seguimiento más atento de la zona. El pasado 11 de septiembre la sismicidad aumentó, con seísmos más someros (entre 10 y 12 kilómetros de profundidad) que comenzaron a ser perceptibles por la población. Casillas comenta que este proceso pre-eruptivo fue inusualmente corto si se compara con otras erupciones históricas, ya que apenas duró una semana hasta que, finalmente, el domingo 19 del mismo mes comenzó la erupción propiamente dicha.

Un factor que preocupa especialmente al geólogo es que la información que se está difundiendo a través de los medios de comunicación a veces no es del todo exacta, por lo que pide cautela y que siempre se acuda a fuentes expertas. Por ejemplo, cuando el volcán paró súbitamente a finales de septiembre durante una mañana, apareció publicado en varios medios que existía la posibilidad de que el magma se trasladara de manera subterránea y se abriera una boca en Fuencaliente, algo que era totalmente infundado. “No sé quién diría eso, pero desde luego no pertenecía al comité científico del PEVOLCA. Es importante que cuando los periodistas hablen con alguien, se aseguren de que es una fuente autorizada y con la preparación adecuada, porque hay personas que intervienen en los medios que generan confusión, malas interpretaciones y bulos”. Por otra parte, “recomienda a los periodistas que se informen y valoren el currículo de las personas de las que se informan y a las que entrevistan”.

A nivel más personal, para el geólogo de la Universidad de La Laguna esta erupción le genera un “sentimiento ambivalente”. Por un parte, como científico, está presenciando en vivo procesos naturales que hasta ahora solamente había podido estudiar en las rocas formadas en anteriores. Pero, por otra parte, está la tragedia humana que está generando. “Tengo amigos en la isla que han perdido todas sus casas, las huertas, los jardines, los invernaderos. Causa una impresión muy grande cuando ves ese mar de lava oscura donde antes había casas”.

Reducción de riesgos de desastre

En los días posteriores al inicio de la erupción volcánica, la atención mediática se tornó hacia un grupo de investigadores de la Universidad de La Laguna que había elaborado una simulación del

De izquierda a derecha, Pedro Dorta, Daniela Ghersi, Abel López, Nerea Martín, Jaime Díaz y Alba Domínguez, de la Cátedra de Reducción de Riesgo de Desastres. Ciudades Resilientes.

curso de la corriente de magma que estaba siendo sorprendentemente precisa. Sus responsables, Nerea Martín Raya y Abel López Díez, son integrantes de la Cátedra de Reducción del Riesgos de Desastres. Ciudades Resilientes, que mucho antes de que Cumbre Vieja volviera a despertar ya estaban investigando la actividad vulcanológica de la zona.

El director de la cátedra, el profesor del Departamento de Geografía e Historia Pedro Dorta Antequera, explica que la entidad, en activo desde 2014, centra su interés en preparar a los territorios para afrontar situaciones potencialmente catastróficas, haciendo hincapié en aquellas derivadas del cambio climático y, como en este caso, los fenómenos geológicos.

De este modo, los investigadores de la Cátedra Carmen Romero Ruiz y Jaime Díaz Pacheco habían elaborado ya antes de 2019 el Plan de Actuación Volcánica de La Palma y, un poco más tarde, un documento similar correspondiente a Tenerife. En ambos trabajos se estableció el riesgo de erupción por zonas en cada isla y se describieron puntos de encuentro, rutas de escape y, en general, contiene información relevante para afrontar este tipo de emergencias. De hecho, a Dorta le consta que este documento está siendo consultado por las autoridades que gestionan la situación de La Palma.

El origen de la famosa simulación se remonta al Trabajo Fin de Máster de Nerea Martín, tutorizado por Abel López. La egresada en Geografía había cursado un posgrado en Gestión de Riesgos Naturales de la Universidad de Alicante y su trabajo final consistió en calcular dónde se daba el mayor riesgo volcánico en La Palma y, una vez establecidos los lugares, hacer una serie de predicciones sobre los posibles puntos de emisión de lava y calcular hacia dónde irían las coladas. El trabajo, desarrollado meses antes de la erupción de septiembre de 2021, obtuvo una Matrícula de Honor, calificación totalmente acertada, dado que la terrible realidad ha refrendado lo afinado de sus prospecciones.

Con ese trabajo como base, ambos investigadores han calculado la marcha de las coladas a partir de un punto de emisión concreto, utilizado tecnología de sistemas de información geográfica (cartografía automática) basados en un mapa de gran precisión y la aplicación de software libre QGIS (Quantum Geographical Information System).

Dorta aclara que él no participa en la investigación relacionada con emergencias vulcanológicas pero, en todo caso, cuando se publicaron los planes de actuación nunca pensó que viviría para ver que éstos iban a tener que ser utilizados en un caso real. Define la labor de la cátedra como “de gabinete”, pues no consiste tanto en estar en primera línea como en desarrollar un trabajo previo que pueda servir para aclarar las actuaciones en los momentos álgidos de la emergencia. Aún así, es previsible que una vez se calme la situación, los investigadores de la entidad vuelvan al territorio para analizar el impacto del desastre.

Durante esta crisis también ha sido relevante la labor de difusión sobre los fenómenos que se estaban produciendo y acerca de cómo actuar en determinadas situaciones. Han tenido mucha fortuna una serie de infografías difundidas a través de las redes sociales de la Cátedra, cuyos perfiles de Twitter y Facebook han aumentado considerablemente sus seguidores. El director de la entidad, en este punto, destaca la labor de Jordan Correa, estudiante de último año del Grado en Geografía y Ordenación del Territorio y becario de la cátedra, como coordinador de estas acciones de comunicación.

La cátedra, en la que también participan investigadores como Constantino Criado y Daniela Ghersi, sigue elaborando estudios sobre emergencias de todo tipo, no solo vulcanológicas. Así, recientemente, ha participado en un encuentro sobre inundaciones, otro de los peligros sobre los que esta entidad también ha desarrollado una importante documentación.

De arriba a abajo y de izquierda a derecha: José Carlos Hernández, Carlos Sangil, Beatriz Alfonso y Sara González, del grupo ECOMAR.

Biodiversidad marina

El volcán de La Palma ha supuesto, sin ningún lugar a dudas, una catástrofe sin paliativos que ha afectado a centenares de familias y tendrá graves consecuencias para la economía y la sociedad de la isla. Recuperarse del shock de esta erupción llevará tiempo, requerirá recursos y exigirá solidaridad. Sin embargo, desde el punto estrictamente biológico, el surgimiento de una isla baja en la costa al enfriarse el magma caído al océano podría tener efectos beneficiosos a medio-largo plazo, pues favorece que se desarrolle un ecosistema marino hasta ahora inexistente y, con ello, una nueva zona de pesca.

Así lo explica el biólogo marino José Carlos Hernández, director del grupo de investigación Ecología de Comunidades Marinas y Conservación (ECOMAR) de la Universidad de La Laguna y, además, una de las personas promotoras del observatorio marino sobre cambio climático ubicado en la costa de Fuencaliente. Precisamente esa vinculación con La Palma le ha permitido a él y a los integrantes de su equipo estar al día de la situación durante la erupción e incluso extraer muestras de agua en estas primeras semanas para su análisis.

Lo primero que aclara el investigador es que esta erupción poco tiene que ver con la de El Hierro hace diez años: aquella era submarina y sus efectos fueron principalmente químicos, ya que los gases que emanaban del volcán iban a parar directamente al medio marino, aumentando la temperatura, bajando mucho el PH del agua e, incluso, eliminando el oxígeno del agua, todo lo cual fue catastrófico para el ecosistema del Mar de las Calmas, que una década después todavía no se ha recuperado del todo.

En cambio, los efectos del volcán de Cumbre Vieja en las costas de La Palma son eminentemente físicos, consistentes básicamente en la acumulación de magma sobre el fondo arenoso de la costa que, al enfriarse, se convierte en piedra. Ocurre que, como suele ser lo usual en los arenales, el fondo existente hasta el momento tenía una escasa diversidad ecológica. En cambio, una vez finalice la emisión de lava y ésta se enfríe, se conformará un medio rocoso más favorable para la aparición de un ecosistema mucho más poblado y diverso.

Inicialmente aparecerán algas unicelulares y, pocos meses después, algas más complejas cubriendo las propias rocas, lo cual será un aliciente para la llegada de peces en busca de alimento. El fondo rocoso posee, además, grietas y cuevas que resultan atractivas para servir como refugio a la fauna marina, y es sabido que se trata de un medio idóneo para que se desarrollen los miembros juveniles de algunas especies. Por ello, es previsible que en muy pocos años esa isla baja se convierta en un fértil caladero de meros, sargos, viejas, pulpos, lapas y burgados, entre otros animales, además de una rica flora marina. Como explica el biólogo, la recuperación de los ecosistemas en el medio marino es mucho más rápida que la terrestre.

En estos momentos, hay investigadores vinculados al observatorio del medio ambiento que están tomando muestras en la zona: Sara González Delgado, doctoranda de la Universidad de La Laguna adscrita al grupo ECOMAR, y Melchor González Dávila y Magdalena Santana Casiano, de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Por el momento, no registran ninguna variación apreciable, más allá de un aumento de la temperatura, en el agua, si bien Hernández matiza que se trata de muestra tomadas a un mínimo de dos millas de distancia con respecto al lugar de acumulación de la lava, pues ese es el perímetro de seguridad dispuesto por las autoridades.

De hecho, el biólogo marino ya ha solicitado los permisos necesarios para, una vez se reduzca dicho perímetro, poder hacer inmersiones en la zona y realizar otro tipo de tomas de muestras más cercanas para apreciar mejor los cambios producidos. En todo caso, si no fuera posible todavía hacer esas inspecciones submarinas en la zona principal del evento, se optaría por hacerlas por sus áreas adyacentes hasta que sea posible acceder a ella.

José Carlos Hernández también señala que está próximo a comenzar un ambicioso proyecto de investigación con financiación del Gobierno de Canarias sobre las reservas pesqueras de todo el archipiélago y, dada la irrupción del volcán, sus responsables ha decidido que los trabajos comiencen en La Palma, con la idea de ponerse en contacto con los pescadores de la zona e informales de esta posibilidad, surgida tras el volcán, de que en la costa surja un caladero productivo donde antes había un arenal deshabitado.

Atención psicológica

Aunque afortunadamente no ha habido fallecidos ni heridos físicos de gravedad durante la erupción, es evidente que las pérdidas materiales ocasionadas, que para muchos vecinos ha supuesto

De izquierda a derecha, Manuel González, Ruth Dorta, Wencesalo Peñate y Mª Teresa Miró, profesores de Psicología que ofrecerán asesoramiento en su especialidad.

la destrucción de su hogar y su medio de vida, sin duda han afectado en mayor o menor medida a la salud mental de numerosas personas. El shock experimentado ente esta situación de emergencia ha podido ser momentáneo o más duradero pero, en todo caso, requiere atención y cuidado.

Es por ello que la Universidad de La Laguna ha querido colaborar también en este apartado y, por ello, a través de la Facultad de Psicología y Logopedia y del Departamento de Psicología Clínica, Psicobiología y Metodología, un grupo de profesorado ofrecerá de forma voluntaria atención psicológica gratuita a quien lo necesite.

Coordina esta iniciativa el profesor Wenceslao Peñate, quien comenta que, en este primer momento, ya hay otros tres docentes que han manifestado su interés en participar (Mª Teresa Miró, Ruth Dorta y Manuel González) y espera que en el futuro se puedan sumar algunos más. El proyecto es aún muy incipiente, por lo que quedan por perfilar los detalles acerca de en qué horarios estarán disponibles esos profesionales para atender a los posibles usuarios, y a través de qué medios se podrá solicitar el servicio. Pero es previsible que a partir de la semana del 11 de octubre ya empiecen a cerrarse esos extremos.

En todo caso, Peñate ya tiene claro un posible modelo de funcionamiento basado en tres niveles de atención: el primero sería por teléfono o videoconferencia, y básicamente atendería a personas con episodios de ansiedad que necesiten algún tipo de ayuda para gestionar esa crisis. Según el especialista, si se trata de individuos sin problemas psicológicos previos, con una llamada debería ser suficiente para darles pautas para superar “los malentendidos de tipo emocional” que puedan emerger en esta crisis.

Un segundo nivel estaría orientado hacia aquellas personas que en el pasado ya han tenido algún tipo de dificultad de índole psicológica, para quienes la erupción ha supuesto un “factor estresor” que ha hecho aflorar nuevamente los síntomas que les afectaban. En ese caso, se requeriría un tipo de atención mucha más detallada y prolongada en el tiempo, probablemente presencial y con sesiones de mayor duración.

Finalmente, Peñate también cree posible que se lleguen a establecer pequeños grupos de terapia en común de refuerzo a aquellos usuarios para quienes la atención telefónica primaria no haya sido suficiente. Adicionalmente, estima la posibilidad de crear algún tipo de material audiovisual con consejos sobre cómo gestionar la ansiedad e incertidumbre de la situación para ponerlos a disposición del público.

Este modelo en tres fases ya se ha demostrado eficaz en ocasiones anteriores y, por ejemplo, fue el que puso en marcha el Colegio de la Psicología de Santa Cruz de Tenerife el año pasado para gestionar picos de ansiedad en la población relacionados con el temor a la Covid-19. Se trataría, pues, de implementar este modelo adaptado a las necesidades de la comunidad universitaria y a los recursos disponibles en la Facultad de Psicología y Logopedia.

Estas son algunas muestras de cómo la comunidad de personas que conforman la Universidad de La Laguna se está volcando con la emergencia volcánica. Y es solamente una muestra, porque además de los aquí citadas, hay numerosos ejemplos más de acciones solidarias que están desarrollándose en los diferentes campus. La situación vivida en La Palma es, sin duda, un hito histórico que supondrá un antes y un después en su sociedad y hasta en su geomorfología. Es un momento en el que la unidad de acción y la solidaridad deben estar a la altura de las circunstancias, y quienes integran esta institución lo están logrando con creces.

Gabinete de Comunicación


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