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La televisión como objeto de estudio

martes 23 de noviembre de 2021 - 09:56 GMT+0000

Hay pocos objetos que tengan el poder de organizar un hogar. Como si de una moderna chimenea se tratara, este electrodoméstico ordenó nuestras casas para situarnos todos a su alrededor. De la misma manera que antes hiciera la radio, la televisión entró en nuestras vidas para quedarse. Sus orígenes se remontan a los años 20 del siglo pasado. Parecía un milagro. Transmitir imágenes a distancia se convirtió en realidad en 1922, cuando el ingeniero John Logie Baird logró emitir y recibir una imagen, una Cruz de Malta dicen los historiadores. Desde entonces este aparato no ha dejado de crecer, en prestaciones no en tamaño, aunque para ser rigurosos ahora las televisiones son, de media, más grandes que las del pasado, eso sí, mucho más delgadas.

La televisión es tan importante para nuestras vidas que hasta tiene su propio día. Cada 21 de noviembre la televisión se viste de largo para celebrar su día, instaurado en 1996, año que se celebró el primer Foro Mundial de Televisión en las Naciones Unidas. Aunque se confiesa más de cine que de televisión, David Fuentefría tiene en ella, además de un entretenimiento, un objeto de estudio. Como profesor del departamento de Ciencias de la Comunicación y Trabajo Social y responsable del grupo de investigación Cine, ficción y arte audiovisual, es un gran conocedor de este medio de comunicación, no tanto de sus interioridades electrónicas pero sí de lo que sale por ella.

La tele no solo ha cambiado por dentro, también ha transformado a la sociedad, su influencia ha sido tal que reservamos una habitación de la casa solo para ella. Hemos pasado del cuarto de la tele a la tele en todos los cuartos. Su consumo ha cambiado y esto, seguramente, ha modificado también al medio.  “Una de las cosas que cuento a mis alumnos es que la evolución de la televisión ha ido de la mano del progreso tecnológico, sobre todo viene desde la diversificación de la oferta”.

Ver la tele era un acontecimiento familiar. Después, en los años 90, con la llegada de las primeras cadenas privadas se generalizó el “zapping”. A partir de este momento el usuario podía elegir lo que quería ver, ya no tenía que conformarse con la programación pública. Con la llegada de los nuevos canales también desembarca la competencia por las audiencias. La guerra por llevar espectadores de un canal a otro se convierte por momentos en feroz, y hay canales que hacen lo que sea por conseguir que posemos sobre él nuestros ojos.  “Eran años donde la captación de la audiencia era mayor que la calidad o el rigor de los contenidos”, prosigue el profesor.

Ahora, en estos tiempos donde la estadística nos muestra que cada persona de media maneja hasta tres dispositivos audiovisuales diferentes, la cosa ha cambiado. La oferta se ha diversificado mucho y los contenidos los podemos consumir cuando queramos. Atrás quedaron los tiempos en los que teníamos que esperar un día concreto de la semana y una hora precisa para poder ver nuestro programa favorito, ahora la programación la hace cada espectador. “Esto ha modificado la oferta, el público es absolutamente soberano y ha cambiado la manera de consumir la televisión. Por ejemplo, mis alumnos y alumnas de Comunicación Audiovisual no ven la tele, usan otra serie de dispositivos como tabletas u ordenadores”.

El impacto de la televisión

Desde que la televisión se popularizó, allá por los años 50 del pasado siglo, no ha dejado de ganar cuotas de influencia. Muchos autores afirman que la televisión es el medio de comunicación más influyente, tanto que propicia corrientes de opinión, debates públicos, marca la agenda de lo que es importante o generan otros medios de comunicación a su alrededor, como las revistas que hablan de programas de televisión o los múltiples canales dedicados a analizar series. “La televisión tiene tanto impacto porque no te obliga a hacer un ejercicio de concentración como leer un libro. También ejerce ese fenómeno de fascinación que es inherente a lo audiovisual”.

Siempre que aterriza un nuevo medio de comunicación se augura la muerte de su predecesor, menos sofisticado tecnológicamente. Cuando llegó la televisión, se predijo el fallecimiento de la radio. Afortunadamente la radio goza de una excelente salud y se encuentra en uno de sus mejores momentos. Con la llegada de las plataformas de contenidos como Netflix o HBO ahora se anuncia el réquiem por el cine. Sobre este particular Fuentefría ve dudas en el futuro. “No estoy convencido de que las nuevas generaciones acepten como antes la experiencia de ir al cine. Me refiero a levantarse del sillón y trasladarse al cine y vivir ese momento mágico, cuando se apagan las luces y asistes en una pantalla grande a la proyección de una película. Para los jóvenes que conozco el cine es una actividad de ocio bastante secundaria, el ritual del cine no se respeta como antes, eso de estar en silencio, no sacar el móvil, no estar pendiente de otras cosas”.

Quizás los modos de consumir el cine cambien. En China algunos de los empresarios del sector animan a las personas a que hagan comentarios sobre la película que están viendo. Los comentarios son mostrados en tiempo real sobre la pantalla, sobre la película. Lo llaman “bullet screen” y responde al dicho de que si no puedes con tu enemigo únete a él. Si no puedes conseguir que los espectadores apaguen el móvil en la sala, pues invítalos a que lo usen comentando las escenas de una película o mandando un recado a tu vecino de butaca. “Es curioso observar como a los jóvenes les aburre ver una película de dos horas y media, pero sin embargo sí pueden estar siete horas viendo un maratón de una serie, lo ven como un reto”.

¿Quién decide por mí?

Si eres usuario de una plataforma de televisión como Amazon Prime o Netflix sabrás que te sugieren contenidos. Te lanzan series o películas que piensan que te podrían gustar. En función a tu consumo más reciente, el cerebro de estas plataformas corre un algoritmo que te propone otros títulos. Todos hemos comprobado que, o nuestra televisión nos conoce poco, o existe una intencionalidad en este tipo de sugerencias. Sin duda, estas plataformas tienen muchos más contenidos que los que proponen. “El otro día me sorprendió descubrir que Netflix tiene un amplio catálogo de películas mudas que me gustan. El algoritmo nunca me aconseja, por ejemplo, cine sueco de los años 20. Algo que me gustaría investigar es el tratamiento que están dando algunas plataformas al tipo de contenido que transmiten”.

¿Tienen estas plataformas de contenidos líneas editoriales? Podrías pensar que no, que solo son un aglutinador de contenidos sin ninguna intencionalidad ni sesgo, sin embargo, la realidad supera la ficción. “Las plataformas se están convirtiendo en medios de comunicación, tienen auténticas líneas editoriales definidas con los contenidos que crean y difunden. Esto merecería un estudio riguroso con datos”, apunta el profesor.

El peligro de la televisión

No hace muchos años que la televisión se consumía en familia. Además del consiguiente acto social, ver la tele en grupo supone tener más control sobre los contenidos que se consumen, nuestros padres vigilaban lo que veíamos y a todos, en algún momento, nos mandaron a la cama cuando salía un rombo. Ahora el consumo de los contenidos televisivos ha cambiado. Muchos niños y niñas ven la tele solos, y son ellos los que deciden qué ver en cada momento, con los peligros que eso acarrea.

“Se dice que ahora tenemos generaciones más crédulas”, señala el experto en comunicación audiovisual. “Antes teníamos referentes en la comunicación, tal o cual periodista, que confirmaba nuestro sesgo y otros que iban en contra, teníamos un espacio donde elegir. Ahora los referentes son otros, los chavales ahora tienen como referentes a los youtubers que aparecen en un clip. No quiere decir que convierta a los jóvenes en zombis, pero sí dificulta el proceso de crearse una opinión propia sobre las cosas y ralentiza el propio criterio”.

David Fuentefría cita al youtuber Ibay Llanos y su video sobre qué supone ese oficio, en el que recomienda a los jóvenes que estudien y lo que le está pasando a él solo le pasa a uno entre diez millones. El problema, reconoce el profesor, es que hay de todo, desde gente que te orienta honestamente hasta otros que es mejor evitar.

Los shows de los informativos

No podíamos dejar de preguntar a Fuentefría por un fenómeno televisivo que se ha expandido por todos los canales de televisión del mundo, goteando desde las grandes cadenas y empapando hasta las más humildes. Es el ‘info entretenimiento’, un fenómeno que ha convertido a los informativos, antes serios y sobrios, en un artificio de medios, con conexiones en directo por cualquier última hora, pantallas de rótulos de ‘Breaking News’ y un desenfreno tecnológico.

“Me parece una evolución o involución del info entretenimiento que se introdujo en Estados Unidos en los años 80. Hasta no hace mucho los programas con más contenido morboso conservaban un espíritu social, pero luego llegaron los espacios de crónica social y su influencia en los informativos. Un ejemplo de esto lo vemos en La Sexta Noche, un espacio que nació después de la crisis económica, donde se quería dar información económica, aprender de lo ocurrido, acercar a nuestros representantes y que se ha convertido en lo que es ahora”.

Existen contratos blindados que establecen los criterios de los contertulios, aunque no sean los propios. El sociólogo Lorenzo Díaz los llama mercenarios de la comunicación, aquellos que su opinión está prefijada en un contrato. Esto, en opinión de Fuentefría, contribuye a la desinformación.

El futuro de la televisión

¿Cuál será el futuro de la televisión? Varios caminos se abren en el horizonte de este medio de comunicación y todos son halagüeños. Hay mucho consumo de televisión, pero ahora toca rentabilizarlo. Las cadenas continúan experimentando con nosotros. Se sincronizan para poner los anuncios, crean canales de pago o súper sectorizan la temática. Todo esto ayuda a la comercialización. Ahora tenemos canales pensados para mujeres, otros para hombres, jóvenes y hasta niños. Si tengo una empresa de juguetes infantiles ¿por qué malgastar el presupuesto invertido en una campaña en un canal generalista si puedo ir directamente a mi público diana?

“Cada vez que hemos hecho una predicción sobre el futuro de la televisión en la mayoría de ocasiones nos hemos equivocado. Canarias es la región que más consume televisión y su evolución dependerá de sus espectadores. Los jóvenes ya no ven televisión, tenemos que contar con que la tele que hemos conocido desaparecerá o se convertirá en plataformas temáticas donde cada uno elija lo que le gusta”.

Sin embargo, en opinión del profesor de Comunicación Audiovisual, el modelo de negocio por ahora está a salvo, ya que las grandes marcas aún siguen prefiriendo anunciarse en televisión como medio estrella. “Aunque parezca que se anuncia mucha gente, en realidad solo lo hacen algunas pocas marcas que son las que tienen poder adquisitivo para ello. Por ahora no encuentro que una red social sea el espacio preferido por las marcas para anunciarse, son adyacentes de las campañas, pero las grandes marcas por ahora prefieren la televisión y a ese modelo de negocio aún le queda unos años”.

Lo que sí ha cambiado es la manera en la que esas marcas se anuncian. Ellas, y nosotros, sabemos que la publicidad entre programas es utilizada para hacer otras cosas.  Por eso las empresas han sido más imaginativas a la hora de recomendarnos productos. “Hemos inventado un montón de maneras de integrar la publicidad en la tele que hace unos años eran impensables”. Un ejemplo es la publicidad que se muestra en las vallas publicitarias de los partidos de fútbol. Gracias a la realidad aumentada los anuncios son diferentes si el espectador está en España o en Dinamarca. Los daneses verán unas marcas y los españoles otras.  Este es solo un ejemplo de cómo la tecnología ayuda a la televisión a tener un próspero futuro.

Unidad de cultura científica y de la innovación (UCC+i) Cienci@ULL


Archivado en: Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación, Protagonistas

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