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La omnipresencia del software libre

martes 21 de septiembre de 2021 - 07:47 GMT+0000

Hoy en día a nadie se les escapa la importancia del software. El funcionamiento del mundo, tal y como lo conocemos, está sujeto al mantenimiento de millones de programas informáticos que nos permiten, desde conducir hasta comunicarnos. En la actualidad, algunas de las empresas más importantes del mundo han hecho fortuna comercializando ese conglomerado de códigos que hace que la informática funcione. Sin embargo, no siempre esto fue así.

En los albores de la cibernética, cuando los ordenadores ocupaban habitaciones enteras, el software no era un producto, se consideraba un añadido de la máquina, como cualquier otro componente. Con el paso de los años las empresas vieron el gran potencial de la programación y, junto con el desarrollo de hardware, el software se fue convirtiendo en lo que es hoy en día.

El tercer sábado de septiembre se celebra en todo el mundo, y sobre todo en internet, el Día Mundial del Software Libre. Se trata de un evento organizado por la Digital Freedom Foundation que quiere llamar la atención sobre la importancia de trabajar este tipo de programación abierta. La Universidad de La Laguna tiene una dilatada experiencia en la investigación y promoción de esta materia. Muchos investigadores utilizan habitualmente este tipo de programas colaborativos y, hoy en día, son realmente comunes entre el personal investigador.

Las 4 libertades

Como las leyes de la robótica ideadas por Isaac Asimov, el software libre también tiene sus propios mandamientos. Son cuatro, las cuatro libertades del Software Libre: “La libertad de usar el programa, con cualquier propósito. (libertad 0) La libertad de estudiar cómo funciona el programa, y adaptarlo a tus necesidades. (libertad 1) La libertad de distribuir copias, con lo que puedes ayudar a tu vecino. (libertad 2) La libertad de mejorar el programa y hacer públicas las mejoras a los demás, de modo que toda la comunidad se beneficie. (libertad 3)”. Estas cuatro leyes o libertadas se establecieron con el nacimiento de este tipo de programación.

Jesús Torres es investigador del Departamento de Ingeniería Informática y de Sistemas y Enrique Zanardi es investigador en el Departamento Física. A ambos les une su pasión por este tipo de software. Torres nos recuerda esos inicios. “El software libre nació prácticamente con el nacimiento del software. Los primeros sistemas que se distribuían se hacían para clientes muy técnicos, como grandes universidades y centros de investigación. El software que estaba en la máquina tenía la capacidad de ser manipulado por los usuarios, que tenían cierto nivel técnico. En la década de los 70 comienza a cambiar este mundo y el software se comienza a cerrar, las empresas empiezan a poner limitaciones a los usuarios”.

Como reacción a ese cerrojazo informático, los usuarios, que estaban acostumbrados a manipular y mejorar los programas, comienzan a organizarse para defender que los software sean abiertos y accesibles, como hasta ese momento. Como en todas las áreas, esta corriente también tuvo un pionero: Richard Stallman. Este físico norteamericano fundó sistema operativo GNU y la Free Software Foundation.

“La gota que colmó el vaso de la paciencia de Stallman tuvo que ver con unas simples impresoras. Tenía una serie de impresoras que les daban unos continuos problemas, sabía qué problema era y cómo solucionarlo, pero no podía hacerlo porque el software no se lo permitía, no tenía acceso. De ahí que pensara que los usuarios tienen derecho a mejorar esas programaciones”.  Para que esto sea posible hay que tener acceso al código fuente y además poder compartirlo con la comunidad para que, entre todos, puedan mejorarlo. Es la teoría evolutiva de la informática.

¿Gratis y libre es lo mismo?

Quizás, al imaginarnos toda esa generosidad hacia la comunidad informática, ese espíritu colaborativo, podamos haber pensado que el software libre debe ser gratuito. Zanardi lo explica muy gráficamente. “Nadie te impide que, por la creación de software, por su desarrollo, pidas la cantidad que estimes oportuna. Eso sí, las características del mercado te impiden que pidas cualquier tipo de cantidades, porque el software que estás entregando a un usuario se puede distribuir por terceros. El propio concepto te permite redistribuir los programas que tú adquieras. Cobrar por el software no tiene mucho sentido en este mundo. El rédito económico está en el acceso a los creadores, sobre todo en aquellos programas muy técnicos los usuarios pueden pagar servicios de asesoría y resolución de problemas”.

Pero ¿hay una competencia entre el software cerrado y el software libre? La realidad es que, paradójicamente, los grandes desarrolladores de programas “no libres” son creadores de códigos libres en sus primeras fases. “Las grandes empresas de software tienen a sus clientes cautivos, fidelizados a un programa. Si estamos acostumbrados a utilizar un procesador de textos muy difícilmente cambiaremos a otro. Tendríamos que cambiar de formatos, acostumbrarnos a otra manera de trabajar, etc. Lo que hacen, por lo tanto, es seguir comprando licencias”. ¿Cómo puedes entrar en este mercado cerrado? Torres lo tiene claro: con el software libre. “Puedo diseñar un programa mejor y además dejar que otros usuarios acedan al código fuente. De esta manera, otros pueden mejorar el programa y participar en él. Así, por ejemplo, nació Android y fue la manera que tuvo Google de entrar en el mercado de los teléfonos móviles”.

Enrique Zanardi

Para muchos, el software libre es una filosofía de vida, una manera de ir por el mundo, compartiendo y mejorando el trabajo de otros, en comunidad. Pero no solo es una cuestión filosófica, el software libre tiene muchas ventajas tangibles. La fundamental es su ecosistema. Los programas abiertos pueden ser mejorados por cualquier usuario. Nunca una empresa de informática, por muy grande que sea, se podría permitir el lujo de contratar a tantos miles de técnicos para que trabajaran en un software. Esa gran comunidad trabajando al mismo tiempo hace que los programas evolucionen rápidamente y que cada día sean un poco mejores que el día anterior.

“Cuando tú tienes una necesidad, un problema, programas un pequeño programa y lo publicas, compartes el programa. De esa manera cualquier usuario puede descargar el programa y ver cómo lo he hecho. Además, puede mejorarlo y corregir errores. En muy poco tiempo puedes tener a cientos o miles de personas trabajando en tu pequeño programa y añadiendo mejoras. Por eso es muy fácil que el software mejore muy rápidamente. Además, de esta manera el programa se va adaptando a los cambios tecnológicos”. Las empresas de programación cerrada necesitan utilizar herramientas igualmente cerradas. Esto es una clara desventaja a la hora de entrar en la multitud de sistemas que utilizan software libre, algunos tan familiares como los coches.

El software libre está mucho más presente de lo que se cree. Todos los servidores de internet, el programa que controla tu router o el propio Netflix utilizan este tipo de programación. “Esta famosa plataforma de distribución utiliza muchas herramientas de software libre e incluso las desarrolla. Programa y las libera, para que las utilicen y otros las puedan mejorar más rápido. ¿Cuál es el sistema operativo más cerrado en estos momentos? El iOS de Apple. iOS tiene una capa que está basado en el software libre. No creo que en estos momentos podamos pensar en ninguna aplicación tecnológica que no use este tipo de programación”.

En muchas ocasiones el término libre y abierto se confunden. En este tema se utiliza como sinónimos cuando en realidad tienes ciertos matices técnicos, casi filosóficos. Para Zanardi es sutil la diferencia, pero real. “Podemos decir que hay dos mundos. El universo del software libre con la filosofía que vimos al principio y el mundo Open, que quiere sacarle partido a estos desarrollos, comercializar de alguna manera estos inventos hechos línea a línea. Unos piensan que los otros son unos hipees y los otros les acusan de ser unos usureros capitalistas. Pero en realidad estamos hablando del mismo tema, aunque con estos matices casi culturales”. El problema seguramente se agravó cuando Microsoft usó el térmico Open para unos programas que no eran del todo abiertos, ya que solo te dejaban ver una parte del código y solo aquel que la empresa quiere enseñarte. No era nada Open.

Podría parecer que un programa de software libre, donde el código está al acceso de todo el mundo, es inseguro, o menos seguro que uno cerrado. Sin embargo, esto no es así. La capacidad que tienen estos programas de ser corregidos al instante por miles de usuarios hace que siempre haya ojos vigilando y que, en caso de fallo de seguridad, las soluciones salgan en tiempo record. Algo que una empresa cerrada jamás podría hacer.

“El software libre se lleva muy bien con la seguridad, la gente piensa que como no puede ver el código fuente el programa es seguro, eso no funciona así. Como en el software libre todos podemos ver el código debes diseñar una seguridad mucho más robusta. Además, tienes colaboradores que siempre están vigilando, más ojos mirando el programa, como una gran comunidad de auditores. Si la seguridad se basa en que alguien no vea algo… mal asunto”. La realidad es que cuando Linux tiene fallos de seguridad los parches llegan en cuestión de horas, nada que ver con los plazos que manejan otras empresas de programación cerrada.

Jesús Torres

El caso de la Universidad de La Laguna

Tanto Jesús Torres como Enrique Zanardi son miembros de la Oficina de Software Libre de la Universidad de La Laguna. Esta oficina nació en 2005 “a raíz de los esfuerzos realizados desde la Plataforma de Apoyo al Software Libre de esta misma universidad”. Se fundó con el propósito de disponer de un servicio universitario destinado en exclusiva a promover el software libre tanto dentro como fuera de la universidad, para lo que también se marcaron objetivos de promover y difundir el uso de software libre y sus posibilidades entre la comunidad universitaria y sus entidades.

Otros propósitos tenían que ver con investigar alternativas al software privativo y definir proyectos de migración hacia software libre, fomentar el uso de formatos electrónicos abiertos, dirigir y participar en el desarrollo de software libre de interés para la comunidad universitaria, crear y alentar comunidades de usuarios y desarrolladores y por último apoyar y participar en iniciativas conducentes al fomento del software libre en el entorno de la sociedad canaria.

Los miembros de esta oficina nos cuentan que ahora están en un momento muy importante. “Estamos en un proceso de refundación. Lo que sucedía, como en otras oficinas universitarias, es que tenía un responsable político. De esta manera cada cuatro años cambiaba el director. Cuando eso sucede se produce una desconexión con la comunidad y el software libre se basa en crear comunidad. Veíamos que la participación estaba bajando, entre profesores y alumnado”. “La última estrategia que hemos lanzado”, concluyen nuestros protagonistas, “es refundarla como un comité donde está toda la comunidad educativa representada. Es este comité el que propone actividades y hace tareas. Evidentemente en este año de pandemia poco hemos podido hacer, pero esperamos que, con la llegada de la normalidad, podamos relanzarla”.

Unidad de cultura científica y de la innovación (UCC+i) Cienci@ULL


Archivado en: Ciencia ULL, Protagonistas, Servicio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (STIC)

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